Años después nos dió por coleccionar todo tipo de recipientes que habian contenido algún liquido con el que brindabamos en fiestas, en reuniones y acontecimientos especiales. No todas desfilaron por delante de nuestra cámara ni tuvieron ocasión de dejarse acariciar por nuestros pinceles.
Estas que hoy vuelven a ver la luz después de casi tres décadas “durmiendo a la sombra” en una improvisada bodega de un piso en el barrio de Hortaleza en Madrid, son botellas vacías que contuvieron diferentes brebajes y que están llenas de gratos recuerdos. Los recipientes los moldeábamos a base de aplicarles algo de calor constante durante mucho tiempo. No todas las que intentábamos manipular salían indemnes de la arriesgada operación.
Si tuviéramos que justificar el por qué de nuestra afición por coleccionar, fotografiar, pintar, buscar y moldear botellas durante todo este tiempo, nunca diríamos toda la verdad. No es posible ir tan lejos en tan poco tiempo y con tan poco espacio para contarlo. Habrá quienes vean en nuestras botellas el sexo que todos llevamos en nuestras cabezas; puede que si, que algo haya.
A aquellos que supongan que existe un trauma que subyace y con el que escenificamos nuestra propuesta, les decimos que se acercan más que los primeros a esa verdad de la que no es posible confesar, por ahora, nada más que el título de la colección. Homenaje a Paula.
Y para el resto, que casi siempre suelen ser mayoría, a aquellos que ven unos recipientes vacíos de alcohol pero llenos de encanto declaramos que, la más sincera intención ha sido la de proporcionar, antes a nosotros y acercaros ahora también a vosotros, reflexión y belleza con nuestra manipulación de un objeto tan antiguo como cotidiano.
Estás fotografías hechas en la década de los 80 del siglo pasado, constituyen una demostración de cómo la plástica de la imagen unida al color puede llegar a formular inestimables sugerencias en el espectador. Para nosotros en fotografía todo está permitido; virajes, coloreados y montajes. Entre las formas y el color sólo hay un tanto de imaginación, la imaginación de Franja y la del espectador que se detiene a contemplarla.
Con el contenido de esta botella de anís y otra de ponche, agarré mi primera (y última) melopea a los 20 años, estando en el servicio militar. ¡Jesús que mal trago pasé!
Una botella de vino. Esta foto nos sirvió de imagen para el cartel de una de las exposiciones que hicimos en aquellos años de nuestras botellas derretidas.
La Santísima Trinidad. Un botellín de cerveza Mahou, una botella de vino de Rioja y la más alta otra botella de vino, en este caso de Navarra.
Botella que descorchamos en el Cava Express (febrero 1984) un loco y divertido viaje nocturno en un viejo tren de vapor desde Madrid a Toledo.
Brindamos con vino de Ribeiro en la presentación del disco A santa campaña del grupo gallego Golpes Bajos allá por el otoño del año 1984.
La sidra bien escanciada es una de las bebidas más sanas que hay y la mejor para compartir con los amigos. Este envase llegó desde Cabueñes-Gijón y hasta hoy…
En la bodega de Mariano Alonso, en Boadilla de Rioseco, cenamos una noche de verano y llenamos la botella con el vino de producción propia que contenía una enorme carral.
Con Giorgio Armani y Bernardo Bonezzi compartí una copa de vino italiano de esta botella en una fiesta en la Embajada de Italia. Era invierno de 1985.
La noche del 23 de febrero de 1983 se inauguraba la Discoteca Joy, mientras nosotros lo celebrábamos, en el Congreso de los Diputados había un buen lío. ¡Otro tipo de fiesta!
Antes de pintarla, este recipiente nos sirvió durante mucho tiempo como cenicero. Menos mal que la rescatamos de las quemaduras y es por eso por lo que aún sigue en pie.
Botella de vino con la que celebré junto a Juan Carlos mi santo en el año 1988. El 3 de diciembre es la onomástica de San Francisco Javier.
Una botella negra para una noche en blanco. Fueron varias las que cayeron aquel fin de año en la sierra madrileña. Afuera estaba cayendo una buena nevada.
Durante años nos sirvió de candelabro, la cera derretida la llegó a cubrir por completo. Aún tiene en su interior un trozo de vela con su cabo carbonizado.
Botella de cava de la fiesta de la Revista La luna. El 23 de diciembre de 1983, en el Hotel Palace, una fauna de posmodernos pisábamos las lujosas alfombras de la Real Fábrica de Tapices.
Tragos dulces en la cocina. El Pedro Ximénez nos sirvió para rematar con un postre dulce, una comida en casa con algunos compañeros de trabajo.
Fotos: © FranjaMelero
FranjaMelero está compuesto por Francisco Javier Melero y Juan Carlos Melero. En 1981 se creó el grupo multidisciplinar Franja desde la revista La Luna de Madrid. En el año 2000 comenzó una nueva andadura desde el Centro I+D de la Estampa Digital en la Calcografía Nacional. Desde entonces más de 220 artistas de diversos países han recibido asesoramiento para crear, con las nuevas herramientas informáticas, obra gráfica.
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