Orlando Potter, del “Pacific Star & Strippes” escribía en septiembre de 1951; “La contribución española a la “Pequeña Legión Extranjera” es un bigotudo, torero, jugador de futbol y piloto de vuelo sin motor, marino mercante llamado Miguel Álvarez Sarmiento”. Vestido de matador de toros apareció en la revista Collier’s en el frente coreano en octubre de 1952.
Potter escribía en su periódico durante la guerra de Corea, en la que la “Pequeña Legión Extranjera” jugó su peligroso papel frente y a veces detrás de las tropas chinas que apoyaban a los norcoreanos, promotores –como ahora- del mesiánico intento de convertir a todos sus compatriotas en hombres nuevos marxistas para mayor gloria del líder de turno.
En el contexto de la guerra fría aquella zona de Oriente se puso especialmente caliente y allí fueron tropas de diversos países para oponerse al impulso totalitario de aquellos orientales ayudados por la Unión Soviética y con el directo apoyo de la China de Mao.
Miguel Álvarez, el español al que se refería Potter en su artículo, no era militar de profesión aunque en su familia hubo los hubo ilustres y prestigiosos como su abuelo paterno, el general Álvarez Cabrera de Nevares, muerto en Marruecos en el Barranco de El Lobo al frente del regimiento.
Disciplinario de Melilla o el marino Simón de Manzanos, preceptor del príncipe de Mónaco en la marina española. Su mismo padre José Luis Álvarez de Manzanos oficial de infantería pasado luego al arma de aviación, llegó a coronel perdiendo su carrera por sus simpatías republicanas durante la guerra civil española.
Miguel Álvarez Sarmiento no era militar ni militarista sino un deportista de primera fila, de alma noble, que buscó en los Estados Unidos de América las oportunidades que no se le ofrecían en la España herida por la guerra civil.
Su estancia de algunos años en la ciudad internacional de Tánger, donde su familia se había refugiado, le permitió participar y ganar en tres ocasiones la travesía a nado de la bahía tangerina. En un concurso de natación llegó a igualar el record mundial de los 50 metros libres. Practicaba el vuelo sin motor, clase A+B y jugó al futbol profesional en la Unión Deportiva de España, equipo conocido como el España de Tánger.
Durante la guerra que enfrentó a las fuerzas de la ONU, lideradas por los Estados Unidos y a China junto con Corea del Norte, Miguel luchó con las tropas norteamericanas como voluntario de la “Pequeña Legión Extranjera”. Él estaba estudiando en Nueva York, donde dejó la marina mercante de España –con 14 céntimos en el bolsillo según declaro a Potter.
La América de Truman ofreció la posibilidad de obtener la nacionalidad norteamericana a los voluntarios que fueran a combatir en Corea. Recuerdo, yo tendría unos trece años, la carta que, desde el frente coreano, envió a su tía Carmen para tranquilizarla explicándole que estaba en oficinas y por tanto no corría ningún peligro.
Terminada la contienda coreana nos explicó en que consistían las “oficinas”. Su Compañía de Reconocimiento tenía que infiltrarse detrás de las tropas chinas y volver con prisioneros para interrogarles. Fue herido y alguna metralla la llevó en su cuerpo hasta su muerte hace un par de meses.
Obtuvo de Truman la nacionalidad norteamericana, terminó en California los estudios de ingeniero civil y trabajó durante 35 años en la administración de la ciudad de Los Ángeles en la que llegó a ser responsable del mantenimiento de su impresionante red viaria. Fue líder en la defensa de los derechos de los chicanos.
El general de Infantería de Marina James Day, héroe de la segunda guerra mundial en la que obtuvo la Estrella de Plata –máxima condecoración militar norteamericana-y bajo cuyo mando luchó Miguel en Corea, dijo públicamente de mi primo hermano que lo consideraba el mejor soldado de los 250.000 que había tenido bajo su mando en la zona del Pacífico.