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PINK FRIDAY

Lazos rosas en un Dubai Desert Classic liderado por Rafael Cabrera Bello

Y lazos negros. La muerte de Dave Renwick, el caddie que llevó la bolsa de José María Olazábal cuando ganó el Masters ha hecho más pesadas la bolsas de los que disputaban la segunda jornada en Dubai.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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El fallecido caddie Dave Renwick de 62 años llevó la bolsa de José María Olazábal cuando ganó el Masters en 1994. Ahora en Dubai esas bolsas iban cargadas de lágrimas y pena por la desaparición de “Buddy”, este correoso caddie que asistió a otros ganadores de majors, y que sobre todo se hizo de oro con el 10% de las ganancias del primer jugador que gano 10 millones de dólares en una temporada. Fue en el año 2004 y era, él también, ganador de un Masters, el de 2000: Vijay Singh.

Los lazos rosas que veíamos en las gorras de la mayoría de los jugadores, muchos de ellos vistiendo polo rosa, eran la manifestación del compromiso del Circuito Europeo de Golf con la lucha de tantas mujeres contra el cáncer de mama. El golf vivía una vez más un jornada de unidad, un autentico Pink Friday tiñendo de rosa solidario a caddies, jugadores, árbitros, banderas, gallardetes y hasta la carpa principal de hospitalidad que lucía en su fachada un enorme lazo rosa sobre el recortado green del hoyo 18.
 
Lazos negros, lazos rosas y día del corte en el que sólo pasaron a jugar en el fin de semana los que tenía acumulado Alejandro Cañizares un resultado de -1 o mejor. Entre ellos cinco españoles: Jorge Campillo (-3); Pablo Larrazábal (-3); (-4); Álvaro Quirós (-7) y … “tachán-tachán” (aquí redoble de tambores), ¡¡¡Rafael Cabrera Bello!!! (-10) y líder en solitario tras las dos primeras rondas.
 
La tarjeta del canario fue casi perfecta este viernes con un solo bogey en el hoyo 6 que llevaba aromas de par y seis birdies colosales para 67 golpes, lo mismo que el día inaugural.
 
Evidentemente no está todo hecho ni esto es pan comido. Pero para que todo esté hecho hay que hacer el principio de la tarea. Y para que sea pan comido, primero hay que amasarlo. Y el juego de Rafael Cabrera Bello amasaba victoria; extraordinario en los greens, metía putts largos y se comportaba firme en los mediano y cortos.
 
La lucha ahora se planteará con otra estrategia. Jugando el sábado en el partido estelar junto a Ernie Els (-9) y, el último en salir, sabiendo cómo van los demás. También con -9 han terminado Danny Willet y Trevor Fisher Jnr. Y con -8 terminaron cuatro jugadores, entre ellos el de la mejor tarjeta de la jornada Thorbjørn Olesen con 64 golpes. Con -7, Henrik Stenson  y con -4 Rory McIlroy.

Quedan dos jornadas y en Dubai no regalan nada…ni petróleo. Y hay que cuidar el buen juego porque hay realidades irreversibles. Buen momento para emular un proverbio árabe: “hay cuatro cosas que nunca vuelven: una bola disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada”.
 

Y el desierto es un vergel de ocasiones para Rafael Cabrera Bello, como coincidí ayer con un amigo común que me recordaba lo bien que se le dan esos parajes al español. Ya ganó en Dubai en 2012. Se mueve entre los cactus, la arena y las palmeras como en su casa. Vamos, que esto es para él como jugar en Canarias.

Por ahí andaban siguiéndole su hermana Emma, unos cuantos vecinos y un buen grupo de entusiastas españoles. Ya les digo: como jugar en el propio jardín, lo cuál tiene sentido si nos fijamos en que su Gran Canaria y el emirato der Dubai están casi en el mismo paralelo: la isla a 28º y el emirato a 25º grados Norte.
 

Todo esto no desmerece el esfuerzo de Rafa, pero si le preguntan si prefiere jugaros en los Emiratos o en el  Idrefjällens Golfklubb (Suecia) verán lo que les dice este profesional, este caballero del golf. Y es que todo responde a la naturaleza.
 
A veces se habla de no modificar en exceso el swing natural del jugador para no hacerlo algo artificial y, a la postre, improductivo. Véase el calvario de Martin Kaymer. Pues además de swing, los jugadores tenemos un micro clima interior del golf que nos hace sintonizar con lo que nos rodea en el campo. Ese medio ambiente golfístico condiciona la armonía y describe la fisonomía del jugador.

Y yo, al ver el juego aparentemente sobrio pero lleno de ardor interior de Rafael Cabrera Bello me acuerdo de la isa que cantaba aquella chica isleña con la que compartí aula universitaria: “todas la canarias son / como ese Teide gigante / mucha nieve en el semblante / y fuego en el corazón”. Por tanto no recelemos de la contención gestual de este deportista.
 

Latitud, ritmo, frialdad exterior y pasión por el triunfo pueden enmarcar un nuevo triunfo de nuestro campeón. 

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