Desde el monte de Santa Tegra (Tecla) vemos como la niebla cubre la desembocadura del Miño, en el punto donde este río manso y caudaloso entrega sus aguas al Atlántico. Una hermosa vista cegada esta vez por la nubosidad.
Descendemos del monte para dirigirnos al embarcadero de la orilla española y tomar el ferry que nos lleva directamente a Caminha, tierra extrema portuguesa. Villa hermosa, con simpáticos habitantes, calles cuidadas y algunos monumentos, trozos de historia en piedra tallada embellecidas por esas canas verdes que son el verdin de la historia.
Esta vez me conduce Juan, otro yerno, marino y como tal conocedor de medio mundo. Buscamos el restaurante Solar de Pescado, popular y comentado en las guías al uso, información no siempre fiable. Lo encontramos en unas de las calles principales. Una pequeña terraza exterior, medio acristalada que pasa desapercibida, nos da fe del feliz hallazgo.
Tras ella un primer comedor que desemboca en la cocina y se bifurca para albergar otro de mayores dimensiones. Una sencilla barra muestra en su vitrina pescados variados. Adornan las paredes los clásicos azulejos con motivos populares en los colores blanco y azul, tan característicos. Por aquí da la sensación de que no pasa el tiempo. Los camareros llevan las blusas del traje popular, blancas con adornos de borlas rojas.
Es uno de los pocos restaurante en este villa que no presume del bacalao; lo cocinan pero ante todo presumen de tener en carta una amplia variedad de pescados que dicen preparan como nadie en la zona. Atención, estamos en Portugal y aquí las raciones son demasiado generosas.
Los limpios manteles se adornan con un hermosa vajilla de Vistalegre, mientras los cubiertos denotan una procedencia menos noble. El propietario, don Armenio Fernández se deshace en comentarios y todo tipo de aclaraciones. De estatura media y bigote calado responde al prototipo que tenemos del portugués: cortes, simpático pero ante todo respetuoso.
Estamos en la costa y el pescado proporciona todos los días buen materia prima. También en el interior la huerta es rica en hortalizas y frutas. El resultado es esa cocina minhota tan atractiva, donde los productos marinos se acompañan de con otros de la huerta que no sean simplemente las patatas.
Una simple mirada las mesas cercanas da fe de que no nos hemos equivocado. No faltan los mariscos: la langosta, el bogavante, el buey de mar, las zamburiñas, las navajas o los percebes que aquí cotizan bastante más bajo en que la cercana Galicia.
Don Armenio nos sirve unas parrochas, pequeñas sardinas, fritas como aperitivo de la casa y nos recomienda unas almejas que le acaban de llegar. Su mujer, Rosa Fernandez, que manda en los fogones y sartenes, las prepara al estilo Bulhao Pato.
El plato fue invención del cocinero portugués João da Mata, que en el siglo XIX escribiera Arte da Cozinha, todo un clásico manual de cocina lusa. Pues bien Mata bautizó el plato con el nombre de un escritor y gastrónomo de origen portugués pero nacido nada menos que en Bilbao, de donde volvió a su patria por mor de las guerras carlistas. El plato es sencillo. Se compone de almejas de la variedad babosa, hechas a la sartén en aceite con ajo, zumo de limón y unas gotas de vino blanco para espabilarlas cuando van abriendo y cilantro, esencial para el sabor del plato.
Nuestro anfitrión tras nuestra felicitación por las almejas, insiste en que probemos unas tajadas de bacalao al estilo de la casa. Son de notable calibre, rebozadas en harina y huevo y fritas en un buen aceite de oliva. Las preparan con una salsa de cebolla, pimiento y llevan aceitunas negras.
Cerramos con una lubina recién capturada con la que el propietario quiere demostrar que su casa es un auténtico solar de pescado. Se trata de un robalo o lubina, cocinado a la cataplana, ya saben esa especie de cazuela-olla, antes de estaño, y ahora de acero inoxidable de forma cóncova en la que se hacen al vapor los pescados y mariscos, cocidos en su propio jugo.
La preparación requiere una salsa preparada con tomate, cebolla y laurel, un toque de vino de Oporto y unas gotas de coñac. Lleva como acompañamiento almejas y como guarnición repollo hervido y judías verdes. Lógicamente probamos solo el pescado para poder admirar esta forma tan particular de cocinar como es la cataplana.
Nos cuentan que en temporada preparan guisos marineros y entre ellos la lamprea del Miño. Y también carnes como la ternera con patatas y grelos.
Los postres tiene el sabor del recetario familiar: leche crema, delicias de nata y tarta merengada.
Todo lo acompañamos con un albariño sobresaliente de la tierra.
La visita se complementa con un largo paseo por esta hermosa villa donde el Miño y el Atlántico se abrazan.
FICHA
Solar do Pescado
Rua Visconde Sousa Rego,25
Caminha (Portugal)
Tel: 351258922794
Abierto todos los días (lunes noche cierra)
Precio aprox: 30 euros