Una de las cosas que me gustan de las muchas que me atraen del partido político Ciudadanos es su nombre, en cuanto tiene de reivindicación de la condición de ciudadanía de los españoles.

Desde la Constitución de 1978 los partidos políticos y principalmente el Partido Popular y el PSOE han convertido la democracia española en una partitocracia al servicio de sus miembros totalmente alejada del servicio a los ciudadanos.

La ausencia de listas abiertas y el férreo control que la dirección de los partidos ejerce sobre sus miembros, asumiendo casi la totalidad de poderes y decisiones, hace que la acción política ciudadana quede prácticamente limitada a la introducción cada cierto tiempo en la urna de una papeleta que le viene ya dada, al derecho al pataleo por el incumplimiento de los programas y poco más. Alguna vez lo he dicho aquí, vivimos otra vez en España el ejercicio por parte de los políticos del despotismo ilustrado, aunque el adjetivo de “ilustrado” es más que generoso y no se corresponde con la realidad.

Este despotismo de las direcciones de los dos grandes (hasta ahora) partidos se ha hecho evidente con la cercanía de las elecciones autonómicas y municipales.

Al PSOE se le llenaba la boca con sus “primarias” pero Pedro Sánchez no ha tenido el menor empacho en destituir al que en su día ganó las primarias, Tomás Gómez, y poner a dedo a Ángel Gabilondo, quien para aceptar ser candidato puso como condición no pasar por unas primarias. Bastó con la aprobación de las asambleas de militantes de las agrupaciones socialistas de la región.

No sirvieron de nada las protestas de un puñado de militantes reclamando primarias en las puertas de Ferraz.

La actitud de Rajoy es aún de mayor prepotencia. Todo el mundo sabe que los comités electorales –en teoría quienes proponen los candidatos- pintan más bien poco y es el dedo de Rajoy el que dibuja sobre la pizarra los nombres de los favorecidos por su voluntad. Su famoso “manejo magistral de los tiempos” le llevó ya en las elecciones europeas a retrasar y retrasar el nombre de Arias Cañete como el candidato popular al parlamento europeo. Ahora ha vuelto a repetir el jueguecito alargando el anuncio –provocando el histerismo de los militantes y de los que no lo son- de los nombres de los candidatos autonómicos y municipales en Valencia y, sobre todo, en Madrid.

Yo creo que están tan ciegos que no se dan cuenta del desprecio hacia los ciudadanos que estas actitudes denotan, ni calibran la irritación que producen en la ciudadanía tamaña prepotencia. Si a esto añadimos en el caso del Partido Popular el culebrón de la nominación de los candidatos en Madrid a Ayuntamiento y Comunidad, con las maniobras orquestales para acabar, con la ayuda de policías de inquietante trayectoria, con la estructura del PP de Madrid, desbancando a Ignacio González y tratando de separar a Esperanza Aguirre de la presidencia del PP madrileño, el comportamiento de los dirigentes adquiere un tinte siniestro.

¿Así piensan ilusionar a la gente? Viven en un mundo irreal. No se enteran de nada. Así les va en las encuestas. Sinceramente pienso, y lo digo con pesar, que es el principio del final de los dos partidos. Se lo han ganado a pulso.

– Juan Araluce Letamendía es presidente del Consejo Editorial de Hechos de Hoy y de la alianza Media World.