Durante el acto académico en el que Manuel García Morente traspasaba en el año 1937, en plena Guerra Civil, a Julián Besteiro el decanato de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, del que había sido cesado, le llegó la noticia del asesinato de su yerno de 29 años. Unos días más tarde le avisaron de que su vida corría peligro y salió apresuradamente de España separándose de sus hijas y nietos.
Llegó a París solo y sin un céntimo. Un amigo le dejó su piso en aquellos momentos desocupado y la viuda de un antiguo compañero de La Sorbona le daba de comer. La noche del 29 al 30 de abril -como relata en El Hecho Extraordinario– se encontraba, en el octavo piso del Boulevad Sérurier, solo y “con el alma transida de angustia y de dolor”.
“Desde que empezó la guerra -cavilaba- yo no había intervenido ni poco ni mucho en mi propia vida, en la contextura real de los hechos de mi propia existencia. Mi vida, los hechos de mi vida, se habían hecho sin mí, sin mi intervención…” Desde que llegó a Paris estuvo haciendo gestiones para sacar a sus hijas de España y para encontrar él mismo algún trabajo que le permitiera mantenerse por sus propios medios.
"El conjunto de lo que me estaba sucediendo -cuenta- tenía caracteres verdaderamente extraños e incomprensibles. Alrededor de mí o, mejor dicho, sobre mí e independientemente de mí, se iba tejiendo, sin la más mínima intervención de mi parte, toda mi vida”.
“Yo permanecía pasivo por completo e ignorante de todo lo que me sucedía. Dijérase que algún poder incógnito, dueño absoluto del acontecer humano, arreglaba sin mí todo lo mío. Es más, todo lo que yo hacía o intentaba por propia iniciativa salía mal y fracasaba. En cambio, caíanme como llovidos del cielo precisamente los acontecimientos que menos podía imaginar y en que mi personal iniciativa no tenía la menor parte…”
El profesor de filosofía llega a la conclusión de que “algo o alguien distinto de mí hace mi vida y me la entrega, me la atribuye, la adscribe a mi ser individual. El que algo o alguien distinto de mí haga mi vida, explica suficientemente el por qué mi vida, en cierto sentido, no es mía. Pero el que sea vida, hecha por otro, me sea como regalada o atribuida a mí, explica en cierto sentido el que yo la considere como mía. Esta vida mía, que yo no hago, sino que recibo, se compone de hechos plenos de sentido”.
He recordado estas reflexiones en esta situación también extraña que nos ha tocado vivir, fuera de lo que era nuestra vida normal hasta hace poco, que desafía nuestra capacidad de comprensión. Aunque creo que si somos capaces de elevarnos por encima de las penurias del día a día también nosotros podremos ver el conjunto de acontecimientos que estamos viviendo como plenos de sentido.
– Juan Araluce Letamendía es presidente del Consejo Editorial de Hechos de Hoy (part of MEDIA WORLD, la alianza de Periodismo de Calidad).