Samsung no levanta cabeza. Tras el fiasco del Samsung Galaxy Note 7, las acciones de la compañía cayeron este martes un 7,5% en la Bolsa de Seúl, tras anunciarse la suspensión global de ventas y reemplazos de su teléfono ante el peligro de igniciones espontáneas a causa de baterías defectuosas, y la interrupción de su fabricación.
Al cierre de la negociación en el parqué del país asiático el precio de los títulos del gigante tecnológico surcoreano se desplomaron hasta los 1.247,3 euros, frente a los 1.348,5 euros en los que cerró el lunes en el parqué local.
Cabe recordar que el gigante surcoreano de la electrónica anunció la suspensión de las ventas del Galaxy Note 7 en todo el mundo mientras trabaja con las autoridades reguladoras para solucionar la situación.
La compañía instó además a los propietarios de los terminales, tanto originales como reemplazados, a que los apaguen y no los usen.
Samsung, valor de referencia del mercado bursátil local, detuvo recientemente la producción de su nueva phablet de alta gama tras informarse de incendios en dispositivos distribuidos para sustituir a su vez a modelos afectados por una avería de este tipo.
En un principio el coste inicial se estimó en un unos 800 a 1.200 millones de euros. Pero ahora muchos analistas creen que estos últimos episodios aniquilaron definitivamente al Galaxy Note 7 y que Samsung, que está a la espera que las autoridades estadounidenses lo declaren o no como producto seguro, podría optar por dejar de fabricarlo para siempre.
Si esto llegase a suceder, se calcula que podría dejar de manufacturar y vender en torno a unos 20 millones de teléfonos, lo que le supondría dejar de ingresar en concepto de ventas hasta 15.300 millones de euros.
La compañía comenzó a vender el teléfono el pasado 19 de agosto, pero a principios de septiembre anunció una retirada sin precedentes tras informarse de más de una treintena de casos de igniciones en algunos terminales en diversos países.