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José María Olazábal, en una charla de una hora de duración tras el Lacoste Promesas ha recorrido un itinerario “desde lo divino a lo humano”. Volcado en ese Torneo en el que compiten 12 chicos y 12 chicas (¡toma igualdad!) Sub-16, su cuerpo maltratado por un dolencia pertinaz – “ahora toca ser optimista y esperar, es un proceso lento, de unos cinco o seis meses. Sota, caballo y rey, no hay más” – no ha rozado el ánimo heroico propio de los titanes.
La última época del fuenterribense es una lápida en el silencio del golf: después de un noveno puesto en el
Trofeo Hassan II de Marruecos en marzo de 2015 y de una tarjeta de 71 en la segunda ronda del
Masters de este año, viajó al Open de España y no pudo jugar. Sufrimiento, dolor y peregrinación médica: análisis, diagnóstico y postración: “Y aquí estoy, tomando antiinflamatorios y corticoides, sin poder hacer nada. Si estoy quieto no molesta, pero en cuanto intento ponerme en movimiento me duelen los hombros, la zona inguinal, abductores e isquios".
"Lo mismo que me pasó en junio del 2007 durante el US Open. De la noche a la mañana me empezaron a doler las articulaciones y no me podía mover. No hay que darle más vueltas al tema, ha venido cuando ha venido. Te fastidia, no cabe duda; estar en casa sin poder moverte ni hacer una vida medianamente normal, es un poco duro. Pero igual que sucedió la vez anterior y luego me puse bien, también podría suceder esta vez. Dicen que son brotes, ciclos… Ahora toca ser optimista y esperar, es un proceso lento, de unos cinco o seis meses. Sota, caballo y rey, no hay más".
Sota, caballo y rey, no hay más. Es poco común escuchar esta axiomática síntesis del caballero descabalgado por la enfermedad, la lesiones o graves problemas personales. Vivimos en un mundo con bajo umbral de tolerancia. No es que no soportemos al que piensa diferente, que también, sino que no somos capaces de tolerar nuestras propias limitaciones físicas, psíquicas y aun espirituales.
No me aguanto ni yo: eso nos pasa porque ese “yo” es más grande que el alma que lo soporta. Sólo unos pocos, santos y héroes, saben y practican lo de “sota, caballo y rey, no hay más”. Y sin embargo en aceptarnos tal como somos se encierra una gran felicidad y un situar las cosas en su dimensión.
Tomaba café el otro día con un socio del Club, que se ha dado de baja del golf y hasta del Club. De momento, menos mal, sólo de eso. Porque el motivo para tan radical decisión no puede ser mas estremecedor: “no aguanto la frustración que supone jugar mal tantas veces”. Si los decepcionantes resultados en el golf pueden ser causa de decir adiós a este noble deporte, qué hacer cuando el amigo te olvida, el trabajo no sale o los hijos no cumplen las expectativas soñadas.
Y sin embargo la fuerza interior nos da otro mensaje que coincide con la condición humana: “no importa los errores que hayas cometido: recomenzar es el mejor modo de triunfar al final”.
Este sábado se cumplen 100 años del nacimiento de Frank Sinatra, 75 de su primer Nº 1 y casi 50 de My Way (1969) la canción que señalaba la última de sus estrellas. Precisamente en una de sus estrofas nos recuerda cómo hay una luz especial en la propia coherencia y en no rendirse: “Pues, ¿qué es un hombre? ¿Qué es lo que ha conseguido? / Si no es a sí mismo, entonces no tiene nada / Decir las palabras que realmente siente / Y no las palabras de alguien que se arrodilla / Mi historia muestra que asumí los golpes / Y lo hice a mi manera”.
“Manners maketh man” es el lema de este blog. Admiro a gente como Chema Olazábal, y a esos de mis amigos con dolores propios o de los suyos, que son peores y me enseñan que rendirse no es la divisa para vivir vida auténticamente humana. Porque la vida está por delante, en el paso siguiente. Y ellos se tragan su dolor y – sota, caballo y rey, no hay más – para decirnos que la vida tiene algo prestado del golf; el hoyo anterior no condiciona éste en el que estamos. Éste lo vamos a jugar como viene, con dos capacidades bien humanas que no son autoexcluyentes, humildad y confianza.
Concluía Chema: “La vida me lo ha dado todo… No he podido pedir más. Echo la vista atrás y veo a un chaval que se lo pasaba fenomenal pegando a una pelota redonda para divertirse… ¡Hasta dónde ha llegado! Soy muy afortunado: de todos he aprendido, de los buenos y de los que no han sido tanto… Ha sido una vida llena de emociones”.
Vamos, Chema. Vamos, amigo: no estas nunca solo.