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JUNTO A PENNYBACKER BRIDGE

Tres españoles en el WGC Dell Technologies: Cabrera Bello, García y Rahm

El puente que une las orillas Norte y Sur de Austin Lake es conocido como 360 Bridge. Casi lo único cierto de la frase anterior es el hecho de que sea un puente. Lo demás hay que matizarlo.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez Calatayud
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Austin Lake no es un lago, sino una ampliación artificial del Río Colorado, hecha a partir de la construcción de la presa Tom Miller con el objeto de reducir las inundaciones que arrasaban campos y plantaciones.

Tampoco es verdadera la denominación comúnmente empleada; el nombre original es Pennybacker Bridge, en honor del diseñador e ingeniero Percy V. Pennybacker (1895-1963) pionero en el empleo de estructuras soldadas especialmente para puentes. Si le llaman 360 es por el nombre de la autopista estatal que circula por encima.

El acero con el que se construyó, casi 600 toneladas, es japonés; las estructuras son de Ulsan (Corea), obra de Hyundai Heavy Industries. Y no digo cuántos hispanoparlantes lo cruzan a diario no vaya alguien a derribarlo y construya otro para que lo paguemos nosotros.

La bella y austera línea de sus dos arcos paralelos, óxido y ámbar, ha sido desde su altura testigo de los éxitos y fracasos de los golfistas del Austin Country Club.

Este hermoso recorrido de golf, diseñado por Pete Day, acoge de miércoles a domingo el World Golf Championship Dell Technologies Match Play. Se trata del segundo de los denominados Campeonatos del Mundo de Golf y se juega, como indica su título bajo la modalidad Match Play.

Match Play significa que los competidores no se enfrentan para ver quien de ellos hace menos golpes al final del recorrido (stroke play), sino para dilucidar cuál vence al otro en número de hoyos ganados. Cuando uno de los dos lleva en el recorrido de 18 hoyos tal diferencia de hoyos ganados que al otro no le quedan ya hoyos para remontar se acaba el partido, adjudicándose, pues, la victoria quien ganó esos hoyos de más (match play).

Los que compiten bajo esta modalidad saben que es la que más emoción acumula. Guarda parecido con la película “Sleeping with the enemy” (Joseph Ruben  1991), pero sin marido violento ni esas cosas. No hay más palos que los de golf ni más miedo que fallar el putt de dos metros. Pero uno ve, uno convive y camina con la única persona que puede mandarte a casa. Es todo un proceso de temple recio hasta el final. De hecho quien se deshizo de ti puede ser eliminado en el siguiente partido por otro rival.

Es la segunda vez que el Dell Technologies se celebra en este campo y es también la segunda vez que lo juega Rafa Cabrera Bello, que el año pasado quedó tercero al vencer a Rory McIlroy.

Junto al canario, estarán en  Texas Sergio García y Jon Rahm. Estos dos aparecen encuadrados en el mismo grupo de la primera fase, por lo que sólo uno de ellos pasará a las fases finales.

Bajo el Pennybacker Bridge, las aguas no discurren turbulentas. En su placida quietud carpas, siluros y ejemplares de pez sol nadan, se sumergen y asoman sus agallas sin saber que un pescador estará ahí, cerca de Bull Creek dispuesto a clavarles el anzuelo. Match Play es también silencio, lo que desconcierta a muchos, entre ellos a ese otro pez de Austin Lake y otras aguas dulces, el Bajo Bocazas  (Micropterus salmoides) de radiada dorsal espiniforme. Largemouth Bass le llaman los locales; aseguran que es tan difícil de pescar como caminar hasta el final de una prueba como el Dell Technologies.

El año pasado, un consistente Jason Day se deshizo en la final de Louis Oosthuisen que ya venía tocado de su partido de semifinal contra Rafa Cabrera Bello.

No tiene porqué repetirse el resultado. Nunca se repite. Todo pasa. El golf, el Campeonato del Mundo y, de modo concreto, la vida de cada uno no son aquietados espejos de agua. Golf y biografías personales pasan deprisa – volando – debajo de mucho puentes como Pennybacker Bridge.

¡Cuántos arcos –óxido y ámbar – vieron nuestros ojos! Cuántos esfuerzos, como los del Río Colorado, como el recorrido de un campo de golf para atravesar nuestro destino. Ya lo inspiraba la canción original Brown Eyed Girl de la película citada Durmiendo con el enemigo: “Qué difícil encontrar mi camino/ahora que estoy solo./Te vi el otro día/¡cuánto has crecido!”.
 

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