1. Inicio
  2. Opinión
  3. Comunidad de blogueros
  4. ¿Navidad? Dentro de algún tiempo se explicará así

ARTICUENTO

¿Navidad? Dentro de algún tiempo se explicará así

Y no había hecho más que empezar, el nacimiento del bebé era lo más importante que a nosotros, inmortales, nos había sucedido en millares de universos. Poco a poco la casa transparente se iba organizando mejor...

Hechosdehoy / Enrique Mochales
fjrigjwwe9r1_articulos:cuerpo

Esta vez y con tiempo, en la familia, intercambiábamos comentarios, pensamientos, chistes, ideas, artículos, crónicas, críticas e incluso fórmulas matemáticas: todo lo que no supusiésemos acerca de los bebés, para el próximo mes -que queríamos imaginar más cálido- dedicarlo a su arquitectura, tanto la física como la digital, o cualesquiera que hubiese que desarrollar en su mente.

La arquitectura física estaba cambiándolo todo debido a factores pedagógicos propios de un humanoide. La arquitectura digital de su sensibilidad se ampliaba, llenándolo todo, y en nuestra casa de cristal ya no distinguíamos fácilmente entre nuestras áreas habituales de trabajo y ocio… ¿Cuáles eran reales y cuántas ficticias? Necesitábamos más tiempo. La cuna, ¿era una extensión de una sola madre? El nuestro era un bebé descomunal -y un niño- sin embargo, se trataba de una arquitectura palpitante de consideración.

Al fin y al cabo, el tema era sólo cuestión de multi-realidad, que cada uno lo mirase como quisiese tenía su importancia, y que el objetivo se desplazase hacia todas partes como quien observa desde un mirador con un catalejo cualquier lugar por donde corretease el crío era importantísimo, porque la matemática de sus sentimientos futuros estaba abierta.

Y no había hecho más que empezar, el nacimiento del bebé era lo más importante que a nosotros, inmortales, nos había sucedido en millares de universos.

Había que inculcarle bondad sobrehumana y una capacidad de amar desmedida, además de la tan mentada libertad que era tan sólo una utopía hecha de procesos informáticos que le podía llevar de un lado al otro de un agujero negro sin llanto. Solía apetecerle comerse los gusanos de espacio tiempo y modelar seres de barro cuando jugaba a los universos comunicantes, un simple entretenimiento para él. Pero llegaría el día en el cual sería capaz de crear mundos, y galaxias, y podría destruir aquello que no le gustase por el bien de los universos comunes e infinitos, de un solo manotazo.

Debería ser capaz de juzgar con cierta frialdad la peligrosidad de algunos mundos y de sus habitantes para el equilibrio universal, para tomar después la decisión de dejarlos vivir en la muerte, o convertirlos en seres con varias vidas. Lo más importante era la estabilidad del multi-universo, aquél don portentoso para componer música con planetas, que le había sido regalado a la hora de nacer, en la primera explosión.

Lo demás, eran todos juguetes sin demasiado sentido, excepto el amor, que era lo que mantenía vivo su corazón a base de válvulas, relés, y latidos de espacio-tiempo. Su respiración y la necesidad de alimentarse con leche de Vía Láctea daban fe de ello. Y cuando reía, las guerras se detenían, y varios enviados por él visitaban los mundos para anunciar la buena nueva: el bebé dios había nacido en el portal de Tannhauser, tres seres de luz habían llegado desde muy lejos a visitarle, y un cometa vagabundo lo confirmaba en el firmamento.

Y la historia se repetiría hasta el fin de los tiempos, que no era más que el comienzo de otros.

Enrique Mochales (1964-2015), escritor, poeta y pintor. Hasta el final de este año estará junto a nuestros lectores. Es nuestro homenaje, el de sus compañeros de Redacción de Hechos de Hoy, a su obra renovadora e inédita que acuñó como Articuento.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Fill out this field
Fill out this field
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.
You need to agree with the terms to proceed

twitter facebook smarthphone

ARCHIVO DEL AUTOR

Menú