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DIFÍCIL ÚLTIMO PUTT

A Justin Rose (-17) le costó cerrar un tensa victoria en el Turkish Airlines Open

Entre los españoles destacó Adrián Otaegui (-15), que quedó tercero. Gran papel también de Pablo Larrazábal (-10) y Jorge Campillo (-6). Europa entra en la recta final de la Carrera a Dubai.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Juntamente con los de Fly Emirates son los de Turkish Airlines los que más fondos dedican en el golf europeo. Los aficionados más conspicuos lo recuerdan. Esta tarde, sin ir más lejos, lo comentaba un dandi de mi Club.

Tiger Woods ingresó en 2013 una cantidad repugnante de liras turcas por una hazaña de claves promocionales:  patrocinado por Turkish Airlines Open dio un golpe para que la bola de golf cruzara de Asia a Europa sobre el puente del Bósforo. Con puente y sin puente, según la encuesta de Forbes, El Tigre fue el atleta con mayores ingresos en aquel 2013; ganó 78 millones de dólares.

Y que siga por muchos años esta lluvia de dinero sobre el Circuito Europeo. En aquella ocasión se celebraba como este año en Antalya el correspondiente torneo que contó con el protagonista de ese golpe de una “pelota que cruzó de un continente a otro” como titulaba una conocida revista.

Este fin de semana en esa ciudad que mira al sureste de Turquía, Antalya, se ha celebrado el Turkish Airlines Open 2018 que ha dejado también algún titular para la historia del golf.

Pero vayamos por partes. A la competición concurrían cinco españoles: Adrián  Otaegui, Pablo Larrazábal, Jorge Campillo, Álvaro Quirós y Nacho ElviraNacho (+2) y Álvaro (+3) totalizaron resultados por encima del par después de cuatro días.

El caso de Jorge Campillo (-6) y de Pablo Larrazábal (-10) podría titularse “Jugadores al borde de un Top 10”: En el Circuito es ese un grupo numeroso que abriga personajes con buena trayectoria a quienes la suerte o el swing les han dado la espalda por el momento.

Adrián Otaegui, por su parte, se mueve ya en ese estado del jugador que cualquier día de estos vuelve a ganar. La última vez fue en el Belgian Knockout. No quita la cara a la posibilidad de la victoria; viene mirándola de frente con un desafío gallardo que recuerda a Chema Olazábal, su mentor.

En la jornada final del Turkish Airlines Open hizo el mejor recorrido (-6) compartido con el belga Thomas Detry. Y entre los diez primeros sólo él con Martin Kaymer y el finlandés Tapio Pulkkanen lograron completar el recorrido sin un error.

Esos simples datos nos señalan los caminos por donde transita el golf del donostiarra en este final de temporada.
Pero si hay una frase para señalar el torneo turco de este año, tendría que venir enmarcada entre admiraciones y podría ser esta: “¡Lo que cuesta meter el putt de la victoria!”.

Causaba admiración la densidad sufriente de quien tiene al alcance de un putt corto la victoria y ve desolado cómo se le escapa entre las estrías de su putter. En el último hoyo regular de las rondas regulares, el hoyo 72, partían colíderes Haotong Li y Justin Rose.

El chino, al que los nervios le pintaban guiños en sus rasgados ojos, hizo unas docenas de swings de prueba en el tee. En sus manos sostenía el mazo llamado driver. Es un hoyo cuya calle está protegida en su flanco izquierdo por el agua y por la derecha con la aspereza de un rough mediano y dos trampas de arena. Se lo pensaba Li. Pero finalmente con firme convicción aporreó la bola que quedó en el borde derecho reposando en el primer corte, pero recostada contra el comienzo del rough.

El inglés, en cambio, eligió arma más fina y de más corta trayectoria consiguiendo dejar su bola en calle. Su segundo golpe con el hierro 5 le salió corto por la izquierda yendo a aterrizar en el bunker frontal-izquierdo de green. El segundo golpe de Haotong Li se quedó al borde del green. Sacó con gran habilidad su bola del bunker el británico dejándose un putt de los que mete 95 de 100. Y  lo mismo el chino. Pues ambos fallaron por poco y se fueron al hoyo de desempate: ¡lo que cuesta meter el putt de la victoria!

 El hoyo para el desempate fue el mismo, el 18. Los palos de salida los mismos. Esta vez Li dejó la bola en calle. Lo mismo Rose. Los dos en green de dos golpes en distancias perfectamente asequibles para hacer el birdie. ¿Qué latidos golpearían en aquellos instantes los pechos de ambos jugadores? Jugó primero el inglés y la bola se fue por la parte baja de la trayectoria ideal quedando tan cerca que con facilidad completó el par.

Ahora le tocaba a Haotong Li: si metía el putt se alzaría con el triunfo. Un centímetro le faltó para entrar. ¡Qué pasión, qué tensión traslucía el lenguaje corporal del chino! Para ir a un segundo hoyo de desempate se había dejado un putt cuesta arriba, cosa de un metro; de esos más fáciles que cruzar los brazos. Ni lo pensó; tiró decidido y volvió a fallar y a perder sin remedio. No podía creerlo: ¡lo que cuesta meter el putt de la victoria!

Victoria que, en ese instante revistió a Justin Rose de gloria deportiva ya que repite la que obtuvo el año pasado. Ésta, además, tenía el plus de convertirle en el Número 1 del Mundo. ¡Lo que puede llegar a valer el putt de la victoria!

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