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LÁGRIMAS DE VALDERRAMA

La historia terrible de Christiaan Bezuidenhout, ganador del Andalucía Masters

Al terminar el Estrella Damm N.A. Andalucía Masters la tabla lucía cinco banderas de España en el Top 10: Álvaro Quirós, Adri Arnaus, Eduardo de la Riva, Jon Rahm y Sergio García. Y el alma de Sudáfrica.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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“He cometido errores, pero en cada torneo que pasa, aprendo más y el próximo objetivo para mí es ganar en el European Tour, clasificarme para Majors y me encantaría ir a Portrush este verano”. Quien pronunció esas palabras hace más de tres meses ha podido verlas cumplidas este domingo.

Ese hombre es Christiaan Bezuidenhout. Ese hombre ha ganado el Estrella Damm N.A. Andalucía Masters, del European Tour con -10 y sacando seis golpes a los segundos. Ese hombre se ha clasificado para el Open Championship que, precisamente se jugará del 18 al 21 de julio en el Royal Portrush Golf Club en el Condado de Antrim, Irlanda del Norte.

En un solo día los tres deseos. Para ello no ha frotado ninguna lámpara mágica. Pero sí era mágico y rebosante de entusiasmo verle en el hoyo 18 del Real Club Valderrama al embocar el putt que señalaba el apoteosis del campeonato. Era todo a su alrededor un cuadro de esplendor entre alcornoques, de resplandor en explosión de gozo que asomaba a sus ojos en forma de irreprimibles lágrimas.

Abrazado a su novia, a su  madre, a su caddie Zach, a su equipo y finalmente a Jon Rahm testigo de honor -hoyo a hoyo, golpe a golpe- de un día de completa felicidad para el joven jugador sudafricano.

Completa felicidad, si es que es dado a los humanos llegar a la plenitud en un instante. Pero, ciertamente la felicidad alcanza las orillas del infinito cuando en su camino se sufrió también hasta las orillas de lo inacabable. “Llegué por el dolor a la alegría./Supe por el dolor que el alma existe./Por el dolor, allá en mi reino triste,/un misterioso sol amanecía” escribió el poeta José Hierro.

Y ¿cuál fue ese sufrimiento que magnifica hoy la alegría de Christiaan Bezuidenhout? Les contaré una historia terrible que no conocía y que he oído contar este domingo por televisión al comentarista Javier Pinelo. Luego, durante la tarde la he leído en otros medios especializados. Christiaan, él mismo la narró en la web del European Tour.

Un día, tenía dos años y medio, mientras jugaba vio un botella de Coca-Cola. Se la bebió. Pero aquello no era refresco sino matarratas. Llevado de urgencia al Hospital consiguieron lavarle el estómago, pero no llegaron a tiempo de detener los estragos tóxicos en su sistema nervioso.

Aquella pócima devastó su capacidad comunicativa de dos modos. Uno, inmediato, produciéndole una tartamudez severa. El otro, indirecto, sumiéndolo en una timidez que le hundió primero en el aislamiento y luego en el pozo insondable de la depresión “que sólo ha mejorado en los últimos cuatro a cinco años”.

Hablamos de un niño. Un pequeño al que los afectos de la amistad no llegaban, que se sentía ridículo, fuera de lugar, descartado de la alegría compartida, divertida, atrevida y sin limites de la primera edad.

Si algo le salvó de lo peor fueron sus padres y el tratamiento de una psicóloga. Con todo, pensemos que, refugiado en el golf, competía bien pero le aterrorizaba la posibilidad de ganar por una consecuencia feroz para él: si ganaba tendría que hablar al recibir el premio.

Ahí no terminaba la prueba: el “medicamento que Bezuidenhout estaba tomando para controlar su ansiedad desencadenó inadvertidamente durante una prueba de drogas durante el British Amateur 2014 en Royal Portrush”. Esa medicina era un betabloqueante que le supuso la suspensión por dos años y le dejaba fuera de la competición amateur soñada por cada sudafricano: el Trofeo Eisenhower, el campeonato mundial bienal del equipo amateur.

Aunque ganó parcialmente el pleito al atender los juzgadores las razones especiales médicas de su caso, estuvo nueve meses sin jugar.

Pero como él mismo declaraba, "lo peor de todo fueron todas las historias que surgieron de personas de la industria del golf y supuestos amigos cercanos a mi casa. Me acusaron de usarlo para mejorar mis actuaciones, lo que realmente me dolió a mí y a mi familia. Se dijeron cosas y se me conoció como el tipo al que se le prohibió jugar al golf por un incidente relacionado con las drogas. Era consciente de que las etiquetas como esas son difíciles de eliminar y llegué a un punto muy bajo en mi vida, se me prohibió jugar a lo único que en el mundo me encantaba, el juego de golf: estaba sin consuelo”.

Podría haber terminado fatal, pero todo retomó otro rumbo. Reiniciada la actividad, fue escalando posiciones hasta que llegó a ser Novato del Año en el Sunshine Tour (circuito del África Austral), lo que le dio acceso al Circuito Europeo.
Y ahora, en su primera victoria en este Circuito, recoge el trofeo con el emblemático alcornoque de Valderrama. Pero a él este alcornoque no le dará ninguna bellota, sino el fruto de saber que puede: puede jugar, puede comunicarse con su tartamudeo, puede querer y ser querido y dejar atrás aquel pozo.

Subido al alcornoque verá, qué duda cabe, que ahí están la familia y los amigos que permanecieron leales.

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