Roma en alerta para recibir a Barack Obama en el final de su gira europea con el encuentro más esperado en Ciudad del Vaticano con el papa Francisco, el primero de América Latina, y el primer jesuita que afronta un papado que está siendo histórico desde su primera hora.

Barack Obama, quien viajó a Roma con el secretario de Estado, John Kerry, pidió esta audiencia. Horas antes lo explicó al Corrierre della Sera diciendo "que es una voz que el mundo necesita oír". Situó además este encuentro en la importancia de la lucha contra la desigualdad y la pobreza.

"El Papa tiene razón cuando dice que muchos de los avances no han llegado a un número suficiente de seres humanos. Es por eso que he prometido que Estados Unidos trabajará con sus socios en el mundo con el objetivo de erradicar la pobreza extrema en los próximos veinte años y estoy deseando escuchar la opinión del Papa sobre cómo podemos superar nuestros desafíos", confesó Obama. El número dos del Papa,  Pietro Parolin, secretario de Estado, también participó en esta entrevista.

La agenda romana de Obama contempla también reunirse con el presidente, Giorgio Napolitano, y el primer ministro Matteo Renzi. Obama no se irá de Roma sin estirar las piernas y conocer el Coliseo y respirar a fondo el aire del sur de Europa para comprender mejor el espíritu de las nuevas épocas.

El primer cara a cara de Francisco y Obama dejará huella a ambos. El Papa considera que las grandes palabras de la lucha contra la pobreza y la desigualdad tienen manos y rostro, el de los inmigrantes. En la víspera de esta audiencia, se vivió el momento conmovedor del llamamiento a Francisco de Jersey Vargas, una chica de diez años nacida en Los Ángeles. "Querido papa Francisco, ayúdanos a legalizar a nuestros parientes", era el el lema de la pancarta de su grupo.

Le contó a Francisco su drama, que es el de miles de familias hispanas en Estados Unidos. Su padre se encuentra en una cárcel de Indiana a la espera de ser deportado por ser un sin papeles. En el cara a cara de Francisco y Obama las deportaciones en una agenda muy amplia que contempla la crisis de Ucrania, los escasos avances entre palestinos e israelíes, el escándalo de la guerra civil en Siria, y la persecución de los cristianos en Oriente Medio. La pobreza, la desigualdad, la falta de un empleo digno y la necesidad de la libertad religiosa. las grandes cuestiones de este encuentro.

En los asuntos sobre la mesa, y en cuestión también no fácil para ambos, figura la situación de la Iglesia en Estados Unidos donde el 35% de la población es católica. Obama, (quien estudió en un colegio católico, trabajó de abogado en una comunidad religiosa de Chicago y eligió a un vicepresidente católico, Joe Biden) ha sido zarandeado por los obispos con críticas muy duras. De este cara a cara, saldrá una química aún más poderosas y la agenda de una viaje a Estados Unidos con visitas Washington e intervención en el Capitolio.

La agenda latina figura también en este encuentro, al margen de los énfasis que se hagan. En Washington hay preocupación por la violencia que sacude a Venezuela. Francisco también quiere exponer cómo contempla las grandes cuestiones de América Lativa y vive la situación de su país, Argentina. Hay interés en los dos por hablar y por escuchar.

Si Obama ha tenido momentos de intensidad especial en su mandato, como la visita en Suráfrica al penal donde permenció Nelson Mandela, este cara a cara en Ciudad del Vaticano le quedará grabado. Puede ser el comienzo de una relación muy directa entre ambos (lo que algunos llaman incluso como lo que sería un insólito teléfono blanco)y de nuevas reflexiones de Obama sobre los énfasis de su segundo mendato que es el que le situará como presidente que dejó huella o el de la decepción frente a un momento de altísimas esperanzas.

Obama, antes de llegar, observó cómo Francisco no se arredra con su látigo para poner a la Iglesia en pie frente a quienes la mancillaron con terribles escándalos, o con gestos de vanidad, prepotencia y lujo. Sobre este último caso (que tratado Hechos de Hoy), la reacción de Francisco en la controversia del obispo de Limburgo, Franz-Peter Tebartz-van Elst, el obispo del lujo ha sido la de su cese aceptando la renuncia. El estilo sencillo de Francisco, pero efectivo e implacable para quienes no comprenden que la Iglesia sólo puede ser una Igesia para los pobres y de servicio en un mundo de frialdad y desinterés ante quienes sufren sin esperanza.