Mientras seguía el partido estelar – Nuria Iturrios, Carolina González y Marta Silva – no estaba atento a que la victoria de la segunda prueba del Santander Golf Tour, aparecía por otro lado.
Me quedé maravillado del fulgurante comienzo de Marta Silva, mi capitana del Pro-Am del otro día: 3 birdies en los cinco primeros hoyos. Igualó a la mallorquina Nuria que no se arrugó y, sin perder la sonrisa, anulaba cualquier atisbo de amenaza de su hegemonía. También notable el sobrio juego, swing sin estridencias de Carolina, que no hacía birdies – el primero no llegó hasta el hoyo 13, par 5 -, pero tampoco cometía errores, y menos aún daba muestras de ninguna flaqueza. Al final quedó cuarta.
Un momento simpático fue el de los tiros al hoyo 16, para 3, en el que había un premio especial a la bola más cercana al hoyo. Y Marta Silva ganó al dejar la bola a 97 centímetros. ¡Qué artista!
Pero las cosas determinantes estaban sucediendo unos partidos delante del estelar. Existen estrellas ocultas. Cualquier día inesperado luce un astro.
Una inglesa, que el día anterior estuvo a pique de un repique de retirarse por un malestar estomacal, marcaba unos números escandalosos: sólo en los primeros nueve había logrado 5 birdies y un eagle, o lo que es lo mismo, 29 golpes, -7.
Lucy Goddard, que así se llama, sólo había hecho par el primer día, y en este final, tras otra colección de 3 birdies sin errores en los segundos nueve terminó con – 10. ¿Alguien sabe el récord del recorrido del Club Zaudín Golf? Me extrañaría que estuviese muy lejos de esta marca: 61 golpes. Y el de los primeros nueve con -7 (29 golpes) parece insuperable.
Pero otra chica, dos partidos detrás de Lucy le empató en el acumulado de -10; Noemí Jiménez había hecho la primera jornada -4, y en la ronda final, también sin errores, -6. El empate en -10 se resolvió con el Play Off del hoyo 18, en el que Lucy Goddard hizo par y Noemí Jiménez birdie.
Birdie con b de bárbaro: Así describía ella este hoyo de desempate: “En el tee del hoyo 18, jugando el play-off, dudé si pegar el Drive o la madera 3 pero pensé, si cambias de estrategia estás asumiendo que puedes fallar, y pegué un draivazo dándolo todo, pensando que no era el hoyo del play-off y me quedaban otros tres o cuatro por delante. Seguí un consejo que le oí a Jason Day: primero visualicé el golpe y luego me dije ‘estás tú sola, la bola y el campo’. Le pegué con todo lo que tenía”.
Y tenías mucho. Más de lo que vimos. Y más de lo que a veces somos capaces de darnos cuenta. Yo sé que tú, Noemí, si te enteras. Me refiero a tus padres. Hablo de Mercedes, tu madre, que iba acompañándote hoyo tras hoyo. Y también hablo de tu padre, de Antonio, de quien has contado al terminar: “Me ha hecho mucha ilusión ganar con mi padre haciéndome de caddie. Ayer se levantó a las 3.20 h. y dijo ‘voy a ver a mi hija, que la tengo aquí al lado y luego se me va a Nueva York que está muy lejos’. Y me dio la sorpresa. Él me ha entrenado siempre y me ha ayudado mucho con la técnica”.
¿Con la técnica sólo? ¿A que no? Deja que te cuente.
He coincido con él antes de la entrega de premios en la barra de la cafetería. Estaba en silencio, pegado a mí, esperando que le sirvieran el café cuando lo ha “cazado” ese gran periodista de golf, explorador de la noticia, que es David Durán y ahí mismo le ha entrevistado. Era imposible no escuchar porque hablaban a mi oreja. Su entrevista se habrá publicado ya en la web de la Federación Andaluza de Golf y yo, Noemí, te invito a que la leas. Seguro que lo haces.
Pero déjame que te diga una cosa: tu triunfo de hoy, los pasados y los que lleguen tienen una cuenta pendiente con la dignidad de Antonio Jiménez, tu padre, que como en el anuncio de esa tarjeta de crédito, no tiene precio.
Me quedo para mí esa frase que le ha salido del corazón; hablaba de lo que te dice a ti y a tus hermanos y, por un momento, he querido ser hermano tuyo para apropiarme de sus palabras: “les digo que no tienen que ser queridos por cómo juegan al golf, sino porque son buenas personas”.
Me las quedo, sí, y se las presto a esos padres que no tienen más norte que el triunfo deportivo, o, peor aún, sólo el económico, y no se dan cuenta de que donde sus hijos tienen que triunfar es en la vida. Y la vida son personas.
Puedo asegurarte Noemí, y lo aseguro a mis lectores de Hechos de Hoy, que lo que removía no eran las palabras, sino la sencillez de un bombero, criado en la montaña, que se ha dejado la piel hasta literalmente por aprender de los mejores – llegó a ser amigo de Seve Ballesteros – y fundir en su honradez la técnica del golf con los principios que a todos nos ayudan: somos espíritus en el tiempo y no máquinas registradoras.
Qué bien, Noemí, que tengas esos sueños. “Tengo muchos sueños, jugar la LPGA, la Solheim Cup… pero sé que debo ir día a día, poco a poco, entrenando y dando el cien por cien. No hay otra manera de conseguirlo”, dices.
Así es. Y, ¿sabes una cosa? Muchos los compartimos contigo, para que en lo más alto del más alto pódium podamos seguir aprendiendo qué cosas son las que valen.
Y Antonio casi no me deja ni pagarle el café.
