En la sala de exposiciones de la Fundación CaixaForum de Madrid, ha tenido lugar este invierno y primavera una muestra monográfica del artista norteamericano Andy Warhol de gran importancia dada las pocas obras de arte que se pueden contemplar en España de este polifacético creador, único en sus manifestaciones pictóricas y escultóricas en las que desarrolló algo nuevo y diferente: el Arte Pop.
En el panorama artístico internacional de los años sesenta se observa un cierto cansancio con respecto al arte abstracto y no objetivo. Después de la Segunda Guerra Mundial se había desarrollado y explorado tanto la abstracción que sin duda el estilo exigía una pausa; necesitaba recogerse en sí mismo para encontrar nuevas vías de expresión y no llegar al agotamiento del arte abstracto. Se imponía una vuelta al lenguaje figurativo, a la figuración vanguardista se entiende, ya que la figuración tradicional nunca había dejado de existir en sus propios caminos creadores.
En el arte de vanguardia, y dentro de la figuración, van a surgir, como reacción a la abstracción, dos estilos de gran trascendencia: el Pop-Art y el Neoexpresionismo. No obstante, a pesar de ser movimientos que se oponían a la abstracción, en concreto al Expresionismo Abstracto y al Informalismo, se producía la paradoja de estar cercanos a ella, por la desfiguración gestual a la que llegó el Neoexpresionismo, que conformaría una especie de figuración abstracta, y por las fluctuaciones de los artistas Pop hacia la abstracción y viceversa.
Por otro lado, si la abstracción había supuesto, en algún sentido, una respuesta nihilista y de evasión a la realidad de la vida – sobre todo después de los horrores de la guerra -, el Pop-Art acaso se hallaría también en la misma línea de evasión, y lo haría hacia lo banal de la vida, hacia su faceta trivial e intrascendente.
Mientras tanto, el Neoexpresionismo, no solo no se evadiría de la realidad, sino que aherrojaría y profundizaría en ella, en su dramatización, reflejando en sus seres informes y deformes, con un expresionismo virulento, la tragedia del ser humano y su descomposición como efecto de unas secuelas bélicas que no habían acabado todavía y se prolongaban, en aquellos años, en lo que se llamó la “Guerra fría”.
El Pop-Art fue quizá una forma de evasión que utilizó y reelaboró los sistemas de comunicación, la cultura de masas y la publicidad, y reflejó la sociedad de aquel momento, la cual vivía ya una cultura Pop que abarcaba además del arte, la música, la moda, etc., en la que había tenido mucho que ver el desarrollo tecnológico y económico y la cultura industrial y capitalista de Occidente.
El Pop-Art fue el arte de una época en la que la frivolidad y el consumismo escondían un drama soterrado, el materialismo, la pérdida del sentido de la vida, la soledad del hombre y su manipulación. Los artistas de esta corriente, al plasmar esas formas de vida externas, no buscaban un arte intrascendente y frívolo en sí mismo, como aparentemente podía parecer, sino que intentaban realizar una crítica irónica y suave de aquella sociedad, sobre todo de la sociedad de consumo, aunque es verdad que a veces no existía una clara intencionalidad o propósito al respecto.
De tal manera que por un lado el Pop-Art supuso un escape liberatorio al drama vital y existencial, pero por otro no fue un escape al vacío, sino que lo hizo reflejando, con sentido del humor y mordacidad, la faceta banal y trivial de la vida, la cultura popular de aquel tiempo en la cual él mismo se sumergió. El arte fue una vez más testimonio de la realidad. En este contexto es en el que hay que estudiar y contemplar el Pop-Art, antes de decidir si estéticamente es o no de nuestro agrado.
Norteamérica sería el país donde se desarrollaría el Pop-Art de manera más destacada, conformándose como el segundo gran estilo puramente norteamericano de la postguerra. Sin embargo, sus primeros orígenes se fundamentan en Inglaterra. La corriente va a tener una gran relación con el arte Dadá y el Surrealismo, especialmente con las personalidades de Duchamp, Picabia y Schwitters, habiendo tenido los dos primeros ya una fuerte ligazón con Estados Unidos en la época de la fundación del Armory Show y del Dadaismo norteamericano.
El Pop-Art exigía mucha dedicación, elaboración y trabajo
Habitualmente de enorme formato y gran colorismo, en los cuadros se introducían objetos como latas, botellas, maniquíes, dianas, banderas, “comics”, “collages”, fotografías, carteles publicitarios, y toda clase de objetos que tenían no solo una finalidad estética sino también simbólica, semántica, iconográfica y crítica, cosa que el público no supo en su mayoría entender, entusiasmado con aquel lenguaje de fácil comprensión que estaba tan a su alcance y que identificó con sus propios gustos.
El Pop-Art, que consagró y mitificó la imagen por la imagen, llegó a su consagración en la Bienal de Venecia de 1964, al concederse el primer premio de la misma a Rauschenberg, pionero del Pop-Art. En Estados Unidos va a tener dos escuelas fundamentales, la de Nueva York y la de California, aunque la que destaca en importancia es la primera, con artistas como Roy Lichtenstein, James Rosenquist, Andy Warhol, Tom Wesselman y Claus Oldenburg, que sería el escultor del grupo neoyorkino.
En 1962, en la Galería Sidney Janis de Nueva York, se exhibieron las obras de estos cinco artistas en una exposición que llevaba por título “New Realists”. Desde Norteamérica, el Pop-Art se expandiría profusamente por el mundo Occidental.
El Pop-Art y el Expresionismo Abstracto son probablemente los mejores exponentes artísticos del pueblo norteamericano. Los artistas citados supieron plasmar una vida y unos gustos típicamente norteamericanos, de ahí el éxito popular de este arte y su difusión, así como supieron captar y expresar magistralmente la vitalidad y el dinamismo de la nación, su energía expandida.
Y quizá conviniera poner en relación a los artistas expresionistas abstractos y del Pop-Art con dos compositores estadounidenses del siglo XX, Leonard Bernstein y George Gerhswin, cuyas partituras musicales (“West Side History”, “Un americano en París”, “Rhapsody in Blue”, etc. ) bien podrían acompañar, paralelamente, con su trepidante vitalismo, ritmo, sonoridad y colorido a estos dos estilos. Igualmente resulta imprescindible citar al respecto, al compositor John Cage, también norteamericano, con su música y teorías innovadoras y su relación con los artistas Pop, en especial Rauschenberg, Jim Dine, etc..
La figura de Andy Warhol (1931-1987)
Nacido en Pennsylvania, de padres originarios de la antigua Checoslovaquia, Andy Warhol se forma en Pittsburg, en el Carnegie Institute of Technology. Antes de dedicarse a la pintura trabajó como dibujante publicitario, lo que influiría en su obra posterior que recogería muchos temas de productos comerciales y de consumo. También extraería los motivos de sus cuadros de las revistas de sociedad y actualidad, creando una iconografía sobre personajes famosos y objetos de uso cotidiano que pasaron a formar parte de la llamada “mitología Pop”.
De esta manera, Warhol plasmó en sus cuadros figuras del cine y de la política, como Marilyn Monroe, Liz Taylor, Jackie Kennedy, Cassius Clay (Mohamed Ali), Mao Tse Tung, etc., e inmortalizó productos como las latas de sopa Campbell’s o las botellas de Coca-Cola, haciéndolo a menudo en secuencias repetitivas y redundantes, dentro del mismo cuadro, subdividiendo éste en cuadrículas. Warhol alcanzó rápidamente una fama extraordinaria, siendo acaso uno de los artistas más cotizados de la Escuela Pop-Art de Nueva York.
¿Cuál era el secreto del éxito de aquellos lienzos que simplemente representaban rostros de figuras famosas o productos de consumo? ¿Por qué tenían tanta aceptación en el público? El arte abstracto que había dominado e inundado la escena norteamericana, y en especial la neoyorkina, había llegado a cotas altas de ensimismamiento artístico, de pureza y de esteticismo; en su búsqueda del arte por el arte, la pintura abstracta se había hecho ininteligible e inalcanzable al espectador medio, que acusaba un cansancio de aquellos cuadros sin significado inmediato que separaban la realidad y la vida de forma absoluta.
Cuando emergió el Pop-Art, con sus enormes lienzos coloristas y vitales, con la cara de conocidos artistas de cine o de productos de consumo habitual, el público se encontró con la realidad cotidiana de nuevo, y que por fin podía entender el arte a simple vista y disfrutar de él.
El que los temas fueran banales, frívolos o intrascendentes, hacía aquel arte todavía más cercano y simpático, después de las honduras filosóficas de la abstracción, aunque detrás de todo ello había también, no hay que olvidarlo, unas ansias de evasión de la realidad de la vida, de su trascendencia y profundidad esencial, que reflejaban el sentir y el vivir de una época. Lichtenstein y Wharol, que era considerado como el “Papa del Pop-Art”, fueron, en definitiva, los magos que transformaron con sus pinceles la dramática realidad existencial en una ilusoria irrealidad.
En la exposición mencionada al principio de la Fundación CaixaForum sobre Andy Warhol, se pudo contemplar, al ser antológica, gran parte de su obra, en especial aquella que puede ser más representativa, puesto que Warhol repetía innumerables veces los temas de sus cuadros, por lo demás coloristas, alegres y singulares, sin faltar las trascendentes.
La muestra estaba subdividida a lo largo de toda la planta en 7 salas bien definidas:
Sala 1, introduce a los inicios del pintor con cuadros exquisitos como Mademoiselle, 1959 y Varón sin identificar, 1957.
Sala 2, aquí se aprecian sus célebres cuadros Pop, como Marilyn, 1990, en diez cuadrículas con el retrato de la actriz que destacaría su estilo en el que triunfó con retratos como éste, y Tres botellas de CocaCola, 1962,
Sala 3, continúa con sus retratos de famosos como Jackie, 1964, Litz, 2963, una evocación de la muerte, Single Elvis, 1964 y Autorretrato, 1966 y las tan conocidas sopas Campbell´s, en Campbell´s I en diez cuadros con las latas como protagonistas.
Sala 4, cuatro cuadros de vacas, 1970, 76, 71, 66, y Mao, 1972.
Sala 5, carteles y libros, The Beatles, Michel Jackson, y otros famosos.
Sala 6, Retratos de Edward Kennedy, 1983, Farah Diba, emperatriz de Irán, Shah de Irán Reza Shah Pahlevi, y cinco retratos del boxeador Mohammad Alí, 1978.
Sala 7, cuadros dramáticos y trascendentes, Pistola, 1980, Silla eléctrica, 1967, Hoz y Martillo, 1976, y Calavera, 19776.
Información: www.Caixa-Forum.es
Artículo con información del libro Historia del Arte Universal de los siglos XIX y XX. Tomo II de Ana Mª Preckler.