Carly Fiorina se convirtió en 1999 en la primera mujer que lideró una empresa del Fortune 20. La exCEO de Hewlett-Packard era la única mujer aspirante a la presidencia por el Partido Republicano.
Su precampaña resultó exitosa llegando a chocar en debates con Donald Trump y parándole los pies. Pero la dureza de la lucha cainita en el Partido Republicano, y el avance en tromba del candidato que no respeta las formas, acabó por precipitar su retirada (ver en Hechos de Hoy, Bernie Sanders y Donald Trump sin techo en su avance en Estados Unidos).
Ser la número siete en New Hampshire le ha llevado a la convicción de que, hoy por hoy, no se puede parar a Donald Trump. O al menos ella no lograba apoyos para hacerlo. Con una trayectoria personal llena de energía, habiendo luchado ante adversidades de salud, y con temple de emprendedora y luchadora, mujer de coraje, hubiera mererecido mejor suerte en este arranque de las primarias.
Se despidió en su perfil de Facebook.
"Si bien hoy suspendo mi candidatura, continuaré viajando este país y luchando por aquellos estadounidenses que se niegan a conformarse con un status quo que ya no les funciona". escribió Carly Fiorina.
"Nuestro Partido Republicano también debe luchar al lado de estos estadounidenses. Debemos poner fin al capitalismo interesado combatiendo las políticas que permiten que se consolide. Debemos corregir nuestros problemas exigiendo que la enorme e inepta burocracia gubernamental rinda cuentas", enfatizó.
También se produjeron otros abandonos. En el Partido Republicano el gobernador de New Jersey, Chris Christie, suspendió su campaña por la nominación, tras su sexto lugar en New Hampshire.
Después del caucus de Iowa, el senador por Kentucky, Rand Paul; el exsenador por Pensilvania, Rick Santorum; y el exgobernador de Arkansas, Mike Huckabee tiraron la toalla.
En el Partido Republicano, el foco giró ahora -en Carolina del Sur y Nevada- con la lucha entre el senador por Florida, Marco Rubio, y el exgobernador de Florida, Jeb Bush. Donald Trump es ahora más maquiavélico para tejer sus alianzas con los electores. De forma cínica, y cruel, aviva la lucha fratricida entre sus rivales republicanos, y disfruta con el duelo encarnizado, e inesperado, entre Bernie Sanders y Hillary Clinton.
