Antes de la Semana Santa de Sevilla días de revuelto político y pulsos personales entre Izquierda Unida (IU) y PSOE (Partido Socialista Obrero Español). En la cámara de Andalucía de 109 escaños y una mayoría absoluta de 55, hay en estos momentos tres fuerzas políticas: PSOE-A (47), IULV-CA (12) y PP-A (50).
La actual crisis de gobierno, que no está definitivamente cerrada, se abrió con la decisión de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz -la personalidad emergente en el PSOE- de frenar los realojos de familias que habían ocupado ilegalmente un edificio en Sevilla (el caso de la corrala Utopía).
Ha sido un choque personal entre Susana Díaz, Cayo Lara y también Julio Anguita -como informó Hechos de Hoy-, en el que se ha estado al borde de la ruptura y ha necesitado negociaciones maratonianas. La crisis total se evitó al ceder Susana Díaz frente a Cayo Lara y devolver a la Consejería de Fomento, dirigida por Izquierda Unida, las competencias relativas a las viviendas sociales.
Se han vivido horas muy tensas que han movilizado a Susana Díaz, Elena Valenciano y Cayo Lara con Alfredo Pérez Rubalcaba en segundo plano, pero con aliento contenido, para evitar que se abriera una crisis en canal en Sevilla con el horizonte inmediato de las los comicios europeos. Juan Manuel Moreno Bonilla, el nuevo presidente del Partido Popular de Andalucía, llegó incluso a ofrecer a Susana Díaz un acuerdo de estabilidad.
El escenario por el momento es el de la realpolitik. Izquierda Unida tiene en Sevilla su principal bastión de poder. Si Susana Díaz adelanta a noviembre las elecciones autonómicas en Andalucía, hará saltar pro los aires las primarias del PSOE. Los análisis de esta crisis -un fuego apagado pero no extinguido- habrían supuesto para quienes defienden a Susana Díaz un golpe de autoridad de la presidenta de la Junta de Andalucía. Sus críticos destacan lo contrario: su estatus político de rehén de Izquierda Unida, que a la vez aprieta y no ahoga.