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LA MODERNIDAD ANHELADA

Ramón Casas: retratista burgués, cartelista y denunciante social

El estilo de Casas se halla entre el Modernismo y el Impresionismo. No fue un pintor innovador o revolucionario, aunque poseía dotes para haber sido un Picasso o un Sorolla pero sí es un precursor de la modernidad.

Hechosdehoy / Ana María Preckler
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Uno de los grandes pintores catalanes que abarca tanto los finales del siglo XIX como los principios del XX, Ramón Casas, nace en Barcelona en 1866 y comienza sus estudios en la Lonja de esta ciudad. Sin embargo, desde muy joven marcha a París donde completa su formación artística en las Academias Durand y Gervex. Con sus amigos Rusiñol y Utrillo vive una intensa etapa parisina, hacia 1890, residiendo en el Moulin de la Galette, alternando y conociendo a numerosos artistas, lo cual confiere a su arte de un sentido bohemio al tiempo que cosmopolita, culto y refinado. Expone durante ese tiempo en los salones de moda de la capital francesa.

Antes de concluir el siglo se instala de forma permanente en Barcelona, haciendo frecuentes viajes a París que le permiten seguir en contacto con lo más preciado del arte internacional. En Barcelona continúa su vida cosmopolita, inmerso en la selecta cultura catalana del Noucentisme que surge como una continuación de la Renaixença decimonónica, en la que participaron personajes de la cultura y el arte catalán, como Picasso, Rusiñol, Utrillo, los escultores Clará, Llimona, Clarasó, los arquitectos modernistas Domenech y Muntaner, Puig y Cadafalch, los escritores Maragall, Verdaguer, D’Ors, etc., en lo que supuso un esplendor cultural catalán, con el Café Els Quatre Gats, como lugar de tertulia.
 
El estilo de Ramón Casas se halla entre el Modernismo y el Impresionismo. No fue un pintor innovador o revolucionario, aunque poseía extraordinarias dotes para haber sido un Picasso o un Sorolla pero sí es un precursor de la modernidad.

Casas se mantuvo dentro de un arte decorativo, hermoso, suavemente impresionista, muy equilibrado, un arte más conservador que osado. Se decanta por el boceto, las formas esfumadas, entonadas en grises y azules suaves, muy elegantes, un tanto frías; su obra se halla impregnada de un tono de nostalgia que al contemplarla hace revivir un sentimiento de añoranza hacia el pasado, al modo que Marcel Proust producía literariamente con su libro En Busca del Tiempo Perdido.

Casas fue un excelente dibujante, de gran soltura y agilidad de línea, lo que conjuga con sus fondos abocetados y desdibujados. Su paleta es agrisada, su pincelada larga y velada, siendo su obra, en definitiva, elegante y refinada.

Como la mayoría de los artistas de aquella época, tenía gran predilección por la figura humana, plasmando bellamente a la mujer, a la que capta en todo su encanto, delicadeza y feminidad. También fue un pintor comprometido con las cuestiones sociales, como manifiesta en sus cuadros La Carga o Garrote Vil, que conllevan un gran sentido crítico implícito.

Fue renombrado cartelista, en línea muy modernista. Como retratista, Casas sería un magnífico psicólogo, con líneas fluidas, largas, mostrando una galería de personajes del momento cultural barcelonés y parisino.  

La Carga y Garrote Vil, denuncia social
 
Las dos grandes pinturas de Casas son pinturas de historia: La Carga y Garrote Vil. La Carga, Medalla de Oro de la Exposición Nacional de Bellas Artes, 1904, Museo de Arte Moderno de Olot, es un impresionante cuadro con fuerte sentido de denuncia social ya que aludía a los problemas obreros de Barcelona en esas fechas. Una gran masa de personas se arremolina precipitadamente huyendo de un guardia civil a caballo y a galope, enarbolando una espada, el cual parece dirigirse violentamente hacia el espectador; en el centro del lienzo un enorme vacío en forma elipsoidal acentúa el dramatismo de la escena.

Garrote Vil, 1894, Museo Reina Sofía de Madrid, anterior a La Carga, posee similares connotaciones, con fuerte sentido dramático y social, al presentar la ejecución de un delincuente, del que el propio Casas sería testigo presencial; realizado con sus tonos fríos y grises azulados el lienzo produce sensación de abatimiento y tristeza.
 
Los cuadros que podríamos considerar más característicos de Casas, entre los que se encuentran los realizados en París y en España serían: La corrida de toros, 1884, perspectiva de una plaza tomada solo en su mitad con pinceladas impresionistas. Plein Air, 1890-01, uno de sus lienzos mas afamados y bellos, en el que muestra con encanto y elegancia a una dama de la época, sentada en el cenador de un jardín solitario, de semi perfil, ensimismada y misteriosa, todo ello envuelto en tonos grises atemperados con ligeros toques de color y formas abocetadas al fondo. Moulin Rouge; Bal du Moulin de la Galette, 1890; La Madeleine, 1892, con figura femenina, también solitaria, bebiendo y fumando en un bar, y grandes influencias de Degas y Manet.

Concurrente al Moulin de la Galette; Montmartre; Au Moulin de La Galette; Le Sacré-Coeur; Interior al aire libre, 1892; Desnudo, 1894, excelente de forma y anatomía; Baile de Tarde, 1896, escena popular de un baile en un café-jardín, al modo de Renoir; Cuerpo de Baile, en el que pinta unas bailarinas de ballet, con influencias de Degas.

Antes del Baño, escena intimista de una mujer en su aseo personal, con tonos lilas y luz cenital, de nuevo con el sello de Degas; Ansiedad, también intimista, con una elegante dama solitaria en el rico salón de una casa burguesa, en actitud de inquieta espera; El Tándem, cuadro costumbrista con una bicicleta doble y dos ciclistas;  Els Quatre Gats; Salida de la procesión de la Iglesia de Santa Maria, 1898; Vista de Barcelona; La Trini; Ramón Casas y Pere Romeu en automóvil, 1901, autorretrato y retrato costumbrista con un curioso automóvil de principio de siglo; etc.
 
Entre los innumerables retratos que hizo Casas de personajes de su tiempo, realizados unos a lápiz y carbón, otros al óleo, con gran soltura, maestría, y perspicacia psicológica, se pueden admirar: Autorretrato, 1908, Retrato del escritor Ramón Casellas, 1897, Retrato del escultor Enric Clarasó, 1897-1900, Retrato del arquitecto Lluís Domenech y Montaner, 1897-1900, Retrato del compositor Enric Granados, Retrato del escritor Joan Maragall, 1899, Retrato del compositor Enric Morera, 1897-1900, Retrato del Pintor Ramón Pichot, 1897-1900, Retrato de Picasso, 1899, Retrato del Arquitecto Josep Puig y Cadafalch, 1897-99, Retrato de Pere Romeu, 1897-99, Retrato de Santiago Rusiñol, 1897-1900, Retrato de Miquel Utrillo, 1897-1900, Retrato conjunto de Miquel Utrillo, Ramón Casas y Leandre Galcerán, 1899-1900, los Retratos de Verdaguer, Eugenio d’Ors, Cambó, Miguel de Unamuno, Jacinto Benavente, Azorín, Pijoán, y el magnífico Retrato Ecuestre de Alfonso XIII, al óleo.

En retratos de salón de la alta sociedad burguesa catalana, se hallan dos de su hermana en diferentes épocas, el Retrato Montserrat Casas, 1888, y el de Montserrat Casas en traje de noche, 1904, de cuerpo entero con hermoso traje de raso y gasas grises, así como el Retrato de las señoritas N.N..

Casas fue además un soberbio cartelista, plenamente modernista, como lo demuestra en los carteles: 4 Gats, 1898, Cartel Atelier Casas & Utrillo, 1898, Puchinel-lis 4 Gats, Cartel para la revista Pel y Poma, 1899, y el cartel Sombras que hizo junto con Miguel Utrillo. Gran parte de los cuadros de Casas citados se guardan en el Museo de Arte Moderno y en el Círculo del Liceo de Barcelona”. (1)
 
Con  motivo del 150 aniversario del nacimiento del pintor, la Fundación CaixaForum de Madrid, organizó una exposición de gran envergadura en la que nos brindó “una oportunidad para reencontrarnos con la obra de uno de los precursores de la modernidad artística. Rodeado por los pintores que influyeron en él y por los que se reflejaron en su obra.

La exposición presentó piezas del pintor y de Toulouse-Lautrec, John Singer Sargent, Santiago Rusiñol, Julio Romero de Torres, Joaquín Sorolla, Joaquim Torres-García o Pablo Picasso, entre otros. La muestra estuvo subdividida en cinco ámbitos: La construcción de una identidad artística, La pulsión bohemia, La paradoja del artista moderno, La poética de la multitud e Identidades ambivalentes, en ellas pudimos contemplar algunos de los cuadros citados en su biografía, destacando parte de los retratos mencionados y sus figuras de mujer, selectas y hermosas. La exposición reunió a gran cantidad de su obra difícil de contemplar en su conjunto.
 


 (1) Ana María Preckler Historia del Arte Universal de los siglos XIX y XX. Editorial Complutense 2003. (Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid).
 
 

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