Lío fenomenal en Francia y descubrimiento descorazonador de que una sociedad tan aparentemente liberada oculta un fondo machista. Resultó sorprendente que en su conferencia de prensa, donde los líos sentimentales del presidente de la república francesa acapararon la atención, François Hollande se mostrara indignado matando una vez más -nunca la última por lo que se ve- al mensajero, en este caso la revista Closer.

Hollande se mostró irritado cuando la única con derecho a estarlo, y además seriamente enferma, por berrinche y depresión, es su hasta el momento pareja oficial, o primera dama, Valérie Trierweiler, quien fue fundamental en la carrera del presidente para llegar a El Elíseo. Curiosamente desde sus estudios en la influyente y elitista Escuela Nacional de Administración (la famosa ENA) hasta su llegada a la Presidencia de Francia, Hollande utilizó a sus parejas para consolidar su carrera política.

Con Ségolène Royal, a quien conoció en la ENA en 1979, forjó su carrera aunque viviendo mortificado por ser ella ministra con François Mitterrand y él ser sólo un simple diputado. Ségolène, con quien nunca se casó teniendo cuatro hijos, le obligó a cerrar filas para lanzar su candidatura a la presidencia de Francia en 2007. Fue el año oficial de su ruptura pero desde hacía dos mantenía una relación secreta con Valérie Trierweiler, periodista de la Redacción de Paris Match. Poco después de hacer oficial su relación declararía a la revista Gala, rival de Paris Match, que Valérie era la mujer de su vida.

En el duelo con Nicolas Sarkozy, Valérie fue muy activa para que su pareja pudiera romper su imagen de Flanby -flan, ñoño, sin gancho…-. Con un carácter tan fuerte como su anterior pareja fue muy significativo que Valérie quisiera celebrar en la fiesta de la victoria, con la música a todo volumen, este triunfo bailando con la canción de La vie en rose de Edith Piaf, el corazón y la política, el amor y la rosa, símbolo, como en el caso del PSOE, del Partido Socialista francés.

Hollande pasa ahora a Valérie la misma factura que a Ségolène. Atento a la impopularidad de su pareja no dudó en tratar de enderezar su imagen viviendo una nueva relación con la actriz Julie Gayet, en el momento también de sufrir una caída en picado de su popularidad. Si Hollande criticó con cierta crueldad a Sarkozy por ser más un actor del mundo del corazón y la farándula que de la política, sigue sus mismos pasos de forma acelerada.

El descubrimiento de esta relación, y las explicaciones in extremis que tuvo que dar el presidente a su pareja el pasado jueves, que la crearon una fuerte depresión, empañaron una conferencia de prensa que buscaba dar respuesta a su incapacidad para frenar el desempleo en Francia. La primera pregunta fue sobre este asunto. “No es el lugar ni el momento”, replicó Hollande. “Todo el mundo, en su vida personal, puede atravesar situaciones difíciles. Es nuestro caso. Estamos pasando momentos dolorosos. Pero los asuntos privados se tratan en privado”, explicó sin añadir nada más. Pero tendrá que clarificar este asunto antes de su próximo viaje oficial a Estados Unidos, el 11 de febrero, donde en la cena con Barack Obama y Michelle puede haber una nueva primera dama o ninguna.

Y todo esto al margen del revuelo por el picadero descubierto en París de jefes de Estado que Hollande compartió con la mafia (ver en Hechos de Hoy, Trierweiler no sale del hospital, el nidito de Hollande y Gayet y la mafia corsa), el número 20 de la rue du Cirque,

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