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EL MÉRITO NO NACE SE HACE

Carlota Ciganda y el putt de un metro para vencer en el hoyo 18

Ciganda jugó muy bien los tres últimos días en los que hizo -16. Erró el putt de un metro para la victoria. "Lo he tirado un poco más fuerte de la cuenta, justo donde quería, pero no ha entrado". Así de sencillo.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Merecer no es un verbo de nacimiento. No está en la esfera del ser, sino del existir. Merecer es un verbo vital. Los muertos no pueden merecer. Nadie por el simple hecho de haber llegado a este mundo merece algo más allá del goce del vivir.

Hablando estrictamente ni los derechos humanos los merecemos, son un bien que viene con el Kit de persona, si entendemos el Derecho Natural. Para merecer hay que hacer méritos.

Me sale escribir de esto porque el domingo presencié dos momentos que incluían este verbo.
.- El Real Madrid no mereció ganar – soltó Gonzalo al final del partido Madrid-Barça;  mi primo es conocido por ser culé, montar a caballo y no saber de casi nada más.
.- El que mereció perder es el Barcelona .- espetó como un trallazo mi querida tía Alicia, madridista por herencia, querencia y tenencia (de acciones). Tía Alicia es conocida por su cuantiosa fortuna – literalmente inmensa incluso para la Agencia Tributaria  -, por su dureza marmórea y su crítica observación del entorno. No se le escapa una. Y menos si es cuestión de educación, etiqueta y cortesía.

A partir de ahí la conversación devino en discusión, serena, pero discusión. Yo me deslicé hasta el lugar donde reposa la botella de bourbon, justo al lado de mi querida y hermosísima prima Margarita. No suelo discutir de fútbol y soy conocido por mi devoción por el Arenas Club de Guecho, equipo que no provoca especiales filias ni fobias ya que el noventa por ciento de mis contertulios desconocen su existencia.

Lo mismo que casi nadie sabe que este egregio equipo vasco fue de los primeros en ganar la Copa del Rey de Fútbol. Corría el 18 de mayo de 1919 y se enfrentaba al Barcelona Club de Fútbol. Se escuchó con devoción el himno nacional español, que por entonces no era facha; el fascismo, y esto lo sabe menos gente todavía, es posterior y distinto a ser español. El resultado fue de 5-2, gracias a la mejor forma física del equipo arenero y de que entonces no había messis.

El otro momento en el que surgió el verbo merecer fue en la retransmisión de la última jornada del Estrella Damm Mediterranean Ladies. Carlota Ciganda se había dejado un putt de un metro para hacer birdie y ganar por un golpe a la líder en Casa Club Florentyna Parker y a la sueca Anna Nordqvisk.

Estábamos a punto de descorchar el champán en casa de tía Alicia, cuando – sorpresa, sorpresa – la bola de la jugadora navarra dibuja una corbata y se aleja del hoyo. Hizo el par y salió al desempate con la sueca y la inglesa. Fue eliminada en el primer hoyo. Y saltó el comentario tópico.
.- Carlota no mereció perder este torneo. Era suyo. Mereció ganar en España.

Quien así hablaba no era mi primo Gonzalo del que dudo que sepa que existe Carlota, que existe Estrella Damm, que hay un mar Mediterráneo y menos aún que esté al tanto del Ladies European Tour o sepa del Club de Golf de Terramar donde se jugó el torneo.

Pero volvamos a los méritos y el golf.

Soy un entusiasta seguidor del golf español femenino. Me encanta que ganen Azahara, María, Carlota, Marta, Noemi, Patricia, Nuria o Belén. Tuve la suerte de presenciar el torneo del Santander Tour celebrado en el Club Zaudin y jugar un Pro-Am con Marta Sanz, ganadora ese día de la bola más cercana.

Pero todo mi entusiasmo no puede nublar la realidad: en golf para merecer hay que hacerlo mejor que los contrincantes. Hay que meter, hoyo tras hoyos, en menos golpes la bola hasta que la suma de golpes total sea inferior a la de todos los demás.

El asunto es de física no de emoción. Si la bola va fuerte y desviada hace corbata y no entra en el hoyo. La fuerza, la gravedad, la trayectoria son quienes otorgan o quitan los méritos. Aquí no hay tío páseme usted el río.

Decir, como, a veces decimos, “la bola mereció entrar” o este campo “me ha quitado un golpe” puede ser un desahogo, un recurso para quitarse la frustración y de paso la responsabilidad por un golpe defectuoso. Pero no hay más cera que la que arde. Si hay algo objetivo, neutral y acrítico es un campo de golf y el deporte que en él se practica.

¿Mereció Sergio Ramos la tarjeta roja? ¿Debió el arbitro sacar una amarilla a Luis Suárez por levantar desde el suelo la pierna para zancadillear al contrario? ¿Hubo un gol fuera de juego? No lo sé ni me importa porque soy del Arenas Club de Guecho.

Lo que si sé es que la que mereció ganar y ganó en Terramar fue Florentyna Parker, que con su nombre de buena escritura – fuerza, gravedad, trayectoria – puso los puntos de sus íes sobre el campo del honor y el deporte. Golf es mérito.
En esto no siempre la vida imita al golf.
 

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