En una tertulia en la que se hablaba de la renovación de los partidos políticos le oí a Joaquín Leguina decir que estaba muy bien la renovación pero pedía suplicante que los nuevos que vinieran ¡por favor, tuvieran canas! Era después de la sustitución de Pepunto Rubalcaba por Pdr Snchz en la secretaría general del PSOE y de la renovación del PP con la aparición en la primera fila del partido de Casado, Maíllo, Levy, Maroto y Moragas (y Arenas).
La aparición de estos cinco (y Arenas) como la imagen visible del nuevo PP era resumida por Vanitatis con el siguiente titular: “Así es la nueva (y moderna) generación del PP” y añadía que Mariano Rajoy había revolucionado su partido con los nombramientos de estos nuevos políticos: “Son jóvenes, están preparados y conocen a la juventud”. La descripción que a continuación hace de Andrea Levy (de la que hasta su nombre no puede ser más moderno) no tiene desperdicio: “Se mueve en Vespa por Las Ramblas…”, “una joven de 31 años para aportar frescura al partido…”, “aparte de política, es una chica de su tiempo…” “Además ha citado a Foster Wallace y Houellebecq como autores de referencia…” No tiene desperdicio. ¡Leguina, no sabes cómo te comprendo!
Un pequeño paréntesis respecto al término “joven” aplicado a los políticos. Me da la sensación de que asistimos a una progresiva infantilización de nuestra sociedad. A cualquier político cuarentón le escuchas referirse a sí mismo como “nosotros los jóvenes”. Conocemos casos de “jóvenes” que pasan casi sin solución de continuidad de militar en las juventudes del partido a ocupar un sillón en el Senado (véase el caso mismo del presidente).
La reivindicación de Leguina de políticos con canas me vino a la cabeza cuando me disponía a ver el debate de Atresmedia. El espectáculo comenzó mucho antes de la hora prevista para el propio debate. Jóvenes de cuarenta años enarbolaban los colores del partido al que apoyaban. Por el ambiente parecía que se iba a celebrar un casting en lugar de un debate político o que se preparaban para animar a los finalistas de Operación Triunfo o de Mira quién baila.
Cuando vi el escenario con un taburete para cada participante pensé en una conjura para desprestigiar a la Vicepresidenta. ¡Menos mal que no los usaron y optaron por permanecer de pie! Aunque, después de haberla visto bailar grácilmente y subir en globo, admito que la Vicepresidenta hubiera sido capaz de encaramarse al taburete, no hubiera sido una imagen digna verla con los dos pies apoyados en el estribo del taburete, mientras que el resto de los concursantes, digo, contrincantes exhibieran pose con un pie apoyado en el suelo y el otro en el estribo, que es la postura fetén, cuando de taburetes se trata. Escorzo del todo imposible para la Vicepresidenta (Un día hablaré pormenorizadamente de estos aciagos taburetes que han invadido nuestras vidas, junto al vinagre de Módena y la sal Maldon).
Como mi tendencia es siempre a irme por los cerros de Úbeda cuando trato de describir un acontecimiento, voy a exponer escuetamente “mis sensaciones” de las actuaciones que vimos en televisión.
Ana Pastor me imagino que saludaría la aparición en el escenario de los cuatro políticos con un desenfadado “hola chicos”, aunque la verdad no se lo oí. Después estuvo bastante discreta, cosa rara con lo que le gusta aparecer y enredar. Me dio la sensación de que estuvo eclipsada por el otro presentador al que no conocía porque no suelo ver Antena 3. A continuación, de izquierda a derecha de la pantalla:
Pdr Snchz. Podría apostar diez a uno sin temor a perder que tuvo que pertenecer a un taller de teatro alternativo, y ahí se ha quedado: su guion aprendido de memoria, sus poses, el tono de voz impostado, su alternancia entre el semblante serio y digno a la sonrisa petrificada… El contenido de su discurso hace del pensamiento de su predecesor “la tierra no es de nadie, salvo del viento” una sentencia digna de Confucio. Zapatero, a su lado, un fino estadista.
Pablo Iglesias. Después de oír sus opiniones sobre la banda etarra, sus relaciones con el régimen chavista y su fervor por la utilización de la guillotina, si algún día me lo encuentro por la calle mi reacción será la de llamar a los guardias para que le detengan o recibir clases de autodefensa por si las moscas. Aunque luego te hace pasar algún buen rato como cuando habla de la “Ética de la Razón Pura” o de “House Water Watch Cooper”… ¡Muy bueeeno!, que diría Gallardón. En el fondo no tiene que ser mal tío, cuando nos hace pasar ratos tan divertidos.
Rivera. ¡Ay, Rivera! Sí, sí, Rivera parece que sí, pero… ¿y si luego…? Es como el melón, que por mucho que lo mires, lo peses y lo palpes, hasta que no lo abras… Lo peor que puede pasarle al votante de Rivera es aquello de lo que se lamentaba un alma en pena: creía que me había casado con la mujer de mi vida, y al final resultó ser un señor de Logroño…
De Soraya Sáenz de Santamaría ya he hablado. Además no es la candidata a la presidencia del Gobierno (¿o sí?).
Resumiendo, me da la sensación de que esta desaforada exaltación de juventud y modernez, junto al abuso del diseño, tendencias actuales, hashtag, trending topic y redes sociales, va a hacer a muchos añorar la vieja silla de mimbre ante el diseño tan actual de los taburetes mediáticos, y van a volver su cabeza al señor cenizo que ocupa La Moncloa. Cenizo, no en sentido peyorativo, sino en el sentido literal: del color de la ceniza ¡Por lo menos sé con quién me la juego! (¿o no?).
– Juan Araluce Letamendía es presidente del Consejo Editorial de Hechos de Hoy y de la alianza Media World.
– Ver en Hechos de Hoy, Soraya, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera, los más vistos del año.