Por más que intentan aparentar normalidad durante los conciertos, y por muchos besos y gestos de cariño que se prodigan sobre el escenario, ya casi nadie da un centavo por el matrimonio entre Beyoncé y Jay Z y muchos medios aseguran que todo es puro show. Cuando vuelven a sus camerinos, separados por supuesto, las cosas se ven de forma muy diferente.
De hecho, ya no comparten siquiera el mismo hotel en sus desplazamientos y llegan a los conciertos por separado a pesar de las tiernas fotos que cuelgan en Instagram para desmentir los rumores y seguir vendiendo entradas para sus shows de pareja feliz.
A Beyoncé y Jay Z -padres de la pequeña Blue Ivy– les quedan cuatro conciertos antes del final de la recortada gira On the run, dos la próxima semana en San Francisco y dos a mediados de septiembre en París. Y la cosa parece estar tan mal que una fuente afirma en el New York Post que es posible que no lleguen ni hasta París. El divorcio podría ser casi inmediato.
La pareja convocó una reunión de crisis la pasada semana con sus abogados y los organizadores del tour, presuntamente para tratar el tema del divorcio. Otro dato revelador: Beyoncé se puso a buscar la pasada semana un nuevo domicilio en Nueva York… sin su marido.
¿Y los motivos de la separación? Beyoncé está harta del carácter dominante y controlador de Jay Z, un hombre que le deja poco espacio para ella misma. Eso, unido a las trifulcas y rumores de infidelidades del rapero. La pelea entre JayZ y su cuñada Solange Knowles en el ascensor, la actuación de Beyoncé en la que cambió la letra a una de sus canciones para recriminar el trato que le da su marido o el hecho de que la cantante no lleve su anillo de casada han disparado las especulaciones sobre una posible ruptura. La convivencia no debe ser fácil y el final del matrimonio debe de ser ya sólo cuestión de semanas.