El norteamericano Frank Lloyd Wright (1887-1959) (1887-1959) es uno de los arquitectos fundamentales del arte contemporáneo y el representante idóneo de la arquitectura orgánica, en la que el órgano predomina sobre la función. En realidad es su creador ya que intuye y teoriza sobre ella con antelación a la arquitectura racionalista que la precede.
El organicismo de Wright es único y magistral, en él su arquitectura parece articularse y modularse flexiblemente en elementos ensamblados entre sí, en combinaciones infinitas que a su vez se adaptan al terreno virgen, manteniendo connotaciones racionalistas junto a las propiamente orgánicas, curvadas o no, con un resultado de gran belleza y modernidad.
Sus primeras obras datan de finales del siglo XIX y principios del XX; ya desde el comienzo su construcción se muestra enormemente avanzada, empleando el juego de volúmenes a distintos planos, en los que predomina la línea horizontal alargada, la disposición asimétrica, los largos aleros voladizos, etc., que dotan de singular originalidad y hermosura a sus viviendas.
Su arquitectura doméstica puede considerarse revolucionaria pues supone la incorporación de la moderna arquitectura a la vida privada. La figura de Wright resulta decisiva y primordial, no sólo en Norteamérica sino en todo el mundo, influyendo en las generaciones posteriores de arquitectos hasta la actualidad. De 1909 a 1911 viaja a Europa, entrando en esos años en contacto con la arquitectura racionalista europea y sus autores, exponiendo su obra en Alemania. De 1916 a 1922 vive en Japón lo cual influirá en sus construcciones.
En la obra de Wright se distinguen dos períodos esenciales. En el primero, que dura aproximadamente hasta 1930-35, Wright trabaja con las estructuras ortogonales, los prismas rectos y los volúmenes cúbicos, incorporando y adaptando éstos elementos al terreno sin modificarlo. De este ciclo son la mayor parte de sus famosas Prairie Houses o Casas de la Pradera, fabricadas sobre todo en el estado de Illinois.
Son casas bellísimas, con gran movimiento y articulación entre los distintos volúmenes geométricos. Las viviendas casi siempre se hallan inmersas en el interior de bosques, sobre colinas, cerca de ríos, lagos, cascadas, etc., emergiendo los diferentes prismas por entre las ramas de los árboles, como si fueran elementos escultóricos de la naturaleza, abriéndose con amplios ventanales acristalados a la hermosa frondosidad de los bosques norteamericanos.
Quizá la casa más bella y significativa de todas las realizadas por el constructor americano, que marca un hito entre sus dos etapas constructivas, es la Casa Kaufmann, Fallingwater House o Casa de la Cascada, 1935, Mill Run, Pennsylvania. Fue edificada sobre una cascada que corre debajo de sus cimientos, y situada en un entorno boscoso, acoplándose a las diferentes alturas del terreno. Los distintos elementos arquitectónicos parten e un núcleo cuadrangular, proyectándose escalonadamente, de tal modo que se podría hablar de una cascada arquitectónica, tanto en su planta como en su alzado.
El Museo Guggenheim de Nueva York
En la segunda fase, que comienza hacia 1930-35, Wright introduce en su arquitectura la línea curva y la circunferencia, combinando los elementos rectos y curvos, que se observan tanto en el exterior como en el interior de sus edificios. El edificio más representativo de este segundo momento es el precioso Museo Guggenheim de Nueva York, 1956.
El museo se compone de un gran cuerpo en forma de cono invertido, con cuatro grandes anillos circulares y disposición helicoidal, con rampas interiores, en cuyas paredes se establecen los cuadros de arte contemporáneo. Este cuerpo se apoya en una gran base rectangular que enlaza a su vez con otro tercer bloque en el que se combinan lo cilíndrico y lo rectangular. El inmueble, una de las piezas más originales de la arquitectura del siglo XX, se remata con cúpula.
Los interiores de las casas de Wright son de una gran belleza decorativa, enormes espacios en distintas alturas, siempre equilibrados, largos ventanales abiertos a los bosques, que introducen la naturaleza dentro de la casa, y elementos varios, con la conjugación horizontal-vertical. Wright fue además de un extraordinario técnico, un gran teórico, escribiendo acerca de la arquitectura orgánica.
Su arquitectura, aparte de su modernidad y hermosura, reconcilia en último extremo la arquitectura con la naturaleza. Desde siempre, la arquitectura usurpaba a la naturaleza sus propios territorios. Con Wright, naturaleza y arquitectura dejan de ser antagonistas y se unifican y complementan en una simbiosis única, en una sinfonía orgánica-inorgánica sin parangón. Wright logrará lo imposible, hará de la naturaleza arquitectura y de la arquitectura naturaleza.
– Ana María Preckler es escritora y Licenciada en Geografía e Historia. Nacida en Santa Cruz de Tenerife reside actualmente en Madrid. Es autora de Historia del arte universal de los siglos XIX y XX, una obra en dos volúmenes publicada por Editorial Complutense.