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HABRÁ POESÍA

El Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad hermanado con el Golf en un torneo

El II Torneo de Golf Benéfico del Centro de Apoyo Infantil Esperanza de Triana, cuenta con el apoyo del delegado de Distrito, Curro Pérez y del diestro trianero Francisco Rivera Ordóñez.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Precisamente leía estos días literatura divulgativa sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), y hoy mismo el gran periodista y mejor persona, Francisco Gallardo, me envía un enlace a una noticia. La publica el Diario de Sevilla, dando cuenta de un torneo con ese telón de fondo. Convocado para los días 5 y 6 de este mes se celebra en el Club Zaudín de Sevilla el II Torneo de Golf Benéfico del Centro de Apoyo Infantil Esperanza de Triana. Esta iniciativa para dar asistencia y medidas prácticas a los niños aquejados de TDAH, cuenta con el apoyo del delegado de Distrito, Curro Pérez y del diestro trianero Francisco Rivera Ordóñez.
 
Así, de pronto, me ha parecido altruista y acertado unir en un mismo cartel un trastorno que puede tratarse y otro incurable: sí hay terapias para el TDAH, pero no hay nada que hacer con el que es picado – si es que se dice así – por el virus del golf.
 
Gracias a la investigación, y a la acción eficaz de asociaciones como la citada, lo que antes era el estigma del niño indisciplinado, olvidadizo, desordenado e hiperactivo – ¡niño: ¿dónde tienes la cabeza?! – hoy es el logro del chico que, con las medidas y cuidados previstos, puede vivir razonablemente feliz en armonía con sus compañeros, familia y consigo mismo.
 
Pero el golf es distinto. El golf tiene, si uno hace abstracción de algún patoso incumplidor de reglas, si se olvida que detrás de cualquier mata puede aparecer insólita e inoportuna mi tía Alicia, el golf tiene, digo, algo de gozosa enfermedad incurable y de la que uno no desea ser atendido.
 
.- Manolo, menos golf y más ordenar el trastero – oye el golfista, pero su cabeza traduce con su peculiar filtro: "Manolo, menos el golf todo lo demás al trastero". Sí matices, podrá decir usted, pero matices que forjan una gran tendencia, un megatrend que dicen los gurús.
Porque, ciertamente, el golf es como los toros: aunque uno diga que va a cortarse la coleta, el gusanillo siempre roerá la memoria del diestro. Uno no deja el golf, es el golf quien puede dejarle a uno; a lo mejor sólo una tarde o una semana, pero también un mes o dos. Luego, un día que, siempre nos parecerá prematuro, este golf nuestro de nubes abajo nos dejará definitivamente para que vayamos a disfrutar el golf de la bermuda eterna, del green de inagotables de aciertos, de los birdies imposibles, junto a esas marismas azules, esas marismas eternas.
 
Sí: el golf puede dejarnos, pero solamente del modo que nos deja el primer amor. Puede sucedernos que, como el primer amor, no acuda a la cita del sábado, pero nos sonríe con disculpas sinceras y bellas el domingo temprano; como el amor primero, se va de viaje con sus padres de Jueves Santo a Domingo de Resurrección, pero el lunes de Pascua, nos saluda con la tez bronceada, atando en un instante de felicidad el lazo que tuvo que deshacer al partir.

Y como el primer amor, el golf se marcha un día de nuestro inmediato costado para alojarse – ¿qué otra cosa es el swing perfecto? – en un cálido hueco de nuestra memoria inconsciente. Y en esos recodos de la mente cantan las risas y resuena melódica aquella canción, ella sí permanente, que una tarde de primavera adormecía sus notas en silencios llenos de mensajes cifrados, palabras de las que únicamente dos personas en todo el universo conocen la clave.
 

Ahora, cuando tantos lo pasan realmente mal en el mundo, cuando algunos sufren una suerte de marginación por parecer nativos de Babia, ya sabemos que no son de ahí, sino que son, siempre lo han sido y seguirán siendo, de nuestro mejor aquí. Acaso el único aquí que importa: el de la estrella que ilumina los sueños de los inocentes, de los enamorados y de los locos por cosas tontas maravillosas como el golf con los amigos.
 
Y los sueños de los poetas. Pocos saben que la alquería Zaudín – hoy club de golf – lo formaban unos campos adquiridos en el sigo XVII, por una familia de origen belga, exportadores de lana y de apellido Bécquer, que décadas después tuvo entre sus vástagos a Gustavo Adolfo Bécquer, poeta romántico por excelencia:
 
 

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Así es. Y mientras haya altruistas habrá humanidad.
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