Extraer la médula política a los muertos ha sido práctica habitual mucho antes de que un helicóptero se estrellara en Oriente Medio. Algunos muertos bailan una danza macabra en los límites de la política, se abren sus fosas para registrar al cadáver en pos de beneficios partidistas, y ello casi siempre es un logro del partido de la oposición, que se pregunta, retóricamente: “¿Qué hay en los ataúdes?”
Eso quisiéramos saber todos, señores, qué hay en los ataúdes, qué tipo de interés, a medio o largo plazo, qué corrupción que no sea la intención política o económica, puede haber en los ataúdes de muchos soldados muertos.
Las tumbas de soldados son misteriosas. No se sabe exactamente por qué mueren, pero ahí están, criando malvas. Las tumbas de soldados no son lo mismo que el monumento al general.
El general dispone de un contingente humano increíble, y controla la situación desde su despacho. El soldado es como una figurita de ajedrez, que se tumba con un dedo. España es una de las primeras exportadoras de armas del mundo.
Deberíamos preguntarnos tantas cosas que no nos da tiempo.
Parece que el tiempo es cuestión simplemente de dinero. El dinero que les falta a las familias, tal vez. Suficiente dinero como para comprar el mundo.
Mientras tanto, en la tercera guerra, se suceden acontecimientos que la gente ve en la televisión. Uno dice: “Madre de Dios”, y ahí se acaba todo.