Voces amigas me han pedido que escribiera sobre el llamado desarme de la banda ETA de este fin de semana.  Accedo a contar mi parecer en unas pocas líneas por amistad, porque mi reacción espontánea ante este hecho era la del clamoroso silencio del desprecio.

No he querido ver demasiadas imágenes de la farsa de Bayona para conservar la paz de espíritu.  La calificación más adecuada de la obscena performance interpretada por los llamados mediadores internacionales, con el inefable Manikkalingam al frente, los llamados “artesanos de la paz” entre los que estaba Josu Zabarte, alias el Carnicero de Mondragón, condenado por 17 asesinatos y ya en libertad, y la comparsa de políticos y periodistas que han pululado alrededor de esta bufonada, es la de ridícula, si obviamos que detrás de ella hay un reguero de sesenta años de terror y más de ochocientas víctimas.

Se nos ha querido presentar el acto como el generoso desarme unilateral de una de las partes del conflicto en aras a la consecución de una ansiada paz. Pura farsa y pura mentira.  ETA no ha sido otra cosa que una banda de psicópatas criminales cuyo objetivo no era otro que el asesinato de los que no pensaban políticamente igual que ellos, sin importarle para lograrlo llevarse por el camino al mismo tiempo, a familiares, niños, o gente que pasaba por ahí.  Por esto mismo no se les puede pedir nada.  ¿Qué vamos a esperar del Carnicero de Mondragón, una de cuyas víctimas fue José María Piris, un niño de 13 años?  ¿Qué vamos a esperar de Txapote que descerrajó dos tiros en la cabeza a Miguel Ángel Blanco, un chaval de 29 años, concejal de su pueblo al que le gustaba tocar la batería?

Por eso la foto que personalmente más me ha repugnado ha sido la de los representantes del PSE, CC.OO, IU, Podemos, ELA, LAB y PNV en un hotel de Bilbao bailándole el agua a Arnaldo Otegui.  Quiero creer que muchos de los que aparecen en esta foto, por su edad, inexperiencia y frivolidad no se enteraban de nada. 

No creo que tengan capacidad para asumir interiormente la tragedia que para miles de personas ha supuesto la existencia de la banda terrorista. Pero ¿qué hacían en esa farsa el Partido Socialista de Euskadi, representado por Rafaela Romero, y el Partido Nacionalista Vasco, con su presidente Andoni Ortúzar al frente?  Ellos sí saben lo que ha pasado allí. Y tienen capacidad para distinguir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, y lo moral de lo inmoral.

Contar lo que realmente ha pasado durante estos largos y trágicos años en el País Vasco y en toda España es deber de políticos, periodistas, educadores e historiadores, para que las generaciones futuras conozcan la verdad.  Pero los que lo hemos vivido sabemos perfectamente lo que ha pasado.  El PSOE y el PNV también.  Que algunos por interés político, por cobardía o por estar entregados al sometimiento de “lo políticamente correcto” quieran acallar su conciencia autoengañándose con interpretaciones falsas de los hechos, allá ellos.  Todos sabemos distinguir en esta historia la grandeza moral de unos de sus protagonistas de la miseria moral de otros.
 

– Juan Araluce Letamendía es presidente del Consejo Editorial de Hechos de Hoy y de la alianza Media World de Periodismo de Calidad.

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