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.- Oye, parece que Rory McIlroy ha pasado página de su revés sentimental – le comenta Amateur 1 a Amateur 2 tras ver cómo el norirlandés salvaba el par 5 del hoyo 16 después de caer en dos bunkers consectivos-.
.- Y ¿qué te hace pensar eso, compañero? – le interroga Amateur 2, haciéndose el despistado.
.- Pues está claro: va líder desde el primer día; lleva -4 en el día y acabas de ver la exhibición desde el bunker. Este chico ha olvidado a Caroline Wozniacki.
.- Miau – maulló Amateur 2.
.- ¿Qué quieres decir con tan escéptico sonido, amigo? – cuestiona Amateur 1.
.- Pues eso, que “miau”: que Rory no se quita de la cabeza a la tenista danesa. Fíjate bien: ¿de qué color va vestido? – indaga Amateur 2, alzando las cejas.
.- Pues de gris, como le ha habrá dicho su patrocinador – razonó el racionalista Amateur 1 -: Manda Nike.
.- ¿Nike? ¿“Ni que” estés ciego? -rió Amateur 2-: Gris y amarillo fosforito, compañero, que son los colores de aquella sugerente indumentaria que lucía Caroline Wozniacki cuando era Numero 1 del tenis.
.- ¡Te fijas en cada cosa! – dijo Amateur 1 – a ver si sabes los putts que lleva fallados Sergio García.
.- ¿Ha fallado alguno? – preguntó asombrado Amateur 2.
.- Pero ¿tú has venido a ver golf o a escribir del Open para Ana Rosa Quintana? – se admiró Amateur 1 –. Ha fallado tres putts asequibles, que podían haberle metido hoy mismo en la lucha por el liderato.
No le faltaba razón a Amateur 1.
Mi prima
Margarita, corresponsal de ocasión desde el
Royal Liverpool me remite esa conversación a mi retiro de El Rompido donde pensar sobre el golf y demás cosas fundamentales de la vida. Y aquí estamos: una pantalla de plasma en silencio; el portátil para redactar esta aportación en el “El Café de Inma”, a cuya titular agradezco la copa, la clave de wi-fi y que deje sonar su selección de música.
La primera de las canciones parece un réquiem por la desarbolada Armada de jugadores españoles – “No Woman, No Cry” de Bob Marley & The Wailers -, cuyos restos tras el corte en +2 quedó reducida a la más exigua de las representaciones: Sergio García. De las otras unidades, el parte señala bajas definitivas: Rafael Cabrera Bello, +3; Miguel Ángel Jiménez, +4; Gonzalo Fernández Castaño, +6 y Pablo Larrazábal, +8. Los cuatro dicen adiós al Open 2014.
Nadie dijo que era fácil. Yo mismo he jugado hoy y sentía claras señales de falta de fluidez en el juego. Pero para alegría de todos esos amigos que me felicitaron en mi cumpleaños y para tristeza de los pocos enemigos que debo tener, puedo informar oficialmente que hoy he presentado una tarjeta de -9 (45 puntos Stableford). Ya estoy oyendo a mi compañero habitual de Matchplay, diciéndome que podría haber guardado este gran resultado -cinco pares seguidos- para los partidos en que tuvimos que batirnos el cobre, o, ya que hablamos de golf, batirnos los hierros.
Pero
Sergio García,
flagship de la Armada, que empezó con bogeys en los hoyos 1 y 3, pero con eagle en el hoyo 2, supo sobreponerse al campo y llegar a estar segundo durante mucho tiempo en la clasificación acumulada. Sinceramente, debieron dolerle los putts fallados, pero en ningún momento dio muestras de frustración significativa y tuvo sus momentos de alegre conversación con
Rickie Fowler, su compañero de partido junto a
Luke Donald, quien, por cierto, salvó su corte personal en el último putt.
Lo mismo que Tiger Woods, que además de venir jugando regular, cometió triple bogey en el 17: su putt en el 18 le permitió no tener que hacer las maletas. Quienes sí las han hecho son, además de los notables que citábamos ayer, Justin Leonard, Nick Watney, Graham DeLaet o Ian Poulter, por no cansarles con la lista completa.
Y es que el campo de Hoylake es un laberinto de salvaje rough en cuanto abandonas la calle, greens rápidos secados por el viento y bunkers que responden literalmente a su traducción de “trampas”: el que cae no sale indemne, a no ser que se llame Rory, se apellide McIlroy y esté primero en la clasificación y en las listas de apuestas.
Al finalizar con dos birdies seguidos la segunda ronda, el norirlandés presentaba una tarjeta con los mismos golpes que el día inaugural, 66, acumulando una ganancia de -12, con cuatro golpes de ventaja sobre el segundo, un Dustin Johnson (-8) que presentaba la mejor tarjeta del Open, 65 (-7 en el día). Ambos estarán mañana en el partido estelar. La tercera posición agrupa a seis jugadores gran nivel: Francesco Molinari, Ryan Moore, Rickie Fowler, los sudafricanos Charl Schwartzel y Louis Oosuthuizen, y nuestro Sergio García.
Lo dejo aquí hasta mañana. El plasma está mudo y fundido en negro. En la sala se escucha una canción de un chico de Liverpool,
Paul McCartney, “Live and Let Die”. Vive y deja morir, quizás, querido
Rory, el golf consista en eso, en vivir y dejar morir a la memoria. Si se puede.