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SECRETAZOS INCONFESABLES

El boomerang y la búsqueda del perdón. Hal Lasko: nunca es tarde para nada

Ana María Preckler es la autora de "La pupila del tiempo", un libro tanto para los que busquen entretenimiento de calidad, enredos amorosos y traiciones como reflexión filosófica.

Hechosdehoy / Guillermo García Jiménez
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Las novelas que tienen o pretenden tener un trasfondo filosófico o ético, tienen un alto riesgo: que la trama se acabe difuminando y pierda interés y que las reflexiones se queden en algo superficial. Es decir, que el libro no sirva ni para entretener ni para cultivar nuestro espíritu.

Por eso, escribir una novela de este tipo es un reto difícil y valiente y, si encima cumple con todos los objetivos, es ya admirable. Este es el caso de La pupila del tiempo (editorial Huerga y Fierro Editores, 2012). La autora, Ana María Preckler, además de una cultísima mujer es alguien muy especial; solo con decir que fue amiga personal del gran Julián Marías, es suficiente.

Empezó a escribir, como ella misma revela, en la cuarentena y a mí me sucede una cosa: tengo debilidad por las vocaciones tardías. Son la mezcla perfecta de la ilusión propia de la juventud y de la cordura que puede dar la experiencia. Y lo más importante: son el ejemplo de que nunca es tarde para empezar, para aprender; nunca es tarde para nada. No puedo evitarlo: me entusiasman los cuadros de Hal Lasko y, si alguna vez vuelvo a confesarme, preferiría hacerlo con un cura de vocación tardía. Y de una confesión, pero sin cura, va el libro de Preckler.

El protagonista es John Lucas un tipo de clase alta pero hecho a sí mismo que, atormentado y lleno de remordimientos, nos relata su vida con todos sus éxitos, sus fracasos, su enorme anhelo de redención y algún que otro secretazo inconfesable.

En esta novela queda demostrado que, aunque ayuda de forma notable y logra sobrellevar las penas de otra manera, el dinero no da la felicidad; los más pudientes, cuando sufren, lo hacen igual o de forma muy parecida a cómo lo hacemos los que tenemos que pagar una hipoteca. Con él viajamos por Londres, Alemania y Nueva York y, cada lugar con su propia idiosincrasia, influye de distinta manera en la personalidad del protagonista.

De forma amena, la autora consigue inquietarnos con la próxima aventura o desatino de Lucas, alguna de las cuales, dicho sea de paso, sería el sueño calenturiento de cualquier Erasmus.

La falta de remordimientos, el total abandono de códigos éticos o creencias, no impide que acontecimientos pasados acaben afectando al presente. El mal existe, aunque en los tiempos que corren tratemos de disfrazarlo o ignorarlo.

Tanto para lo bueno como para lo malo todo en la vida tiene su consecuencia. Los viejos errores pueden volver cuando menos lo esperamos como un boomerang afilado que corta todo lo que encuentra en su camino de regreso.

A veces lo más difícil es perdonarse a uno mismo. El amor en su concepto puro es la fuerza más poderosa que poseemos los seres humanos, el regalo de Dios que nos hace distintos y nos da el valor suficiente para buscar el perdón y, si es necesario, asumir el castigo.

El libro, salvando las distancias, recuerda en varios momentos a Crimen y castigo de Dostoievski.

Los que busquen entretenimiento de calidad, enredos amorosos, traiciones y drama disfrutaran de lo lindo. Los que prefieran leer algo de más hondura y reflexión filosófica, también. Se trata de una combinación estupenda, breve y bien ejecutada.

Hal Lasko y las vocaciones tardías

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