Con motivo de la exposición retrospectiva de Vasily Kandinsky (1866-1944) que se celebra hasta el próximo 28 de febrero en la sala Centro-Centro Cibeles del Ayuntamiento de Madrid, ofrezco a los lectores una amplia biografía del gran pintor ruso, fundador de la abstracción, al que ya dediqué mi anterior post en Hechos de Hoy.
Nacido en Moscú, en 1866, donde estudia Derecho, carrera que posteriormente abandona cuando se le ofrecía un brillante porvenir jurídico, Vasily Kandinsky se instala en Munich en 1896, con treinta años, y allí estudia pintura con Von Stuck, uno de los fundadores de la Secession alemana. Este cambio de vocación se efectúa, con toda probabilidad, debido al impacto que le produjo la exposición de los impresionistas franceses exhibida en Moscú, en 1895.
En los primeros años del siglo efectúa numerosos viajes a Italia, Túnez, Berlín, etc., siendo muy importante el que hace a París, donde reside de 1906 a 1907, porque entra en contacto con la pintura Fauve que le afecta profundamente. Kandinsky poseía, además, excelentes conocimientos musicales, siendo un gran melómano, lo que repercutirá notablemente en su arte que se podría relacionar con el post-romanticismo de un Rachmaninov y la atonalidad estructural de un Prokofiev, compositores rusos coetáneos del pintor.
De vuelta a Munich, en 1908, funda al año siguiente la Nueva Asociación de Artistas, y dos años después, en 1911, Der Blaue Reiter o El jinete azul, como consecuencia de una escisión con la primera. En 1912, publica De lo espiritual en el arte en el que expone sus teorías acerca de la superioridad de lo espiritual sobre lo material, y sus correlaciones artísticas.
En 1914, Kandinsky retorna a Moscú donde permanece hasta 1921, dedicándose fundamentalmente a actividades culturales y teóricas. En ese tiempo contacta con el Constructivismo Ruso que se hallaba en auge en esos años. Al final abandona definitivamente su patria al entrar en conflicto con la inflexibilidad y falta de libertad artística del régimen soviético. En 1921, ingresa en la Bauhaus alemana en calidad de profesor, continuando hasta 1933, fecha en la que el nacionalsocialismo cierra la institución. En ese año se traslada a París, donde residirá hasta su muerte, en 1944.
Impresión, Improvisación y Composición
De acuerdo con la descripción y clasificación que Kandinsky hace de sus propias obras en De lo espiritual en el arte, retomadas e interpretadas en la Historia del Arte de Pijoan, se pueden establecer tres etapas diferenciadas en su producción artística: “Impresión”, “Improvisación” y “Composición”.
1) Hasta 1910. Predominio de la “Impresión”. Según palabras de Kandinsky, “Una impresión directa de la naturaleza exterior. A esto llamo Impresión”. En esta fase el pintor realiza obras figurativas de gran belleza, alegría y colorismo, que llegan a rozar el umbral de la abstracción sin alcanzarla. En ella ya se halla muy influenciado por la música.
2) 1910-1920. Predominio de la “Improvisación”. “Una expresión en gran parte inconsciente, espontánea, de carácter interior, de naturaleza no material ( es decir, espiritual ). A esto llamo una Improvisación”. Fase de abstracciones expresionistas. Manchas de color más o menos extendidas, de colorismo exaltado y contrastado, esencialmente romántica y vital, en la que abandona la figuración y actúa con total libertad y espontaneidad. Es su época de pertenencia al grupo expresionista Der Blaue Reiter, en la que Kandinsky encuentra su más genuina forma de ser.
3) 1920-1944. Predominio de la “Composición”. “Una expresión de un sentir interior, lentamente formado, elaborado repetidamente y de un modo casi pedante. A esto llamo una Composición”. Fase de abstracciones constructivistas. Alejada su fase romántica y de libertad expresiva, sus abstracciones se hacen cada vez más geométricas, aunque nunca se ciñen a un esquema estricto e inflexible, manteniendo la libertad en las variaciones compositivas. Las diferentes figuras geométricas, círculos, arcos, líneas rectas u onduladas, cuadrados, triángulos, ángulos, puntas, etc., se estructuran libre y arbitrariamente, en desorden ordenado, con dinamismo agresivo, casi con dureza, y se establecen en un fondo espacial neutro, hueco de contenido.
Esta clasificación no es absoluta ya que Kandinsky pinta algunas de sus Composiciones antes de esas fechas; además cuando él escribe acerca de lo que llama “Composición” será en De lo espiritual en el arte, publicado en 1912, por tanto anterior a 1920, año en que comienza su tercer período con predominio de la “Composición”. No obstante, se respeta dicha clasificación pues Kandinsky realiza la mayoría de sus abstracciones geométricas constructivistas, que se ajustan a la descripción de “Composición”, a partir de 1920. Es la época de pertenencia a la Bauhaus, por lo que se aprecia la preponderancia estilística de la escuela, sus raíces arquitectónicas, así como la evidente influencia del Constructivismo ruso, que posee esas connotaciones. En 1925, Kandinsky publica su otro libro de teorías, ésta vez con más exposiciones sobre geometría: Punto y línea en el plano.
Kandinsky es uno de los creadores cruciales de la historia del arte. Con él se abre un capítulo muy importante y de enormes repercusiones en el siglo XX, el de la abstracción o arte no objetivo, al ser el primer pintor que realiza una acuarela abstracta, en 1910. Como ocurre con algunos artistas, como Goya, Velázquez o Picasso, a partir de Kandinsky se puede establecer un antes y un después en el arte. Aunque, también es cierto, la abstracción se encontraba tan próxima a su nacimiento, tan autónoma y tan necesaria en si misma, que se podría decir que si no hubiera sido Kandinsky el que la hubiese inaugurado, hubiera sido Klee, Malevitch, Delaunay, Kupka, Picabia, Mondrian o cualquier otro de los grandes artistas que llegaron a la abstracción en aquellos incipientes comienzos del siglo XX.
Kandinsky llegó el primero a la meta de la abstracción
Pero lo que le ha hecho grande en el arte de nuestro tiempo a Kandinsky, además de esto, ha sido su especial manera de concebir la pintura, de extraer de ella su esencia espiritual; y yendo más allá, la de entender que, además de la realidad visible, explícitamente demostrable, de los positivistas decimonónicos, existía otra realidad, invisible a los sentidos, de naturaleza espiritual, que Kandinsky no sólo atribuye a las personas sino también a las cosas y a su representación. Esa fue su esencia, brotada de sí mismo, no buscada como novedad artística, lo que le conectaría con la revolución filosófica del siglo.
Encontrar esa espiritualidad en sus cuadros será la tarea que impone Kandinsky; así como la de hallar la musicalidad, imposible de percibir más que con el oído, pero que se hará casi audible en sus pinturas, segundo reto que incita el pintor a descubrir en sus lienzos; posiblemente en la armonía, delicadeza y conjunción, únicas, del color con la forma manchada, extensa e informe, de su primer y segundo períodos.
Kandinsky no fue un pintor revolucionario a la manera de Picasso, aunque alcanzó la abstracción, fue ésta la que llegó a él, la que le eligió como su artífice cuando estaba a punto de brotar. Kandinsky resultó un innovador original pero fue algo más, un esteta, un mago del color, un romántico del cromatismo, un entusiasta de la libertad sin límites, de la expresión sin normas, del sentimiento como arte.
Influenciado por el Fauvismo, expresó el color en sí mismo, a través de la forma, desvinculándolo de todo significado, en su época más genuina y personal, la de la “Improvisación”. En ella, color y música hallaron una misma identidad, y de su síntesis extrajo la espiritualidad y se sumergió en ella. Su período final, el de “Composición”, en el que denota sus correlaciones con el Constructivismo, siendo brillante, fue menos hermoso, más rebuscado y agresivo, menos espiritual, menos lírico, más estructurado, más material en suma.
La obra de Kandinsky se circunscribe dentro del proverbial idealismo platónico que embargaba a Europa Oriental desde hacía centurias y que se contraponía al racionalismo aristotélico Occidental. Kandinsky propugnaba el irracionalismo que, según sus propias afirmaciones, mostraría su superioridad sobre el racionalismo de Occidente. En su obra, colorista, dinámica y vital, se pueden hallar también elementos del folklore ruso.
Finalmente, Kandinsky tuvo una enorme repercusión, en especial en el arte abstracto de la segunda mitad del siglo XX, concretamente en el Expresionismo Abstracto y en el Informalismo.