Corría el año 1735 cuando, junto al río Savannah se fundó Augusta, en el condado de Richmond. Su fundador, James Oglethorpe, le puso ese nombre en honor de la princesa Augusta de Sajonia-Gotha, a la sazón esposa de Federico, príncipe de Gales. Augusta fue una de las cuatro princesas de Gales que nunca reinaron; su marido murió sin acceder al trono. Augusta no fue reina, pero engendró a quien sí lo fue.
Esta princesa venida del continente causó una buena impresión en la vida social de su tiempo, que la describió como “bonita, elegante y como una anfitriona considerada”.
De James Oglethorpe es la frase, "si permitimos que haya esclavos, actuamos en contra de los Principios mismos por los que nos asociamos entre nosotros, que era para aliviar a los afligidos”. La historia es testigo del caso que le hicieron los que gobernaron detrás de él.
Augusta National, como aquella princesa de la casa Sajonia-Gotha-Altenburg, se ha ganado que también se le describa como bonita, elegante y como una anfitriona considerada. Así mismo goza hoy de principios para aliviar a los afligidos: las buenas maneras custodian algunas de sus expresiones más accesibles.
Los tiempos cambian, las virtudes permanecen; guardan las esencias pero se adaptan al entorno, al contorno y al retorno.
Y volvíamos, sí, a la competición en la ronda final del Masters Tournament 2017. Volvíamos también a estar cerca de que un español gane el preciado Masters de Augusta.
El primero en hacerlo fue Seve Ballesteros (1980, 1983); le siguió Chema Olazábal (1994, 1999). En aquella ocasión Olazábal ganaba con -7 y coincidía en el campo con un joven amateur invitado, un chico mediterráneo llamado Sergio García que hacía +7.
Dieciocho años después este jugador, ahora profesional, nº 11 del Ranking Mundial, encabezaba la clasificación de la ronda final con tarea nada fácil de pasar de pretendiente a la corona a sentarse en el trono siempre efímero del reinado de Augusta.
Comenzó fuerte. Enseguida – birdies a los hoyos 1 y 3.
Sergio García puso de este modo las cosas en su sitio. Le acompañaba en el partido estelar Justin Rose que iba por detrás pero que no se achicaba: hizo tres birdies seguidos y en el hoyo 8 ya había empatado con el castellonense. Éste respiraba profundo, seguía rutinas de relajación antes de cada golpe, lo que indicaba que estaba en modo profesional serio. Nunca estuvo por detrás en los primeros nueve hoyos.
Ahora empezaba con el hoyo 10 una de las partes más tensas del recorrido georgiano. No era la mejor pista de despegue para el español. La televisión americana rotulaba que en el total de sus 65 vueltas en Augusta Sergio García acumulaba un +38 en los segundos nueve. Mientras, el inglés presentaba un ventajoso -11, eso sí, con muchas menos presencias. Bogey del español y se ponía un golpe por debajo de Justin Rose.
Al hoyo 11 apodado White Dogwood, Cornejo, podrían haberle llamado la Puerta de los Peligros: es la llave del Amen Corner y uno de los más difíciles de Augusta. La bola de Sergio se fue de salida detrás de un árbol desde donde la puso en la entrada del green; hizo bogey. Su compañero competidor, de dos en green, hizo el par y elevó su ventaja a dos golpes.
Fue un temblor lo que recorrió la espina dorsal de los aficionados españoles de golf. Muchos nos acordábamos de tantas victorias que se escurrían a última hora por la cara del putter. Y no podíamos creer que la Estación de Tan Cerca estuviese tan lejos.
Un par en el hoyo 13 después de una penalización supo a gloria y a recuperación. Máxime cuando Rose, que tiraba para eagle en ese hoyo, acabó con el par.
Ese fue el punto de inflexión. A continuación el birdie de Sergio en el hoyo 14 y, sobre todo, el espectacular eagle del hoyo 15 fueron una inyección de adrenalina que empataba el encuentro.
Sergio falló el putt en hoyo 16; Justin hizo lo mismo en el 17. Pudo ganar el español en el hoyo 18 – 72 del total de los cuatro días -, pero una lectura errada de la caída obligo a jugar el desempate. ¡Qué difícil es cerrar un partido de major.
Es Augusta y al final habrá que aliviar a los afligidos. Hay que decirlo alto; hay que escribirlo claro: Sergio García ha jugado para ganar desde el primero al último hoyo. Es un campeón y se enfunda la chaqueta verde. Gana en Augusta su primer major. Lo merece y si no el trono de un reinado, se ha ganado callar bocas y encender entusiasmos. Enhorabuena, campeón y cantemos juntos Georgia on my mind.