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¿DE QUÉ TENER MIEDO?

El nacimiento del que desapareció Herodes para alivio del resto de ciudadanos

Cada vez que saco del altillo del armario las figuras del belén navideño a las que les calculo a menos 70 años, me vienen a la memoria las palabras del agonizante optimista.

Hechosdehoy / Juan Araluce Letamendía
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Hace tiempo una persona me contó que fue a visitar a un amigo que estaba muy grave en el hospital. “¿Cómo estás?” le preguntó al entrar en la habitación. “Pues para estar agonizando bastante bien”, le respondió. Efectivamente, a pesar de su espíritu deportivo, al día siguiente se murió.

Cada vez que saco del altillo del armario las figuras del nacimiento navideño me vienen a la memoria las palabras del agonizante optimista. Para tener el nacimiento más de sesenta años está bastante bien. Es la edad que les calculo a la mayoría de las figuras. Es el mismo nacimiento que ponían mis padres. Yo lo recuerdo desde que tengo memoria y las figuras que lo componen han sobrevivido a las manos de nueve hermanos y veinticinco sobrinos.

Muy pocas sucumbieron al paso de los años; recuerdo que hace mucho había un Herodes que desde la almena de un castillo miraba desafiante hacia el portal de Belén. No recuerdo cuándo pero desaparecieron tanto Herodes como el castillo, para alivio del resto de ciudadanos que pueblan el nacimiento. Lo cual demuestra que, a pesar de las apariencias, el mal sucumbe y el bien permanece.

El año pasado cambié el musgo. Como ahora está prohibido cogerlo del monte hay que comprarlo y a causa de la crisis y por el hecho de que con los años nos vamos haciendo más agarrados que un chotis me he resistido a cambiarlo durante años, pero ya la última vez vi claramente que su naturaleza había mutado de vegetal a mineral y por un mínimo decoro se imponía un cambio. Pero por lo demás las figuras son las mismas que yo ponía de niño.

El Niño, la Virgen y san José se mantienen incólumes, lo cual indica que han sido tratados a lo largo de los años con más respeto y cuidado que el resto de pobladores del belén. Como debe ser. No así el resto de figuras: tanto las humanas como las animales están descascarilladas, mutiladas, algunas recompuestas con pegamento, otras ni eso porque no se ha encontrado en la caja el miembro mutilado. Muchos me dicen que las debería de cambiar pero yo me niego a hacerlo.

Me gusta contemplar estas figuras desconchadas, rotas y vueltas a pegar, pero que año tras año siguen acercándose al portal de Belén con la mirada esperanzada en el Niño. Él desde el pesebre les mira con cariño, les sonríe y les espera para agradecerles que, a pesar de su maltrecho estado, sacan fuerzas de no se sabe dónde para visitar a su Dios que se ha hecho hombre como ellos.

Es curioso: cuando Dios manifiesta definitivamente el camino a los hombres no les muestra un código de conducta o unos preceptos morales, les muestra a un Niño. Por eso san Juan Pablo II al inicio de su pontificado gritaba: “¡No tengáis miedo! ¡Abrid vuestras puertas a Cristo!” ¿Quién va a tener miedo de un niño? No es extraño que los gentiles cuando Pablo de Tarso les contaba estas cosas pensaran que estos cristianos están locos.

Me gusta contemplar estos días el nacimiento durante largo rato. La mayoría de los personajes que lo componen miran hacia el portal esperando algo, aunque hay alguna lavandera despistada que no se entera y le da la espalda. Se mezclan en el mismo espacio figuras grandes y pequeñas, el día y la noche, está la estrella nocturna y hay herreros trabajando de día, están los pastores que adoran al Niño instantes después de su nacimiento y los Reyes Magos que llegarán unos días más tarde. Pero no es caótico.

Aquí se cumple la teoría de la relatividad de Einstein: el espacio y el tiempo de entremezclan. En la gruta de Belén se juntan el cielo y la tierra, lo temporal y lo eterno. Dios se ha hecho uno de nosotros, y como nosotros ha nacido niño, y con nosotros compartirá nuestra misma vida, nuestros esfuerzos, nuestras penalidades y nuestras alegrías, y nuestra misma muerte. ¿De qué tener miedo?


Juan Araluce Letamendía es Presidente del Consejo Editorial de Hechos de Hoy y de la alianza Media World.

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