Casi todos los pescadores a mosca estamos ya más que pendientes del estado de nuestros ríos. Las más que abundantes lluvias de Galicia, por ejemplo, están poniendo en peligro la freza, mientras que en otros lugares, de momento, son lo contrario, un alivio a un otoño seco. La evolución del clima no sólo es importante por el estado de los ríos, sino también de los invertebrados que viven en este entorno, son alimento y también, por supuesto, el soporte a las imitaciones que vamos a realizar y usar para la pesca.
De la multitud de imitaciones que debemos llevar están las que lo hacen sobre una subclase de insectos acuáticos, los bétidos, con muchas variedades entre la que se incluye una esencial en el arranque de temporada, la baetís niger, los bétidos negros que nos salvan tantas y tantas jornadas de pesca.
La importancia de los bétidos
Los bétidos pertenecen a la gran familia de los efemerópteros, las efémeras, con la que comparten algo fundamental para el pescador, un importante estadio intermedio entre emergente e imago, una posición en la cuál basaremos buena parte de las imitaciones por la atracción que tienen las truchas por ellas. De todas ellas hay 4 géneros: Centropilum, Cloeon, Procloeon y Baetis, siendo este último genero el más destacado. Dentro de este, entre las moscas la baetis niger, baetis alpinus, baetis rhodani o la baetis vernis.
Los bétidos no son moscas excesivamente exigentes en el medio necesario para crecer. Por ello, las podemos encontrar no sólo en los tramos altos, también en muchos medios. Esto no significa que esté sufriendo la pérdida de calidad de las aguas. Sus larvas están entre 6 meses y 1 año en aguas mansas o movidas con ovas o musgos donde agarrarse.
Son larvas nadadoras de entre 4 y 10 mm. En su fase adulta tienen 4 alas, aunque destacan las 2 grandes en la parte delantera, base para todas nuestras imitaciones. Con esta descripción hay una enorme cantidad de colores y variedades aunque podemos concentrarla en una pequeña variedad.
Colores y formas de imitaciones de bétidos
Aunque nuestra elección de color y formas dependerán de la propia observación de las eclosiones en el río, si en la práctica, hay ciertas pautas que puedan ayudar. Por ejemplo, en color son más oscuros los que viven en aguas más frías, es decir, tramos más de alta montaña. También el tamaño varía. En las eclosiones de primavera los bétidos tienen un tamaño mayor que las últimas del verano o primeras del otoño.
Cuando eclosionan su vida es muy corta. En pocas ocasiones llegan a las 36 horas y lo normal es alcanzar como mucho el día de vida. subimagos derivan antes de volar y empezar su última transformación que consiste en romper la cutícula del tórax. Este es uno de los mejores momentos en el que para la trucha los bétidos se convierten en un verdadero festín. Lo es también en el momento de la puesta. A diferencia con otras efémeras, la hembra no pone sus huevos en la superficie sino que baja hasta el fondo del río donde elige el sitio más idóneo para ello, lo que le convierte también en un buen bocado para las fario.
Aunque hablaremos y describiremos las diferentes construcciones de bétidos en futuros artículos os adelantamos dos de las más importantes, todo el año, pero especialmente en el arranque de temporada. Por un lado la baetis niger, bétido de primeros de temporada que podemos encontrar en el noroeste peninsular. Sus eclosiones tienen lugar durante los meses de abril y se extienden a mayo, generalmente en días desapacibles, cuando apenas hay otras eclosiones, lo que la hace muy atractiva.
La otra es la baetis rhodani muy abundante, un clásico en León y buena parte de las zonas de pesca españolas. Eclosionan casi todo el año, preferentemente en los días lluviosos de primavera. Si la primera es oscura, en esta, sus tonos son mucho más claros. Aunque el más clásico es la construcción en color crema o amarillos, también hay muchas variedades en verde oliva que dan excelente resultados. Estas y muchas más hacen a los bétidos unas moscas indispensables.
