Todos saben lo que está en juego en una carrera contrarreloj en la que el PSOE -el Partido Socialista Obrero Español– busca levantarse de la lona. Pedro Sánchez, aclamado por los mil asistentes en el congreso federal extraordinario -ratificando así la consulta del 13 de julio- anunció tajante que "somos la izquierda que cambiará España". ¿Predicción cierta?

De forma inmediata tiene pautado su primer encuentro con Mariano Rajoy. Asunto Cataluña. Aguardará a continuación el desenlace de la visita a La Moncloa de Artur Mas, tendrá un breve descanso, y desde el comienzo de la rentrée trabajará con el desafío inminente de los comicios de mayo de 2015. Primera prueba, y formidable, que medirá al nuevo PSOE en Madrid y Valencia, dos escenarios de primer orden.

Pedro Sánchez tiene cuajo y empuje, y conoce las dificultades de tiempos políticos radicalmente diferentes. Manuel Valls en Francia y Matteo Renzi en Italia han asumido que el centroziquierda, la socialdemocracia del sur de Europa, caminan al filo de la navaja por la presión a su izquierda.

Ni Felipe González ni José Luis Rodríguez Zapatero -largos mandatos de 13  años (1982-1996) y 7 años (2004-2011)- conocieron ese desafío. El escenario es de enorme complejidad para el PSOE empeñado en recuperar su credibilidad y su prestigio. Y la primera llave está en la cuestión de Cataluña. En un encuentro marcado por las prisas, Pedro Sánchez anunció que no defraudará porque hay necesidad de este nuevo PSOE.

No son por tanto cuestiones de personalismos -tras ganar con un 49% de los votos a sus dos rivales, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias– sino de respuestas, y la primera es la de una España federal como prometió directamente al primer secretario del PSC (Partido de los Socialistas de Cataluña), Miquel Iceta, y al saliente, Pere Navarro.

En su emocionante despedida -con sensaciones a flor de piel- figuró como el asunto central de Alfredo Pérez Rubalcaba. Aseguró que "la vía federal es la única posible para garantizar la convivencia". A la vez reivindicó la política para "hacer frente al sufrimiento de los ciudadanos" pidiendo ejemplaridad a los líderes del PSOE. Rubalcaba destacó lo acordado en la conferencia política de 2013 del PSOE. Subrayó la posición de los socialistas de reivindicación de la España federal frente al inmovilismo de Mariano Rajoy y el desafío soberanista de Artur Mas. "No sé si la nuestra es la tercera vía, pero es la única posible para garantizar la convivencia en nuestro país", fue su legado.

No es cuestión de cálculos electoralistas. Efectivamente el fenómeno Podemos de Pablo Iglesias ha hecho reaccionar a PP y PSOE. Agitó al bipartidismo. Pero las cuestiones ahora son otras. Esta última semana de julio, con Pedro Sánchez en acción, va a visualizar la capidad de PP y PSOE de fijar una posición común ante el tema crucial que es el de Cataluña, envuelto además en la tormenta que nadie imaginó del fraude de Jordi Pujol (ver en Hechos de Hoy, Jordi Pujol, el icono de la democracia y el nacionalismo que se derrumba con estrépito). Tiempos nuevos, de profunda renovación, pero a la vez de enorme audacia que ponen a prueba la capacidad de Pedro Sánchez, obligado como todos los nuevos protagonistas, incluido el propio Rey Felipe VI, a no cometer ni un sólo error.