Como cada año que sigo el Masters de Augusta, en algún momento mientras escribo, escucho a Ray Charles – voz rota y cálida – que rasga su Georgia on my mind.
El estado de Georgia al sudeste de los Estados Unidos de América es el que aloja la población de Augusta. Hace miles de años, en la Prehistoria, lo habitaban unas tribus. Su rastro arqueológico lo constituyen unos pequeños montículos de tierra que construían para ceremonias rituales. Ahora a aquellos aborígenes los llaman mound builders, los constructores de montículos.
El golf es, en buena parte, construir con las manos, con la persistente tarea de cada hoyo, un montículo para el rito del mejor el golpe. Es casi oler la magnolia y el jazmín amarillo. Es, volver la mirada, cada primavera – Georgia on my mind – para admirar a estos mound builders de la élite del golf.
Muchos talentos mundiales luchaban este viernes en las segunda jornada del Masters de Augusta para elevar su juego por encima del corte, terremoto que corta de raíz las aspiraciones de seguir en el primer major de la temporada.
Entre los que no veían peligrar su pase al fin de semana, más al contrario, estaba Sergio García que contó sus tres primeros hoyos por birdies. El hoyo 4 – por sobrenombre Crab Apple – cruzó sus 240 yardas de par 3 para que a modo de zancadilla cayese el primer bogey. Ya el nombre científico de la Crab Apple, Malus species, debía haberle puesto sobre aviso.
Hay que alabar, de todos modos, que el castellonense volviera al empeño de ser conservador en la estrategia y audaz en la ejecución. No lo hizo así el primer día, acaso porque las condiciones no se lo permitían, pero el viernes, se le veía en modo mound builder yendo a por todas. Eso le permitió, con otro birdie en el hoyo 9, terminar los primeros nueve con -3, para un total de -4.
Así empató por un momento con Charley Hoffman en el liderato, ya que el de San Diego iba de mal en peor: nada que ver su partido con el glorioso de la víspera.
Sergio García remaba contra el viento y el viento le ganaba en los hoyos 10 y 13 donde erró y cometió sendos bogeys. Pero un constructor de montículos, un moldeador del golf como él no estaba este viernes para perdonar la vida a los elementos: hizo birdie al hoyo 15 y al hoyo 17. Y en el último hoyo se le escapó ser líder en solitario en Casa Club al fallar un putt de poco más de un metro cuesta abajo.
En ese momento compartía la cabeza del torneo con Charley Hoffman ha quien había enjugado los seis hoyos que les separaban en la salida.
Terminaba la mañana con Jon Rahm (-1) subiendo en ese momento al top 5. Empezaba la tarde con muchas estrellas apuradas y otras con los sueños de grandeza rotos en pedazos.
Mientras desde el altavoz escuchaba a Ray Charles “I said Georgia/Georgia/A song of you/comes as sweet and clear/as moonlight through the pine”, como queriendo amansar los aires y la tensa ansiedad de los jugadores.
Por su parte los otros dos españoles tenían caminos dispares: José María Olazábal (+9) – ganador de dos chaquetas verdes – se despedía del campo con nombre de flores; y Rafa Cabrera Bello luchaba por mantenerse dentro del corte.
Este corte que quedo finalmente en +6 sirvió para dejar fuera a personajes como Zach Johnson (+7), Patrick Reed (+9) o Bubba Watson (+8).
En la parte resplandeciente de la jornada, Rickie Fowler, como la luz de luna entre los pinos, se filtraba hacia puestos de victoria. Era el que mejor iba entre los de tarde, la mayor subida de la jornada en los primeros nueve: gracias a un eagle en el hoyo dos, y dos birdies en los hoyos 3 y 8.
Pero le quedaba la segunda parte. Y cuando parecía que su surco virtuoso se truncaba con un bogey en el hoyo 15, rebotó con un birdie en el siguiente. El surco se hacía amplio para disputar la victoria en Augusta. ¿Quién si no?
Otro que iba como la seda, suave, terso y sin arrugas era el belga Thomas Pieters. Aquel joven revelación de la última Ryder Cup estaba muy metido en lo que hacía: no dudaba, no se tensaba, parecía no pensar. Un juego sin pensamientos, eso era su pasar por los hoyos del Augusta National.
Empató en cabeza en la segunda vuelta y ya no lo soltó. Tuvo un susto al final. Fue cuando en el último hoyo, una mala salida a la pinaza de la derecha, le obligó a un difícil segundo golpe. Salvó con approach y putt el par del hoyo. Eso le hacía colíder en Casa Club con Sergio García y Charley Hoffman. Luego se uniría Rickie Fowler.
El fin de semana de Augusta será magnífico y con partidos vibrantes como el sonido del blues georgiano…”Still in peaceful dreams I see/ The road leads back to you”.
Victoria siempre añorada.