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UNA VUELTA QUE SABE A RYDER CUP

Ian Poulter con Callum Shinkwin en el partido estelar del Scottish Open

De los tres líderes de la víspera, Harrington, Knappe y Shinkwin, sólo éste último ha logrado mantenerse en la cumbre. El sábado ha sido duro. Hoy no había ni un escocés en manga corta.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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En la cercana Isla de Arran es posible que hasta los delfines llevasen trajes trilaminados de neopreno. No era una de esas tardes para ir a la playa en el estuario de Clyde. Las largas, grisáceas y abandonadas arenas eran un poema a la soledad. Las imágenes aéreas del Aberdeen Asset Management Scottish Open eran un silencioso discurso de lo hermoso que debe ser jugar al golf en Escocia. Hermoso y de un aislamiento estremecedor.

Arrebujados bajo los paraguas, tímidamente templados en sus abrigos y guantes los espectadores eran pocos pero intensos.

Sobre la hierba hubo de todo como corresponde a Dundonald Links en estas condiciones invernales: tres descalabros de +9 en el día para Luke Donald, Peter Hanson y Renato Paratore.

A ellos hay que sumarle el ínclito Padraig Harrington que se ha arrojado, como si practicara puenting, desde la primera posición hasta la vigésimo tercera. En los front nine el irlandés de cara de boxeador se hizo cuatro bogeys y un solitario birdie en el hoyo 9. Tanto birdie debió parecerle un despilfarro y en los back nine prescindió de los birdies como de cosa superflua y, ya lanzado, se hizo cuatro bogeys más: +7 en el día, -2 en el total y adiós al Scottish Open.

En el Café de Inma, a orillas del mar, veíamos la retransmisión mi prima Margarita y yo, con una parroquia que seguía admirada las evoluciones de los de cabeza. Era un público heterogéneo el de este local del gremio hostelero: un par de pescadores, un turista británico (inglés, supongo), tres jóvenes, cuatro turistas – matrimonio y dos niños-  y una hija del churrero. No da este blog para detallar los comentarios de estos parroquianos. Debo añadir sólo que con ellos se escribiría una novela de Woodehouse, un cuento de Chesterton o una escena quijotesca. Pero, ya digo, no es el lugar.

.- Diga usted que sí, escritor: ese Cabrera (Rafa Cabrera Bello) ganará mañana – dijo un Brandy con Hielo.
.- ¡Quía! El inglés gordito sonriente (Andy Sullivan, mejor tarjeta del día) les va a robar la cartera a todos ellos mañana – respondió un Carajillo con Anís Las Cadenas.
.- Pues el que no está mal es ese australiano (Andrew Dodt) que va acabar primero – terció la hija del churrero con un mohín cómplice.
.- Niña – le retrucó el Brandy con Hielo –, a ti del australiano lo que te gusta no es su “suin” sino otra cosa…

Jajajajaja rió la parroquia con excepción del inglés y de mi prima Margarita. Aquel levantó la ceja derecha y mi pariente la mano izquierda con el gin-tonic del que bebió un sorbo.

Por lo que pude apreciar, al turista británico –media edad, patilla canosa, ligeras entradas en la frente y un whisky con hielo en la mano – le gustaba lo que sucedía en el partido de Callum Shinkwin y Ian Poulter, los dos paisanos suyos. A Margarita le tenía atónita el cambio a mejor del look de Ian y a mí el esfuerzo de su compañero competidor.

Este último estuvo todo el partido luchando por permanecer en el puesto que tenía al comenzar: el primero. Es un modesto jugador de 24 años; ocupa el puesto 405 del Ranking Mundial y el 151 de la  Race to Dubai. En las estadísticas más importantes figura en la media. Golpea bien y fuerte como que fue boxeador en su primera juventud.

Si encaja bien los golpes que vaya sufriendo en la última jornada de este campo verá cumplido un sueño: acudir la próxima semana a su primer The Open. Sale el domingo en el último partido, el estelar: lo tiene en su mano.

Pero no juega sólo Callum Shinkwin (-9) sale con los mismos golpes que Andrew Dodt (-9) y el  difícilmente encasillable Ian Poulter (-9).

Aunque Poulter ya tiene garantizada su plaza para el British, su ayuno de victorias ya dura mucho. Demasiado para el mediático líder de antiguas hazañas de la  Ryder Cup. No gana desde noviembre de 2012 cuando se hizo con la victoria del WGC- HSBC Championship.

Ha sufrido críticas por esta ausencia de victorias y pobres resultados que sobrelleva con flemático gesto fuera de la cancha y con leve rictus de disgusto en el césped.

Ahora, en el Scottish Open, ha presentado tres tarjetas por debajo del par (67-69-71) y muestra una confianza muy diferente a la de meses atrás.

.- Y además ya va más determinado al golpe porque viste mejor – interviene mi prima Margarita que, al parecer, además de Finanzas, Historia, Economía y seis idiomas, debe haber estudiado Psicología en clandestinidad.
.- ¿? – le miro en silencio.
.- Toda mujer sabe, primo querido, que pocas cosas abrochan la personalidad tanto como el salir de casa perfectamente elegante – me suelta como si eso fuera incuestionable.
Será porque no soy mujer, pero no lo sabía.
.- Y este sábado, Ian – concluye Margarita, que ahora tutea al jugador – va muy bien conjuntado: zapato blanco, pantalón de agua azul marino, quitavientos azul turquesa que deja ver el cuello del polo en un azul más pálido, para rematar el atuendo con una visera celeste con la preciosa caligrafía de la marca Titleist.

Ahí queda eso.

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