No era suficiente con que a los enanitos de jardín se les diese libertad, sino que ahora, además, nadie puede descuidar ni un por momento su trocito de costa, no vaya a ser que se peguen un chapuzón bañistas no autorizados.
Si usted tiene una piscina de estas, debería protegerla con alambradas para que no le pase lo que a algunos, y le vengan unos maleducados que no tienen ni idea de quién es quién en éste país, y se tiren en bomba, y usted horrorizado de que no le respeten el baño porque eso no hay quien lo aguante con este calor.
Para prevenir el allanamiento de piscina ha tenido que dar un bolo a miembros de la guardia civil –no se sabe si armados con porras eléctricas- a falta de tanques, acorazados y aviones de combate… que no están los tiempos para descuidar la propiedad privada de cada uno.
La popularización de la piscina en primer plano de costa es un peligroso antecedente histórico que está adelantando lo que dentro de poco será una realidad: el movimiento de liberación de piscinas de jardín.
Usted imagínese. Todo el mundo chapoteando en la piscina que hasta el momento marcaba la diferencia. ¿Quién le mandaba a usted hacerse una piscina en un lugar prohibido por la Ley de Costas?
Tal vez fuese un capricho, o sencillamente quiso poner en evidencia que es muy amigo de los que mandan.
Pues ahora la principal preocupación debería ser la del cloro porque, siendo la suya una piscina ilegal, lo correcto sería tratar bien a los que pasen por ahí, ofrecerles un cóctel y extenderles amablemente la cremita por la espalda, no vaya a ser que se les pele, o peor aún, que les salgan ampollitas.