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AUGUSTA SIN EL NÚMERO UNO

Charley Hoffman (-7) líder en Augusta. Grandes Sergio García (-1) y Jon Rahm (+1)

Era madrugada aquí cuando se heló la espina dorsal del Masters de Augusta: Dustin Johnson, nº 1 del mundo se había lesionado. Luego llegaron los detalles que nunca tranquilizan bastante, tienes que ver a la persona.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Un boletín explicaba que Dustin Johnson se había caído por  la escalera y se había hecho daño en la parte baja de la espalda. Sería una pérdida más que notable. No pocos recordaban aquella lesión de Rory McIlroy en julio de 2015 que le impidió jugar el Open de ese año. Otros se aferraban al hecho de que Dustin salía en el último partido y que quizás con los antiinflamatorios se recuperaría.

El pánico también cundió entre aquellos del grupo de mi Club que celebran una porra (La Porra Masters 2017) y que habían puesto sus esperanzas en el héroe de Columbia.

Si en la víspera estos hechos habían estremecido a los amantes del golf, el jueves a primera hora de la mañana eran las lágrimas las que buscaban, rostro abajo, el suelo del campo de Magnolia Lane. Todo el público y, sobretodo Jack Nicklaus y Gary Player, no podían contener la emoción.

Celebraban una acto sencillo en memoria de Arnold Palmer, fallecido en septiembre pasado. “Arnold Palmer era más que el Rey,” dijo Billy Payne, presidente del Augusta National y del Masters a una gran reunión de espectadores en el tee de hoyo 1. "Él era mi amigo. Él era amigo de ustedes. Él siempre tenía tiempo para todos nosotros, por lo que todavía me duele y es muy duro”.

Sí que lo era. Nicklaus, Player y Palmer los tres reyes del golf, los veteranos con más prestigio del Circuito, solían hacer una especie de saque de honor arropados por el cariño de un público que reconoce en ellos una historia de logros inigualables. Ellos hicieron mucho por este torneo.

Y 25 minutos antes de la hora que le correspondía salir, Dustin Johnson se retiraba. El dolor de la espalda no le permitía jugar. Lo había intentado. Se había probado dando unas bolas, pero el golpe del día anterior determinó el adiós del día presente. En la historia del Masters sólo otro número 1 del mundo no lo jugó; fue en 2004 y era Tiger Woods.

El resto de los campeones que pisaban la bermuda de Augusta National volvía a tener un enemigo común: el viento. Eso hacía que la cabeza del torneo se estuviese moviendo en resultado más que modestos, muy humildes, -3, -2, -1…

Imposibles los cálculos de distancia y velocidad de bola. Si en este campo las caídas de los greenes son un problema, la brisa los convierte en una crisis, y más cuando sopla con rachas de 35 millas por hora (56 kms./h.).

Así las cosas, en Casa Club – en ese precioso edificio estilo colonial, blanco y gris – el mejor resultado era -1. Como dice un amigo mío ante las cosas difíciles “malo se le estaba poniendo el ojo a la yegua”. Campeones recientes como Tommy Fleetwood, líder de la Race to Dubai, terminaba +6; con +5 acabó Zach Johnson; con +4 Hideki Matsuyama y con +3 Jordan Spieth, Adam Scott o Gary Woodland. Duro comienzo el de esta primera ronda.

Poco después llegaría el -3 en Casa Club con William McGirt; logró 69 el de Fairmont con un solo bogey y cuatro birdies. Terminó con par en el hoyo 18 donde era puro equilibrio el golpe con el putter. Todos los hoyos de Augusta National tienen nombre de flor. Éste que pone fin al recorrido se llama Holly.

Es una planta de la familia del muérdago que invita a vencer la ira y el enojo. Se apela a ella como fuerza para abrir el corazón a los sentimientos de paz y de reconciliación. Y de ello habrán necesitado mucho los profesionales que en ese verde seco del green veían que el aire se llevaba con la bola sus aspiraciones. “Los suspiros son aire y van al aire”, escribía Becquer. Pues en Holly lo que no se iba en llantos se iba en suspiros.

Pero aquel -3 de McGirt se quedó muy atrás con la hazaña de Charley Hoffman.

Este jugador que ocupa el nº 52º del Ranking Mundial no estaba en ningún pronóstico, ni en el de la porra de mi Club, ni en la de los expertos profesionales de esa cosa.

Charley Hoffman, que parece un distinguido seguidor del Betis, es más conocido por su apego al color verde en la indumentaria. De hecho lo lleva al extremo de jugar con un guante verde. ¿Y que hizo este hijo de la ciudad de San Diego? Pues hizo dos bogeys (hoyos 3 y 5) y nueve birdies, cinco de ellos seguidos entre los hoyos 14 y 17. La vuelta de 65 golpes fue toda una contradicción para los demás en un día de viento feroz.

De los españoles, discretas apariciones de Chema Olazábal (+5) y Rafa Cabrera Bello (+3), y muy respetable actuaciones de Sergio García (-1), sin bogeys, y Jon Rahm (+1). Hay torneo para disfrutar hasta el domingo. O por lo menos para el viernes, que está mas cerca.

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