Esta mañana estaba leyendo la primera carta de san Pablo a los Corintios y al llegar al versículo 20 he leído: “Hermanos, no seáis niños en el uso de la razón. Sed niños en la malicia, pero hombres maduros en el uso de la razón”.
Inmediatamente me he imaginado que san Pablo se dirigía a los políticos que en este momento tenemos en esta España nuestra. Salvo pocas excepciones, son como niños. Niños en el mal sentido de la palabra: irresponsables, caprichosos, ambiciosos, egoístas… En la malicia sí, en la malicia son adultos.
Y lo peor es que son niños imprudentes a los que se les ha dado para jugar un objeto valioso: el bien común. La torpeza propia de su infantilismo va a conseguir que entre unos y otros se carguen la pacífica convivencia de todos los españoles.
Y lo que es peor, se la van a cargar sin motivo grave. La mayor parte de los problemas políticos que hay ahora en España son artificiales, al menos en su origen. Problemas del primer mundo. Que se los cuenten a los sudaneses del sur por ejemplo.
Vivimos en una sociedad en la que la gente se mueve casi exclusivamente por sentimientos, y los políticos no son una excepción. El uso de la razón, que es lo que hace adultas a las personas, está totalmente postergado ante los impulsos de amor-odio, lo mío, lo nuestro, la afirmación propia o colectiva frente a la afirmación de los otros, la ambición, el egoísmo.
Dan ganas de agarrarles de las solapas y espetarles, como aquel profesor de mi colegio: “para qué tienes la cabeza, melón. Utilízala y déjate de comportamientos pueriles”
– Juan Araluce Letamendía es presidente del Consejo Editorial de Hechos de Hoy (part of MEDIA WORLD, la alianza de Periodismo de Calidad).