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Sergio García: agónica victoria en Vietnam, sobre el dibujo de Greg Norman

El golfista español hace historia al ser el primero en inscribir su nombre de vencedor en el Ho Tram Open de Vietnam. Eso sí: suspense hasta el segundo hoyo de desempate.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Desde luego es una buena manera de acabar el año, un oxigenante modo de no dejar que termine sin ningún trofeo que llevarse a la boca. Sergio García estuvo, sin embargo, a punto de perderlo todo cuando todo lo tenía ganado. Al encarar su penúltimo hoyo le bastaba meter su bola en green con el segundo golpe y hacer dos putts para salir al difícil hoyo 18 con un golpe de ventaja sobre su inmediato perseguidor, el indio Himmat Rai.
 
Pero el español no hizo un golpe normal y se fue a la izquierda del green. Desde allí, el intento de approach le salió muy corto por mal contacto de la cara del palo con la bola. Total que entró de cuatro golpes en green, hizo dos golpes con el putter, y salió del hoyo 17 con doble bogey y pasó en un parpadeo de ojos de la primera posición a la tercera.
 
Pero, para que veamos que lo de fallar al final de un torneo no es una exclusiva hispánica, los hechos se sucedieron de manera tal que el chino de Taipei Lin Wen-tang también falló en el hoyo 17. El tailandés Thaworn Wiratchant y el hindú Himmat Rai fallaron a su vez en el hoyo 18, produciéndose un cuádruple empate en el primer puesto a la final de los 72 hoyos regulares del torneo.
 
El desempate se jugó saliendo los cuatro contendientes del hoyo 18. Los tres asiáticos lograron coger green lo mismo que Sergio García; el español, con un putt de 10 metros hizo birdie, lo mismo que el indio. Quedaron eliminados el tailandés y el chino.
 
Volvió jugarse el mismo hoyo para saber quién quedaría vencedor, si Sergio García o Himmat Rai. No sabemos si fue la presión o el relax, pero el hindú hizo una mala salida, un hook, un terrible gancho que llevó su bola a las profundidades de un arbusto, mientras que la de Sergio García yacía sobre la arena del bunker de la izquierda de calle.

Finalmente, y aunque la bola del matorral salió a calle por un artístico y valiente golpe de Rai, la de García pudo alcanzar el green: le bastaron dos putts al castellonense para hacerse con la victoria, con el bello trofeo y con un cheque de 270.000 dólares, muy útiles para comprar el turrón navideño, un regalo para la novia y dejar algo para Hacienda, que le vendrá muy bien al Estado para cuadrar las cuentas públicas, que los de Bruselas se han puesto quisquillosos con los objetivos de déficit.
 

Pero a lo que íbamos: fallar al final no está patentado por un español. Además de los orientales nombrados – que jugaban en casa -, hay otros ilustres que pinchan cuando ya se ve la meta; por ejemplo, ese mismo día, el experimentado danés Thomas Bjørn no pudo estar en el desempate por el primer puesto merced a un inesperado bogey en el hoyo 18.
 
Son cosas del golf que es incierto como una promesa de amor a la luna de agosto. Son cosas del golf que, como la vida misma, da y quita sin que el hombre, sin que el humilde jugador sepa a que atenerse. El nombre del campo era en esta ocasión flor vietnamita perfumada ya de paz. O, al menos, flor escondida en el envoltorio de un silencio profundo de oriental misterio. El diseño de este Bluffs Ho Tram es obra de Greg Norman, que se sirvió del paisaje natural para completar un recorrido llano, muy de costa y arena.
Acaso también le servirían de inspiración para suavizar pendientes y abrir calles acogedoras las hermosas sonrisas de las gentes vietnamitas. De él, del Tiburón Blanco, son estas ciertas palabras: “cuando ves a mucha gente con una sonrisa en su rostro, entonces es que debes estar haciendo algo bien”.
 
Estoy de acuerdo: ya sea para el golf, ya sea para la vida en familia o profesional no parece cosa imposible la de hacer sonreír a mucha gente. Incluso, ahora que se abre un Año Jubilar, esa podría ser la última obra de misericordia: hacer sonreír al ciezo.
 

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