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MUJER, GOLF Y VIDA

Womens Golf Day o el éxito de un golf con mujeres

Con ocasión del Día Internacional de la Mujer Golfista, mi Club ha organizado un torneo de Nueve Hoyos, al caer la tarde del día 6 de junio. Es una fecha para unirse a 30 países, a 400 campos y animar el golf femenino.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Sentado yo, también al caer la tarde, en la Terraza Oeste de la Casa Club con un tinto de verano y un libro sobre la Mujer (Iguales pero diferentes, María Calvo Charro, ALMUZARA, 2007), me iba enterando de cosas que podríamos titular como Mujer, golf y vida.

A mis oídos llegaban susurros, comentarios, opiniones y hasta interpelaciones sobre ese torneo femenino del Womens Golf Day en mi club: Por qué 9 hoyos; caso de mujeres casadas; caso de mujeres solteras; madres con trabajo profesional exterior; jóvenes señoritas en exámenes; viudas; mujeres que acaban de empezar con el golf de las cuales unas pasaban vergüenza por su mal swing y otras no querían suponer un peso muerto en partidos con damas experimentadas.

También he visto, no sin asombro, la intensidad con que se sumergían con particular eficacia para tenerlo todo preparado, cuando apenas había tiempo para organizarlo.

Sí, al final se celebrará el  torneo de 9 hoyos Womens Golf Day. Y seguro que con éxito.

Una vez en casa escucho Woman, de John Lennon: y tengo en mi boca las primeras estrofas:

And, woman, I will try to express
My inner feelings and thankfulness
For showing me the meaning of success

Porque estamos hablando de eso, ¿no? Del significado del éxito en el golf y en la vida.

Las damas que charlaban en la mesa de al lado, las que vi en la barra al ir a pagar, las que se despedían en el aparcamiento deseaban el éxito del torneo. Aun más, deseaban ser protagonistas de ese éxito. También debo entender que incluso las que se mostraban críticas deseaban a su modo contribuir a que aquello saliera bien.

Pero lo maravilloso es que tan comunes en tantas cosas con los varones, las damas dominan teclas de la convivencia inaccesibles a ellos.

Por cuestiones de probable origen genético, a las mujeres “les cuesta más trabajo aislarse cognitivamente de lo que les rodea. Por ello, Nicole Fontaine, expresidenta del Parlamento Europeo, solía decir en que en ocasiones se sorprendía a sí misma acompañada por algunos de los hombres más influyentes del planeta y al mismo tiempo pensando cómo estarían sus hijos, si habrían llegado bien a casa, qué habrían cenado o cómo habrían pasado el día” (Iguales pero diferentes).

Lo  anterior sugiere, no tanto que tengan superpoderes, como se dice en algunos chistes o, en sentido contrario, que padezcan una incapacidad de concentración, sino, simplemente que en esto como en otras facetas hay una diferencia complementaria con el hombre.

Probablemente la más valiosa diferencia es que su concepto de éxito tiene mucho de transcendencia y de humanidad. Hacer un resultado magnífico, pero sin humanidad es ganar el rostro del éxito, pero perder su alma. Vencer es vencerse por algún motivo que valga la pena.

La otra cuestión es que si queremos el éxito – en el golf, en la amistad, en el trabajo o en el matrimonio – hay que saber priorizar.

Nos va mucho en acertar. Es la hora, todavía es la hora, de ayudar radicalmente a que las prioridades no se vean postergadas por techos de cristal, barreras de machismo o un fairway que para ellas no es bermuda segada al ras, sino un impracticable rough, una carrera de obstáculos (horarios, duración, requerimientos ajenos, etc.).

Un Womens Golf Day es, de algún modo, una nueva oportunidad, un aprendizaje.

Vosotras, mujeres del golf, a superar el miedo; a vencer el sentido del ridículo, a derrotar el temor a la derrota.

Los jugadores varones, por nuestra parte, podemos abrirnos a convivir deportivamente con la diferencia. A esto contribuirá en no menor medida, cuando es posible, jugar juntos e incluso con los hijos. E incluso con las nueras.

Las Direcciones de Clubs, los Comités de Golf tienen también con ocasión del Womens Golf Day, la oportunidad de revisar tics prohibicionistas donde haya esta situación extrema. Pero además es hora de echar a volar la imaginación para que las mujeres puedan participar en el juego, teniendo en cuenta los casos de profesionales, madres de familia y otras ricas manifestaciones de las diversas posibilidades de la familia.

Hablando en plata: ser mujer no puede ser un hándicap más sobre el hándicap de juego. Más al contrario, la presencia de mujeres en el recorrido del golf –como en el recorrido vital – debe entenderse como un regalo, no sólo por su belleza sino porque aportan su peculiar modo atender las cosas: delicadeza, concreción, conversación, afabilidad y una inaprensible evocación de la familia.

Mujer, golf y vida tienen que ver con considerar el entramado familiar como un tejido resistente porque la lanzadera es el corazón y el hilo la generosidad.

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