Con su espíritu franco y extremadamente educado, amante de su familia -la que forma con sus padres y su esposa Letizia-, Felipe de Borbón y Grecia vive este jueves 30 de enero su 46 cumpleaños cumpliendo su agenda con su visita a la Brigada Paracaidista Almogávares VI.
Las vísperas de este cumpleaños han sido agitadas como contó Hechos de Hoy. Por segunda vez, tras aquel frustrado viaje a Brasil, el avión en el que viajaba al relevo presidencial en Honduras tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en Santo Domingo después de haber repostado en la capital de República Dominicana. El Gobierno envió un segundo avión para su regreso a España con su visita a Canarias, a las islas de Tenerife y Gran Canaria.
Al Príncipe le preocupan muchas cosas pero no es la primera su esposa Letizia como machaca el runrún mediático. Muy curiosamente le preocupa y entristece lo mismo que le pasó en su día a Rafael Nadal. Aunque las formas se guardan de manera escrupulosa en el Palacio de La Zarzuela, la relación entre el Rey y la Reina quedó dañada tras destaparse "por un accidente" el viaje secreto a Botsuana para la caza de elefantes y el monumental escándalo al emerger Corinna, la aventurera alemana que no paró hasta en uno de sus matrimonios conseguir el título de princesa. La historia tórrida de Corinna fue la bomba más destructiva que marca un antes y un después en la imagen de Juan Carlos I.
Pilar Eyre lo reveló en su última columna de Aguas turbulentas señalando que la relación entre el Rey y Doña Sofía es sólo a través de sus secretarías particulares, coincidiendo en los actos públicos y llevando en todo lo demás vidas separadas. Que a la Reina le ha disgustado profundamete lo sucedido se ha visto en muchos detalles. Pero también ha sido admirable su capacidad para unir a toda la Familia Real tras pedir perdón el Rey por sus errores. No mencionó a Corinna ni a los elefantes, pero pidió perdón.
La segunda cuestión que preocupa al Príncipe es la salud de su padre, por quien siente profundo respeto como hijo y Príncipe de Asturias. Sabe mejor que nadie que el Rey no aceptaría el destino de su madre, Doña Mercedes, de quedar atado a una sillas de ruedas. Si su recuperación no es completa y total, abdicaría o abriría la regencia. La tercera cuestión unida a esta es su responsabilidad, que asume plenamente, con dedicación y amor a España, deseo de regeneración profunda y una enorme inquietud por el paro que ha segado tantos proyectos de vida y obligado a emigrar a miles y miles de jóvenes.
Don Felipe, que es persona de gran sensibilidad, sigue enamorado de su esposa, Doña Letizia, y quiere con locura a sus hijas Leonor y Sofía, pero no es ya el amor apasionado de los primeros años. Ha habido baches importantes. Los últimos meses están llenos de detalles. Entre otros, su esposa no soporta haber sido abucheada en el Liceo, en Barcelona, y siente total rechazo por los duques de Palma, tras lo sucedido con Iñaki Urdangarin y la Infanta Cristina.
En la última crisis entre ellos el pasado verano, en Palma de Mallorca, el Príncipe marcó el primer aviso de que ser Reina de España exige plena dedicación y no sólo echar unas horas como parecía entender su esposa. Letizia ya ha visto que lo que se quiere es la armonía de ver a los Reyes juntos y a los Príncipes también. La Princesa de Asturias tiene mucho que ganar y mucho que perder. En Canarias mostraron su mejor imagen juntos y plantaron una palmera. Puede ser el comienzo de rectificar encontronazos y tensiones en un momento que no es fácil para el Rey porque el caso Nóos llega a su momento culminante con la inminente declaración de la Infanta en los juzgados de Palma de Mallorca.