Está en juego el torneo que se escribe Dubai Duty Free Irish Open Hosted by the Rory Foundation, y se lee Irish Open. Lo del largo nombre es hacer de la necesidad virtud. En Irlanda, como aquí, no hay dinero para torneos, pero están sobrados de golf. En Dubái no hay torneos para el dinero, pero están sobrados de petrodólares. Solución: unir dinero de unos y golf de otros. Luego, conseguir un primo – en este caso Rory McIlroy, héroe local del golf – para que ponga más dinero, figura y amigos.
Los ricos también lloran. Y los de ahora no son excepción. Además, como dijo Rockefeller tras negarse a dejar propina en una cena en el Waldorf, a la que asistió mi tía Alicia, si tienen dinero es precisamente porque no lo van dejando en propinas.
Difícil tarea la de organizar eventos, adherir voluntades y encontrar patrocinios en un mundo cuyo horizonte más ambicioso es un incierto punto localizado entre el propio ombligo y la billetera. Individualismo y altruismo terminan igual pero tienen diferentes principios.
Pero Rory, su Fundación y sus amigos – Poulter, Olazábal, Fitzpatrick, etc. – han sacado adelante, un año más este Irish Open en el Portstewart Golf Club.
Este recorrido de golf fue fundado en 1894 como refleja en el centro su escudo de armas. En él aparecen, en cuatro escudetos en cruz, a la izquierda una palma de la mano en gules sobre oro, arriba un navío con vela desplegada sobre las olas de un mar en sable y plata, a la derecha un tridente, también en sable y plata, y abajo un túnido sumergido en azur, enmarcados entre ramas de laurel, que anuncian triunfo y éxito en la misión propuesta. Como lema o divisa en la parte inferior sólo, a tres palabras: Portstewart Golf Club.
Sin duda esta sencillez le da su atractivo a un campo junto a una costa que mira de tú a tú a Escocia. Ahí refleja en sus links la propia dificultad de su vida, de sus historia y la dureza de su gentes: estamos metidos en julio y hoy es un día “cálido”: la temperatura máxima será de 14º y la mínima de 9º. No iré allí en noviembre.
Pero el clima no debe afectar mucho a los jugadores que se han batido entre jueves y viernes con temple.
Españoles inscritos: Jon Rahm (-12), Adrián Otaegui (-7), Miguel Ángel Jiménez (-5), Eduardo de la Riva (-4), Alejandro Cañizares, Pablo Larrazábal, Rafa Cabrera Bello, Jorge Campillo, José María Olazábal, Nacho Elvira, Pep Angles y Álvaro Quirós.
De estos doce hombres sin debilidad, sólo los cuatro primeros han superado el corte y jugarán este fin de semana. La escuadra española está en condiciones suficientes para alzar el trofeo: son dos días, y en el peor de los escenarios la distancia son sólo ocho golpes.
Pero el realismo dicta sus sentencias inapelables como las de una tribu celta ante la traición vikinga. Irlanda del Norte no se entrega, se conquista.
Con este background hay un guerrero que ha clavado retador su hacha en el suelo batido por el viento atlántico: Jon Rahm. Es un nombre para hacerse respetar: número 11 del Ranking Mundial; número 5 de la clasificación FedEx Cup y el joven con más proyección de la temporada.
Sin embargo el vasco, aunque viene de hacer un 10º puesto la semana pasada en el Open de Francia, ha tenido dos tropiezos de singular importancia en el mes precedente: uno de ellos el Memorial y el otro nada menos que el US Open.
El sábado tendrá por delante a un solo golpe, qué cosas hacen los nombres, dos gigantes con nombre pequeño: Benjamin Hebert (-13), francés, y un yanky que leído todo seguido suena a diminutivo: Daniel Im.
Respetemos en lo que vale la ambición y buena técnica del Barrica. En dos días de golf pueden pasar muchas cosas. La más venturosa para él sería el triple dominio: del campo, de la técnica y de sí mismo,. Acaso esta última dominación sobre las demás.
En esa tierra de combates podrá escuchar para animar su lucha la tradicional balada de Danny Boy:
Oh, Danny Boy, las gaitas, las gaitas están llamando
de valle a valle, y bajo la ladera de la montaña
El verano se ha ido, y las rosas van cayendo
Eres tú, debes irte y yo debo aguardar.
Pero regresa cuando el verano esté en la pradera
O cuando el valle esté silencioso y blanco con la nieve
Yo estaré aquí haga sol o haga sombra.