Un profundo dolor se vivió en el últimos adiós en el Cementerio del Este en Caracas a la actriz Mónica Spear y su exesposo, Thomas Henry Berry. En el velatorio de la Funeraria Monumental de La Guairita hubo intensas emociones por estas muertes que han mostrado de forma descarnada el clima de violencia general e imparable que vive Venezuela (ver en Hechos de Hoy, Conmoción en Venezuela por el asesinato de Mónica Spear en ola de violencia).
Ha tenido que morir una actriz muy querida -exMiss Venezuela 2004- para que el país comprenda la gravedad de una violencia que no puede ser rutina en una Venezuela donde el miedo se extiende. No se trata de robar por un teléfono móvil (celular). El clima de violencia es general con datos que son espeluznantes. En 2013, cada veinte mintos fue asesinado un venezolano según el Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV). Desde que llegó Hugo Chávez al Palacio de Miraflores en 1999, son 200.000 las personas asesinadas.
La respuesta de Nicolás Maduro no puede ser más frustrante queriendo de nuevo matar al mensajero, las ONG y los medios independientes que buscan esclarecer la verdad y abogan por la regeneración de una Venezuela que no puede ser abatida por el clima de caos e impunidad de matones, sicarios, narcos, delincuentes y todo tipo de hampa. "Es un tratamiento morboso para tratar de convertir el caso Spear en una novela morbosa, para destruir a Venezuela", fue la reacción de Maduro. El padre de Mónica defendió en cambio la cobertura de la muerte de su hija para convertirla en un aldabonanzo ante un clima de emergencia nacional por la violencia. Venezuela, con una población de 30 millones frente a los 120 de México tiene mayores cifras de muertes, violencia y criminalidad lo que ilustra sobre la gravedad de la situación.
Los datos sobre las circunstancias del asesinato de Mónica Spear y Thomas Henry Berry advierten del círculo infernal que se ha desatado. Los autores del crimen fueran la banda Los Sanguinarios del Cambur. Desde hace cuatro años son los dueños de la autopista Puerto Cabello-Valencia, ruta sin ley. Al conocerse los asesinatos, parte de la banda fue detenida no por la Policía o el Ejército sino por un grupo de vecinos, horrorizados e indignados.
Uno de los jefes de esta banda es Adolfito, Adolfo Rico, con una carrera de casi cinco lustros de delincuente para quien entrar y salir de la cárcel se convirtió en su profesión. Con 18 años ingresó en el Ejército para huir de la Policía, desertando poco después con su fusil de asalto. En 2010 sólo pagó sus fechorías con tres meses de cárcel compareciendo de nuevo ahora, por décima vez, ante los tribunales.
Para analistas y expertos, el gran error de Chávez primero y ahora de Maduro es el de haber puesto las cuestiones de seguridad en manos de militares y no de civiles. Los datos son bien elocuentes porque en tres lustros se han quintuplicado los asesinatos. El director del Observatorio Venezolano de Violencia, Roberto Briceño León, ha razonado que la seguridad ciudadana no es un asunto militar, sino de normas, de convivencia y de paz, que debe estar en manos de civiles. "Los militares están preparados para la guerra, pero la ciudadanía es la ausencia de guerra. Hay que aplicar la ley, lo que es un asunto ciudadano", dijo Briceño.
La coordinadora de la comisión de derechos humanos de la MUD, Delsa Solórzano, lo ha explicado también con claridad. "Hay un alto desconocimiento del Estado en materia de seguridad. Pareciera que su único modelo real es el de la represión, porque los militares están hechos para reprimir. Ninguno de esos planes ha sido eficiente", indicó.
Lo que sucede en Venezuela es una lección también, en el área del Caribe, para República Dominicana. En Santo Domingo hay también el mismo debate y la misma preocupación. Crear una cultura ciudadana de orden, convivencia y ley es la clave. Ha tenido que morir una actriz y exMiss Venezuela muy querida, en circunstancias odiosas, para encender todas las alarmas sobre la peor lacra que vive Venezuela y se extiende también por el Caribe.
