Espectacular la boda de Enrique de Inglaterra y Meghan Markle. Superó todo lo previsto. Un fenómeno inédito de audiencias con despliegue colosal de equipos de enviados especiales, retransmisiones por satélite, analistas, invitados y público en directo que gozó en día magnífico en Windsor.
Hubo muchos detalles porque existió una alfombra roja como en la gala de los Oscar. La novia no defraudó en las sorpresas de su vestido. Y tampoco la muestra y ostentación del poder de los Windsor, con todo su despliegue en acción (bandas de música, uniformes, el desfile con carroza y el protocolo de oro).
Pero en esta fusión de redes sociales, información, entretenimiento y espectáculo, hubo sorpresa y de las grandes. No prevista por la reina Isabel II quien contempló con respingo, sorpresa y tragando salida el sermón de la tableta electrónica.
Si hubiera que elegir al protagonista, además de la novia, Meghan Markle, y el novio, Enrique de Inglaterra (Harry), éste sería sin duda Michael Curry, obispo presidente de la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos, una rama de la Iglesia Anglicana.
Con una amplia sonrisa de felicidad, por lo exquisito de su audiencia, puso su iPad en el atril para recordar en la capilla de San Jorge la vigencia del mensaje de Martin Luther King, el poder del amor.
Lo pronunció además con pasión, con vehemencia. A Diana le hubiera encantado haber asistido a estas palabras.
"Imaginad gobiernos que se guíen por el amor: ningún niño se iría a la cama hambriento nunca más", enfatizó en su sermón.
"El doctor King tenía razón; debemos descubrir el amor, el poder redentor del amor. Cuando lo hagamos haremos de este viejo mundo un mundo nuevo", insistió en su mensaje.
Nacido en Chicago hace 65 años, casado y con dos hijas adultas, Michael Curry es famoso por sus homilías en YouTube. Muy popular por su defensa de los derechos civiles, de las minorías raciales y del matrimonio gay. Ha criticado con dureza la política migratoria de Donald Trump, la exclusión social y el abuso sexual.
Para la novia no fue ninguna sorpresa escucharle. Mostró una amplia sonrisa al asistir a la vehemencia de sus palabras. Los Windsor en cambio se cruzaron miradas. Fue uno de los momentos de la megaboda.