Claro, si tú me pides un préstamo de seguridad, te lo daré sin obtener beneficio, podrás pagarme durante toda tu vida y lo mío será tuyo, y lo tuyo de los dos. Pero no nos arriesguemos todavía con las hipotecas, que son palabras mayores.
Con el tiempo, todo se verá. Cuánto nos costará la crianza de los niños en colegio de pago. Cuánto nos costará nuestra jubilación, y los veranos que pasaremos en nuestra villa solariega, al frescor de una sombra beneficiosa para el control de la economía.
Si no sale bien la cosa, separaremos bienes y todo arreglado. Sin deudas, sin rencor. Te propongo el contrato que te he explicado, para que nuestra posible vida en matrimonio sea más o menos feliz. ¿Qué más da el gasto de las comisiones, si ello nos sirve para vivir más cómodamente, sin movernos hasta el quinto pino a la hora de buscar un cajero automático concreto?
Pues bien, si quieres yo seré tu cajero, ése al que amas por está a tu lado, y jamás te ha tragado la tarjeta de crédito, o, por expresarme mejor, La Visa Oro.
Y todo por un anticipo de un beso. Tan sólo una monedita que arrojarías frente a un guitarrista mendigo. Con un roce de tus labios me bastará, será como un tintineo en mi corazón.
Todo ello está recogido en el Plan del Amor del Banco de las emociones AMOR “=!% 20015.