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SE APAGARON LAS ESTRELLAS

Rory McIlroy (-16) vuelve con autoridad para llevarse The Players

El norirlandés se mantuvo firme mientras iban cayendo sus notables adversarios, entre ellos Jon Rahm que comenzó mal y no llegó a recuperar el liderazgo. Algo propio del golf y cómo él difícil de entender.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Ponte Vedra Beach parecía un pueblo de veraneo en el comienzo del otoño. No sé, quizás Noja a finales de septiembre. La lluvia de la noche había enfriado el aire. La humedad, el viento y las intermitentes nubes no invitaban a la manga corta. Aparecían este domingo por el recorrido del TPC Sawgrass personajes de infrecuente indumentaria; bermudas y quitavientos en los más jóvenes; ropa abrigada en los mayores. Algunos paraguas abiertos. Y, sin embargo es casi primavera en Florida.

Todo me llegaba a la vista con tonos de soledad. De apagamiento. De final de jornadas de risas y vino con amigos. Un mundo quieto como un solo de piano en un salón vacío.
Ese tiempo detenido, sin fuego, no parecía el propio para la ronda final de The Players, el prestigioso torneo de Florida.

Hasta John Rahm que partía como líder en solitario no se encendía con la pasión de la víspera. El español salía en el partido estelar con Tommy Fleetwood. El inglés, que terminó la víspera con -14 igual que McIlroy, entregó su tarjeta antes que el norirlandés, desplazando a éste del partido estelar. Hubiera sido más espectacular ver en el mismo partido al español y a Rory, al menos sobre el papel.

Pero ya se sabe que la verdad a veces mejora los deseos. Y este podía ser ese día. El comienzo no fue de lo mejor para el español con bogey en el hoyo 1 par en el hoyo 2. Perdió la soledad en el liderato, pero lo conservaba compartido. Tocaba tener paciencia. Y más que paciencia, pues otro bogey en el hoyo 3, le quitó el liderato por unos minutos: justo los minutos que empleó Rory McIlroy, que se había ido al agua en el hoyo 4, para hacer doble bogey.

En la cumbre después de esos momento se apiñaban 18 jugadores en sólo dos golpes. ¡Y qué jugadores! Ahí estaban los señores Fleetwood, Furyk, Harman, Johnson, Ancer y McIlroy, entre otros.

Al cumplirse el primer tercio del recorrido, Jon Rahm con un birdie en el hoyo 6 volvió a subirse al microbús llamado liderato donde ya viajaban Ancer, Fleetwood, Schniederjans y Furyk.

Lo que definía el estado general del juego a esa hora era la volatilidad: se veían aciertos, pero también bastantes fallos impensables. Ello arrojaba una imagen errática: unas veces subrayaba a los jugadores y otras los borraba de los lugares principales del tablero.

Ya lo sabemos: la vida imita al golf. También nosotros tenemos momentos estelares seguidos de momentos estrellados. Y todo ello puede ocurrir en el mismo día.

Ya le pasó a mi tío Carlos aquel día que compartió aperitivo en el Savoy con una conocida estrella de cine italiana y, con el sabor de alegría todavía en el paladar del corazón, presidió una pavorosa cena en la embajada española esa misma noche. Pavorosa porque le tocó en la misma mesa un plasta, un pelmazo de la peor especie: “pelmazo-de-piñón fijo” que le insistía en un asunto de su propio interés, sin la menor sensibilidad hacia las damas y caballeros de la velada, y menos aún para el pobre tío Carlos.

.- Querido amigo, lo que me planteas desde hace media hora, es posible que tenga solución pero el postre tiene prioridad, ¿verdad que sí? – le dijo tío Carlos sin perder la sonrisa.
Pues eso: cuando vienen mal  dadas una escapada mental tiene que ser pensar en lo que tenemos delante ahora.

Eso hizo Jon Rahm. Tras meter la pata en el hoyo 11 tirando a green sin espacio y mandando la bola al agua, lo solucionó el mismo haciendo birdie al hoyo 13: porque pensó solamente en lo que tenía delante. Y así, mientras luchó en ello progresó. Pero el final se oscureció como tantos otros.

Hay una leyenda, casi un mito, sobre la noche de la noche. Conocemos cómo se llena de estrellas el firmamento al caer el sol. Pero llega el momento más tenebroso que es cuando se apagan las estrellas. El ocaso oscuro, el zenit de la terrible negrura cuando en la cúpula celeste uno tras otro los astros pierden su luz. Esa es la noche de la noche. ¿Cabe al peor cielo?

En The Players no ocurrió del todo, pero se fueron fundiendo uno tras otros los  más luminosos: Xander Schauffele y Jordan Spieth ni pasaron el corte. Bubba Watson, Francisco Molinari, Brooks Koepka, Rickie Fowler y Patrick Reed, -2. Justin Thomas, -5; Tiger Woods, -6; Sergio García, -8; y Jon Rahm, – 11.

Sólo dos lumbreras, apenas dos faroles suavizaban la sensación ceguera. Un Jim Furyk que a dos meses de cumplir 49 años, hizo cuatro birdies en la segunda vuelta para quedar segundo con -15.

Y la estrella renacida fue Rory McIlroy que se mantuvo en la pelea hasta el final para poner el -16 en su tarjeta y llevarse la victoria del The Players 2019.

Una cosa es segura: en el cielo del golf amanece cada semana y vuelven a encenderse estas estrellas.

Esa es la ventaja de los mitos y de lo efímero.
 

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