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HÉROE DEL SILENCIO

Jorge Campillo encuentra en Marruecos su primera victoria

Tenía esta temporada dos segundos puestos, en Omán y Catar, y un tercero en India, pero el español llevaba 229 salidas sin ganar. Y llegó el momento que, además, coincidió con otras grandes victorias españolas.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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En Estados Unidos, John Rahm, haciendo pareja con Ryan Palmer, ganaba el Zurich Classic. La segunda pareja clasificada, a tres golpes, fue la de Sergio García que jugaba con Tommy Fleetwood. Esto es un doblete español nunca visto en el Tour y que Nueva Orleans pudo celebrar.

Con su victoria, Jon Rahm se alza hasta el 6º puesto de la FedEx Cup. Y tiene tan sólo 24 años. En fin, esa fue una singular alegría para sus compatriotas en este domingo último: dos banderas del Reino de España en lo alto de la pizarra del campo de golf TPC de Luisiana. No está mal, nada mal, sabiendo que Luisiana gozó del esplendor de ser colonia español: con su adquisición el Imperio alcanzaba la mayor extensión de su historia. Corría el año 1763.

Doble también fue el triunfo de Nuria Iturrios en la Lalla Meryem Cup en el Blue Course en Royal Golf Dar Es Salam de Marruecos. Ganó hace tres años y  repite este 2019. Espectacular su juego. Terminó la ronda final con 70 golpes sacando 7 de diferencia final a dos suecas, Caroline Hedwall y la líder de la víspera Lina Boqvist. Y Nuria sólo tiene 23 años.

.- Pero primo – me interrumpe mi prima Margarita que leía por encima de mi hombre las anteriores líneas -, ¿es que no vas escribir del héroe de la jornada?
Me pongo serio y le miro a la cara, lo cuál siempre acaba imponiéndome un poco; tanta es la belleza de su rostro.
.- ¿”Héroe de la jornada”? – pregunto retóricamente -. Sabes perfectamente que en este blog no se escribe de política, amada prima. Si quieres escribe tu de Santiago Abascal
.- O de Pedro Sánchez – dice con un guiño -; pero no, so zoquete, de quien deberías escribir si tuvieras entendederas no es de estos “enredas”, sino de Jorge Campillo, héroe del silencio.

.- ¡Ah! Eso es harina de otro costal. Sí, claro que iba a escribir de él. Entre otras cosas porque entrena en mi Club con su mentor José Carlos Gutiérrez, profesor y maestro de profesionales.
.- Pues, ea, ahí te dejo.

Héroe del Silencio es el epíteto que la más bella de la primas mundiales acaba de crear para Jorge Campillo. El extremeño se desplaza por el campo  -quizás por todas partes- sin emitir ruido. Es uno de eso personajes que no abundan ni en el golf ni en la vida que, como es sabido, saca sus mejores valores del golf.

Seguramente conocerá usted gente así. Los hay en la familia, en el trabajo y entre los amigos. Entre mis compañeros de comunicación hay algunos especialmente reservados. No es una contradicción. En algunos supuestos es incluso una condición. Un prerrequisito para escribir bien es observar. Incluso quedarse contemplando para extraer con la mente la belleza o el bien esencial de algo.

Y después, completada la observación, es la hora de hablar o escribir. Pero entonces ya no se rompe el silencio sino que se le abriga con la palabra. O con la música. “Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo” es la frase atribuida a Ludwig van Beethoven. Vale para el comunicador, el músico y para nosotros.

Es ruido la palabra fuera de lugar proferida para el menosprecio. También hay miradas que matan la quieta mudez del momento. Y gestos de brazos que gritan. Y clamorosos silencios.

Pero entre todos los silencios amo el silencio del pundonor, porque adquiere la magnitud propia de lo bien hecho: médicos que auscultan con la boca cerrada; labrador sin más sonoridad que la de su herramienta abriendo los terrones; madre que en un siseo inaudible arrulla al bebé para dormirlo; sacerdote callado en el confesionario; herido silencio infinito de la enamorada que, ya lejos, no está ausente ni olvidada.

Y entre los hermosos callares resplandece elegante el del profesional del golf caminando por el recorrido, con la barbilla metida casi en el pecho, como Jorge Campillo estos últimos años. O el del microsegundo anterior al golpe con el driver desde el tee de salida.

El domingo, después de ganar en el Royal Golf Dar Es Salam de Marruecos sonó en Twitter su voz con luz de pantalla: “Fue una larga espera después de 229 salidas, pero definitivamente valió la pena. ¡¡Gracias a todos por el apoyo!! #tropheehassanII”.

Eso no es un mensaje: es un largo suspiro que del corazón escapa feliz y vigoroso como aire comprimido, preso, del alma sufriente. Tiene más de épica fascinación ante lo que parecía imposible que de celebración de la victoria. No resulta fácil. Lo que debe haber pasado estos años por la cabeza de Jorge: ¡229 veces salir a ganar y 229 veces regresar sin trofeo!

Pueden decirme que así es la vida. No. Así es la muerte. Lenta. La vida es lo que ha luchado, lo que ha entrenado, caballero de la frontera, para hacer de tripas corazón y construir del barro de los fracasos el monumento de plata y oro de esta victoria africana.

¡Bravo, Jorge! El melón ya está calado. Ahora a disfrutarlo en tu silencio con los tuyos.

 Y tú, Jorge Campillo – ¡Campazo! –, que ahora eres primero, canta con el último… El Último de la Fila: “Si lo que vas a decir/no es más bello que el silencio,/no lo vayas a decir./Que hable el mundo y calle el hombre,/calle el hombre y vuélvase a callar.”.

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