Y no nos construiremos ese palacete. Ya no perderemos amiguetes. Ahora nos enamoraremos de nuevo. Yo de mi tía, y tú de tu nuero. No nos ha tocado la lotería. Qué suerte tenemos. Por cinco números no nos ha tocado. Y hasta la pedrea ha fallado.
Serán las mejores navidades de nuestra vida. Daremos a los mendigos lo que nos pidan. Reflexionaremos sobre el poder del dinero. Aprenderemos a decir te quiero.
Seremos los primeros de la lista para entrar en el cielo. No se nos caerá jamás ni un pelo. Las canas nos cubrirán la cabeza como la nieve. No nos compraremos coche nuevo. Nos desahuciarán sin problemas. Pero, ¿por qué sentir pena? Viviremos en un tronco de árbol. Nuestras lápidas ya no serán de mármol.
¡Qué suerte, amigos, qué suerte! ¡A ver quién es aquí el más fuerte! Nuestras vidas cambiarán un montón. Perteneceremos al mogollón. Y de ahí vuelta a empezar. A currar en cosas que realmente nos gustan. “Asuntillos”, si es que nos lo preguntan.
¡Qué maravilla, hemos perdido! Si nos llega a tocar nos hubiera dado un infarto. Yo de risa me parto cuando miro el único décimo, que fue mi apuesta perdida. ¡Aquí siempre gana la lotería! El inmenso negocio no es visible para todos y acumulan décimos en los bares, el trabajo, las administraciones. ¡Pero que buenas intenciones!
No nos ha tocado la lotería. Te lo juro, si no me perderías. No me habrías visto más. Solamente mi piso que se vende. Y la cuestión sería que me habría extraviado. De la faz de la tierra. Habría pagado a la NASA por llevarme a la luna. Sin conciencia ninguna.
Me habría comprado lo que nadie tiene. Habría traicionado mis principios. Todo lo habría dado y me habría arruinado. Una multitud de desgracias se abatirían sobre mí. ¿Acaso no sucede siempre así?
Me habría vestido de cualquier forma. Me habría comprado joyas y antigüedades. Y brillantes sucios de sangre. Habría sido víctima de los gigolós y las putas. Las habría pasado canutas. ¡Qué suerte que no me ha tocado!
La libertad ha vuelto a llamar a mi puerta. Ello no me desconcierta, si tenemos en cuenta que el dinero es el peor invento del Universo. Tan sólo hace falta un verso para derramarlo por la mesa, y tener una preciosa mancha con el mapa del mundo. ¡que misterio más profundo el que hace que me alegre! Bailemos un Sirtaki en la playa con Anthony Quinn. Hemos perdido, pero esto no es el fin.
– Enrique Mochales (1964-2015), escritor, poeta y pintor. Hasta el final de este año estará junto a nuestros lectores. Es nuestro homenaje, el de sus compañeros de Redacción de Hechos de Hoy, a una obra renovadora e inédita que acuñó como Articuento.