Se trata de un torneo más del calendario del European Tour, pero es de los pocos que se juegan bajo la modalidad Match Play. Ahí no cuenta un resultado final después de 18 hoyos jugados por todos los participantes. Es el Match Play una modalidad en la que se trata en cada hoyo de hacer menos golpes que el rival. Es hoyo a hoyo como se construye la victoria. Hoyo jugado, hoyo olvidado y un punto a la casilla del vencedor.
Esas son las dos diferencias más notables entre el Stroke Play (juego por golpes) y el Match Play: de una parte, lo importante en esta especialidad no es hacer estrategia para llegar al hoyo 18 con menos golpes que el resto de participantes, sino ir ganando cada hoyo hasta el punto en que la diferencia de hoyos ganados y hoyos por jugar haga imposible al rival igualar el resultado.
Y de otra parte, en el Match Play el jugador juega solo y contra su rival: no hay más jugadores que puedan influir en la propia estrategia ni en el resultado final: no hay que ganar a todos, hay que ganar al que va contigo; “Jugando con tu enemigo”, podría titularse si fuese una película.
Y ¿cómo fue la película para los españoles? Para empezar hay que decir que el número total de inscritos de varias nacionalidades era de 64 y, por tanto, 32 partidos eliminatorios; después 16, luego 8, más tarde las semifinales y las finales. Pues bien: en la primera ronda cayó Eduardo de la Riva; en la segunda dijo adiós Jorge Campillo.
Y los dos que restaban, Adrián Otaegui y Alejandro Cañizares, se enfrentaron uno contra otro en semifinales; la victoria fue del vasco y, como hemos dicho, el de Madrid quedó para el partido que dilucidaba el tercero o cuarto puesto.
Alejandro remontó un diferencia de dos hoyos del sueco, imponiéndose en los hoyo 6 y 7, rematándolo con un birdie en el hoyo 9. Había ganado el español por un punto los nueve primeros hoyos.
Pero la alegría sólo duró hasta el hoyo 14 en el que se pusieron en situación de empate, all square, como se dice en el campo. A partir de ese momento a Johan Carlsson se le acentuaron los rasgos de divinidad de mitología nórdica; se convirtió, melena al viento, en un Thor del golf; ciertamente no tenía maza, pero sí driver y madera 3 con las que hizo volar a su bola, para hacer un birdie en el hoyo 15 y un eagle en el hoyo 16, que es un par 4 de 303 metros, en el que dejó la bola prácticamente dada.
Nada que reprochar a Alejandro Cañizares que quedó cuarto con un gran golf y un firme manera de ir a por los hoyos. Pero cuando no es, no es.
En el partido de los líderes la película tuvo unas alternativas impresionantes. Literalmente impresionantes: los protagonistas experimentaban cómo el ánimo subía o se precipitaba la salida de cada green, según fuera el resultado.
Hubo una imagen del transmisión en que Siem, tras salvar un hoyo, miró a la cámara y llevándose la mano derecha a lugar del corazón, simuló los latidos, en clara expresión de que sus pulsaciones marcaban los límites de la emoción.
Déjenme que les cuente: tal y como nos fue planteado, el guión de esta película diseñaba un paseo militar para Marcel Siem. Casi todos los datos eran favorables para él: 37 años, 424º del Ranking Mundial, profesional desde el 2000, tiene en su haber cuatro victorias en el European Tour, si bien la última es de hace tres años; fue el BMW Masters de 2014. Además, Marcel Siem jugaba en su casa, Alemania, alentado por sus compatriotas.
Del lado de Adrián Otaegui las cifras eran distintas: 24 años, 262 del Ranking Mundial, pero sin ganar ningún torneo en el European Tour. Ahora bien, su trabajo de los últimos meses le ha puesto en un puesto ideal y en la mejor forma de la temporada.
Esas eran las líneas generales de un guión escrito para que venciera Marciel Siem. Mas el arte tiene sus guiños a la realidad.
España lleva un semana de sufrimiento extradeportivo. Dolor que bajó por Las Ramblas e inundaba lo corazones de todos los españoles. Gente recia. Gente capaz de dar la vuelta a los guiones que se escriben sobre las aceras teniendo por tinta las sangre roja de inocentes. Y los jugadores españoles llevaban en la gorra un lazo de color Negro-Barcelona.
Cuando comenzó la segunda vuelta, me pareció ver en la falta de gestos de Adrián Otaegui un mensaje de su alma a su mente y de ésta a todos sus miembros: “¡ganaré!”.
Y poco a poco – golpe a golpe – el vasco dominó al campo para vencer. Marcel Siem le llevaba tres hoyos; para el hoyo 11 redujo la diferencia a un punto. Recuperó el alemán un punto en el 13.
Pero con una cadena de par-birdie-birdie-birdie Adrián Otaegui fue saludado como vencedor en el hoyo 17. En todos los encuentros de este torneo siempre venció sin visitar el último hoyo.
Es su primera victoria en el Tour Europeo, la séptima de un español en esta temporada en los dos grandes circuitos.
Probablemente, también en golf, esta es la hora de España.