Ayer vi una estrella fugaz y formulé un deseo. Que a mi hijo –o hija, no lo sabemos- no le ocurra nada durante el parto, que tenga los dedos justos en cada pie y en cada mano, y todas esas cosas. Supongo que es lo que a todos los padres les preocupa en un primer momento.
Por lo demás estamos tranquilos aquí, en la casa del pueblo. Esperamos la visita del borracho que nos entregará carbón a cambio de una copita de patxarán. Buen material para nuestra chimenea. Desde lo lejos, se ven todos los humos de las chimeneas que tiran hacia el mismo lado del mundo. No tenemos televisor, así que pasaremos la Noche Buena tranquilos. He comprado una botella de Coca-cola que llevan a Papá Noel dibujado en las etiquetas. También un poquito de Ron “Paticruzado”, del que ya no se encuentra. Me haré un cubata esta noche. María no quiere beber.
Es curioso, pero todos los habitantes del pueblo me ignoran. Hacen como si yo no existiese. Me saludan “Egun on, Xosé”, simplemente, pero no charlan conmigo. Para mí que en este pueblo se huele un aroma a tea que desmorona los sentidos. Es como estar en tu niñez. Es como nacer de nuevo.
Perdonad estas tonterías, no puedo evitar ponerme nostálgico cada vez que huelo a tea. Una tranquilidad me embarga, y me digo a mí mismo que no me importa que la gente no me haga caso, mientras se deshacen en prodigios con Virginia. Quizás sólo se trate de que está embarazada, y yo no.
Alguna vez he pensado que ese niño o niña no son míos. Se lo he preguntado a Virginia y me ha dicho que no, que eso es imposible. Que supo con certeza el día en que fecundé su óvulo.
Pero bueno, ya está bien, espero que vosotros, Melchor, Gaspar y Baltasar, hermanos míos, estéis bien. Menuda broma os hizo papá al poneros esos nombres. Sin embargo, son hermosos. Cuando se separan. Claro. Ja, ja, ja… Por cierto, los vecinos nos han regalado una vaca y un burro. ¡Esto parece un belén! Sólo falta el bebé. Estoy impaciente, pero, al mismo tiempo, tengo la seguridad de que nacerá el 24. No sé cómo le llamaremos, pero estaos seguros que, si es niño, no se llamará Jesús. Por si las moscas.
Os dejo, queridos hermanos, que tengo que cortar leña, ahora que el sol entra por las ventanas. Hace frío, mucho frío. Estamos como en el Polo norte, ya esta noche ha nevado. No olvidéis que os queremos. Si tenéis algunos embutidos, traedlos el día señalado, para celebrarlo. Feliz solsticio de invierno.
Firmado, José y Virginia.
– Ver en Hechos de Hoy, Tristeza infinita en cómo sujetar un cocodrilo, la muerte de Enrique Mochales.
– Enrique Mochales, escritor, poeta y pintor, 1964-2015. Hasta el final de este 2015, el 31 de diciembre, estará junto a nuestros lectores en las noticias breaking news de nuestra Primera Plana, el home. Es nuestro homenaje, el de sus compañeros de Redacción en el diario digital nativo español Hechos de Hoy, a una obra renovadora e inédita que acuñó como Articuento.
